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Historia
Poseído por la Oscura Voluntad del Magnate

Poseído por la Oscura Voluntad del Magnate

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:3181    |    Actualizado en: 17/10/2025

ndro Montenegro, el despiadado magnate de la tecnol

nueva becaria, Valeria

on indiferencia- que

Toluca para darme una lección. Mis padres estaban atados y amordazados,

rité, rindiéndome. Pero fue demasiado tarde. Una cuerda deshilachada se rompi

ar era el día en que trajo a Valeria a casa. Esta vez, no lucharía contra él. Sería su esposa perfecta

ítu

ista de So

lejandro Montenegro, el despiadado magnate tecnológico con complej

que era mía. Tenía un novio, un hombre dulce y amable llamado Mateo que planeaba nuestro futur

El pequeño despacho de arquitectura de Mateo fue llevado a la quiebra por una serie de desastres planeados. Mi galería perdió su financiamiento de la noche a la mañana. El dueño del edificio donde viví

orbellino de lágrimas y resistencia. Luché contra él a cada paso. Su contacto se sentía como una marca de ganado, su presencia era asfixiante. Era impla

ón. Él acababa de regresar de una adquisición hostil, su traje todavía olía a victoria y poder. Ni siquiera parpadeó. Simpl

ivo, te encadenaré a mi cama y nunca más volverás a ver el sol. Si muero, mi testamento ase

a herida. Le impo

ban moretones en las muñecas. Lo decía después de destruir a cualquiera que se atreviera a mirarme por demasiado tiempo. -Eres mía,

e apartaban de mí, como un depredador vigilando a su presa más preciada. Veían cómo humi

astadoramente tierno. Recuerdo la vez que tuve fiebre, y él, el hombre que nunca dormía más de cuatro horas, se quedó a mi lado durante tres

repararme. Una mañana me desperté con el olor a cebolla quemada y lo encontré en la cocina, con una mancha de harina en su rostro de millon

o conocido. Al día siguiente, compró la galería entera y me la regaló. No solo la pintura. La galería e

ón que me había encantado en la universidad, y la tocó para mí en nuestro an

La jaula comenzó a sentirse como un santuario. Mi resistencia, desgastada por años de su implacable y absorbente atención, finalmente se desmoronó. Empecé a creer

mi mundo se

e años, con ojos grandes e inocentes y una sonrisa ingenua que parecía irradiar candor. Miraba a Al

puerta. Sus gemidos entrecortados y los gruñidos guturales de él eran una sinfonía de

ja, le peló la manzana e ignoró mi presencia por completo. Luego me sentó, con Valeria acurrucada

omo si discutiera el clima-. He

ra. La copa de cristal en mi mano se deslizó, haciéndose añicos en el suelo

e? -Mi voz era un s

por Valeria. Es joven, vibrante. Me recuerda a ti, cuando te conocí. -Sonrió, una sonrisa cruel y satisfecha-. Soy un hombre de grandes apeti

lágrimas nublando mi visión-. Lo prometi

endo las reglas

la de estar, rompiendo jarrones de valor incalculable, arrancando las cortinas de seda. Él so

hillé, mi voz ronca-

oz bajando a ese tono peligroso que

eque en blanco, rogándole que se fuera. Ella tomó el cheque, sonrió dulcemente y luego fue directamente co

ndo comenzó el v

eración no como el dolor de una esposa traicionada, sino como un desafío

ase media que solo habían querido mi felicidad, estaban allí. Estaban atados y amo

ía furia. -Me has hecho muy infeliz, Sofía -dijo, su voz resonando en el espacio c

os dos guardias que me sostenían-. Por favor, no

os usaré para darte una lección. Acepta a Valeria. Dale la b

ontrolablemente. -¿Dijiste que me amabas? -susurré, las pa

upidez. Nuestro contrato matrimonial, si recuerdas el artículo siete, subsección B, establece que cualquier acto de infidel

yendo sobre mí. Estaba citando cláusulas legales

y siempre serás, la señora Montenegro. La original. Pero un hombre puede

a, su rostro una máscara perfecta de preocupación con

práctico, como si estuviera dis

tu corazón como un dividendo de acciones? ¿Diez por ciento para ella

ré las consecuencias de tu desobediencia. -Hizo un gesto a uno d

ie

de mi madre eran un cu

ue

mis padres comenzaron a ba

favor! -grité, mi

aron con fuerza. Mis

ch

dientes de acero de la máquina b

rancadas de lo más profundo de mi a

áquina... era una cacofonía del infierno. Sus pies esta

Tr

Do

Un

na rendición final y desesperada-. ¡Acepto! ¡Haré lo que q

vo. Las cuerdas cesaron su descenso. Una sonri

tisfacción condescendiente-. Sabía que tomarías la

a sus hombre

ra soltar los arneses, una de las cuerdas, deshilacha

bitados de horror, cómo mi madre y mi padre se prec

rrador de la carne. El rugido del motor fue reemplazado por un ruido espantoso y triturador. Una fina niebla ro

de mis pulmones, de mi visión, de mi propio ser. Todo lo que podía ver era

lanco. Un torrente de sangre caliente y espesa s

acia adelante, mi concienc

El patrón familiar del papel tapiz de damasco, el aroma a lavanda y la costosa colonia d

tillas. Revisé frenéticamente mi cuerpo. No había sangre.

taba

dose en mi celular en la mesita de noche. Lo arrebaté, mi

alla se

la mirada, una brom

Alejandro trajo

n vívidas, tan reales. El sonido de la trituradora, la niebla roja, la fin

, presionando mis manos contra mi boca para sofocar el sonido. Estaban vivos. M

ue había reconstruido minuciosamente por Alejandro, el amor que él había traicionado ta

ntra él. No le daría la sati

él quería. Le dejaría tener a su preciosa Valeria. Dejaría

ídos con sus pequeños y enfe

, salí de la cama y corrí. Corrí fuera del penthouse, pasando junto

án, los vi a través de la ventana. Mi madre estaba regando sus premiadas rosas. Mi p

. Irrumpí por la puerta y me arrojé a sus brazos, aferrándome a

untó mi madre, su voz teñida de p

. -Tenemos que irnos -dije, mi voz urgent

confundido-. ¿Tú y Alejandro tuvieron una pelea? Ha

de Alejandro era un veneno amargo en mi boca. Había sido bueno. Hasta

saban que era mi salvador los había asesinado de la manera más horrible imaginable

en mí. Tenemos que desaparecer. Legalmente. Necesitam

nfianza entre padres e hijos, un vínculo más fuerte que el poder de cualquier multimil

exorbitante e irrastreable de una cuenta secreta que había abierto años atrás como un pequeño acto de rebelión.

s confines de la tierra. ¿Pero la muerte? La muerte era definitiva. Una muerte legal, una muerte falsa y ampliamente publicitada, cortaría sus lazos obsesivos

ré justo cuando Alejandro llevaba a Valeria a la

mo la seda-. Ven a conocer a Valeria.

elea, una repetición de la histeria qu

a zalamera que sería su cómplice. El dolor por mis padres era una pied

tranquila, serena y

tan suave y plácida como un lago

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