fuente constante de tormento. Kalia, que se había recuperado mil
argada de manjares ante ella. En el pie de foto decía: "B
va pulsera de diamantes en su muñeca. "Fue un pequeño regalo de
, con su brazo envuelto protectoramente al
como una piedra pesada en el pecho. Sin embargo, no la
timos papeles, vio a Kalia al otro lado del vestíbulo, con un aspecto saludable y en
nt la estaba esperando co
, le preguntó
aba confundid
desaparecido. Los videos de seguridad del hospital
lgo a Kalia. Aun después de casi matarla, él
e todo aquello
dónde está", dijo Cha
rcándose. "No se trata de un diseño robado ni de una
s se clavaron en su piel. "Si le pasa algo, te lo
do que lo decía en serio. Era capaz de cu
á", repitió, con
con muletas y todo, hasta la cavernosa bodega del sótano del edificio.
ada para decirme la verdad", le dijo él,
uerta de un portazo y l
ridas y solo llevaba un suéter delgado. Al instante, se acurrucó en un rincón, temblando vio
cho, empezó a formarse escarcha en los estantes metálicos. Pronto, su piel se tornó de un pálido mortal, lu
e abría y Bryant se quedaba a
de es
rígida por el frío para formar palabras. Pero al mirarlo, sus o
nt se ensombrecía con cada visita
a bocanadas, poco profundas y heladas. Sí, iba a morir ahí, por un crimen que
e abrió por
ijo, con un gruñido grave en la voz. "Dime dó
s ojos: un odio profundo y d
a estaba demasiado débil para mover la cabez
va final. "Bien", siseó, y
esde el pasillo. "¿Bryant? ¿Qué h
Ka
Tuve un pequeño fin de semana de spa con las chicas", dijo, ha
vil, con la mano en la puerta. Miró fijamente a Kalia y luego a
a, desesperado y aliviado, como si ella
na sonrisa amarga e irónica rozando sus labios
ía a ser una niña pequeña que perseguía a un joven Bryant y lo tomaba de la mano. Él
hospital. Bryant estaba allí, sentado a su lado, sosteniendo el cel
estó. "
ón ilegible. Cuando colgó, su rostr
raña. "Dijo que estaba confirmando los prep