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teré por un video viral mientras preparaba su postre favorito
decerse. No era la primera vez. Hace tres años, golpeó a un hombre has
Incluso le perdoné el aborto espontáneo que su arrebato violento me provocó. Juró que
romesas resonaban como una broma cruel. Me había abandonado de
ce años, finalmente se secó. Esto no
léfono, mi
dación in vitro -le dije a la clínica-.
ítu
Audra
evo, un ritmo insistente y desesperado contra la impecable encimera de mármol. Estaba revolviendo el delicado crème brûlée, preparando
Sara, una captura de pa
esto, ¿verdad? ¿E
ones, cada una un golpe seco a mi tranquila tarde de domingo. Había enlaces a noticias, capturas de pantal
Jacob. Mi prometido, Jacob Daniel, el hombre que había amado por más de una década, irrumpiendo por el pasillo como un loco, arrebatando a una
debajo se desp
, el genio de la tecnolo
ates! ¿No hizo algo par
res años, literalmente le dio
ones, sino por una pelea pública. Había agredido a un hombre, violentamente, frente a la inauguración de una galería, todo porque alguien supuestamente había insultado el arte de Kierra.
rtista». El público se había dividido. Algunos lo llamaron un héroe, un pr
onsabilidad! ¡Mi ángel sufriente!». Lo había apoyado entonces, convencida de que era una locura de una sola vez, un acto de caballerosidad mal ente
extendió instintivamente para estabilizarme, aterrizando de plano sobre el quemador de la estufa aún caliente. Un siseo agudo. El olor a piel quemada llenó el aire, mezclándose con e
lo. Mi pulgar buscó torpemente su contacto en la pantalla. El teléfono sonó una, dos veces, y luego la voz femeni
mo las promesas que me había hecho esa mañana. Hacía solo unas horas, él había e
s labios rozando mi cabello-, esta ve
ión, sus ojos reflejando mi pr
r que nos unía. Me había prometido que había terminado con Kierra, que ella era un error, un f
s una orilla estéril y silenciosa. No quedaba ira, ni lágrimas, ni el dolor familiar en mi pecho. Solo un agotamiento tan profundo que sentía como si me hubieran vaciado el
aración con el abismo abierto en mi pecho. Mis movimientos eran lentos, deliberados. Limpié la cerámica rota, barrí los pedazos destrozad
ntraron el número de la clínica en mis contactos
cita de fecundación in vitro programada para l
a al otro lad
n? ¿Quizás podamos reprogramar? Ha e
. No hay necesidad de reprogramar. Y... qui
lencio
er, ¿está segu
z adquiriendo un escalofriante filo de
silencio por un mom
ker. Veré qué podemos hacer
mienzo, forjado de las cenizas de

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