n el aire, fría y afilada. Me quitaría
ió. Sentí que la lucha se desvanecía, y
mo veneno en mi boca. Mientras hablaba, miré el suelo
o delicado y agraviado. "Está bien. Te p
ver toda su atención a ella. Luego, la llevó suavemente
me quedé sola en e
oso. "A Carla se le está hinchando el tobillo. La lle
n de mis ojos, mezclándose con las gotas de lluvia que había comenzado a caer de nuevo. Lloré por
. Las pastillas parecían tan pequeñas e inofensivas. Me tragué una en seco.
limpié cada pétalo con el dobladillo de mi abrigo. Eran todo lo que me quedaba de e
lo vi en una publicación en la que me etiquetó una amiga. Era una
. Carla se encontraba junto él, reluciente en un vestido de lent
r cuándo vas a casarte con Carla",
hacia mi esposo, con los ojos muy abiertos y
re la multitud gritó:
ero, no la ama", dijo, lo suficientemente alto para que la
serio cuando declaró sin dudar, con una voz profunda
los brazos al cuello, y enterró el rostro en su hombro.
fusilamiento público de mi matrimonio. En ese momento,
. Tampoco era un juego; no cabía la menor duda de que la amaba. To
luz provenía de las farolas de afuera. El viento aullaba, sacudiendo las ventanas
a feroz y desgarradora. Di tumbos hasta el baño, mientras un pav
ahora era un eco sordo y palpitante. Me sentía vacía. Un
dillado junto a mi cama de hospital. Su rostro mostraba una ensayada máscara de preocupación. "El d
ntentar tener un bebé. Estaba tan emocionado que durante horas se la pasaba hablando acerca de nombres
a. El que estaba junto a mi c
ruel; su declaración pública en el club.
tía como una muerte física. Lo había perdido todo
as e imparables. Era un llanto de duelo, de rabia
ta de la habitación
n de impaciencia. Vestía un impecable conjunto blanco de tenis. "
centró por completo en Carla. Caminó hacia ella, esbozando una
erdiendo el tiempo", conte
me quede aquí todo el día", dijo él en tono de
y retorcido. Mi habitación de hospital era