guardia de vigilancia que paseaba su residencia, y luego entró cerrando de un por
o lo que debía hacerse en su casa. Él no necesitaba esta casa tan grande, pero para Cox era imposible deshacerse de ella con tantos recuerdos que había compartido allí. "Recuerdos" que lo hacían feliz,
rvirse una cerveza, colocó todo en la mesa y se dispuso a saborear su pla
llo frito y arroz co
palabra que lo po
l trabajaba. Allí festejarían el inicio de su último año universitario. No era extraño que muchos de ellos quisieran tenerlo de amigo, de hecho, asistió a algunas fiestas
e semana y si el sábado en la noche no surgía algún plan, asistiría un rato al lugar y luego se devolvería a dor
hacían olvidar por muchos momentos su realidad. En sí se había llenado de trabajo para que cada vez que llegara a casa, él simplemente tuviese un objetivo, "dor
es de Durango y al mismo tiempo Médico en el hospital central de la misma ciudad, no le d
acerlo, pero esas cosas lo distraían por largo rato. Estacionó en un supermercado cerca y luego se fue directo al almacén. Estaba
iv
ó, esta mujer lo i
go siguió caminando buscando
s me han estado insistiendo, y dicen que tú aún no les respondes
ga Olivia, no debes dejarte manipular por ellos. No estoy seguro si iré -re
metido en su cama, y ella estaba buena. La situación ahora era que, Olivia era... muy exasperante. Aunque Cox le habí
eno. ¿Qué harás
ahogado, ya le estaba fastidiando este plan de Olivia por querer ligar con él a toda hora. No quer
odía hacer lo mismo?», pensó mientras vo
migo que llegó d
te vea mañana... en la fiesta de los chicos,
mente, O
u colega cuando un movimiento, ese color de
a otra parte del auricular, pero él
s leía una etiqueta de un tarro de leche. Ella fruncía su ce
an rojos como si hubiese llorado. Sin embargo, ese efecto en su
taban a la piel, y en la parte de arriba tenía una franelilla de tiras blanca. Él podía ver la blancura de s
o. Entonces se dio cuenta de que
Colocó su celular en un bolsillo y caminó len
a mujer en el mundo a no ser que sea para satisfacer sus necesidades. Y justo cuando estaba a
¿haces compras en
s manos. No podía creer que Andrew estuviese aquí de nuevo jodiéndole la vida. «¿Ac
ar con nadie en estos momentos, y menos des
su respuesta y luego se giró dándole la e
ca te había visto. Pero me parece gen
rnó confundido. No había nada que debía hablar con ese ch
w -la mención de su nombre solo emocionó má
la atención de Ana. Ella colocó la leche en el co
lestaba, de hecho, le parecía gracioso y en muchas ocasiones entendía que quería solo
chaqueta frotándose las manos-.
entendió que debía ser rápido si no qu
atría, creo que quieres adelantar y estar preparada para una segunda clase después de
in saber qué hablaron en una primera clase. Era obsesiva con el orden. En el momento quiso tomar la libreta que Andrew le estaba ofreciendo, pero, dudo mucho
preguntó fría sin quita
pactado por su pregunta
. Pero... si no lo quieres... -hizo el intento por guardar
y te la devol
ndole la libreta la cual ella tomó rá
algo a cambio -Ana
mal, en nuestra carrera tendremos dificultades que, con la ayuda de alguien más se podrán a
imaginar la situación que An
n? -pregunt
si, a...
en Anaelise, cínica, pero los labios curv
bromeando -
ás serio posible, y aunque ella le estab
iré mañana para ver q
a fiestas, no soy así, te equivocas conmigo, ade
sonrió
. Y Anaelise, si estás tan enojada con tu forma de vivir, debería
dijo. Ella tenía el escozor en sus ojos aun de la cita de esta tarde, y ahora un completo descon
inar su miseria. «¿Qué estaba haciendo con su vida? ¿Acaso ella estaba colocando más amarg
có los productos de los que ya había leído la etiqueta. No compraba los alimentos específicos por tener una figura esplénd
bido a que estos alimentos de cierta forma le hacían sentir una tranquilidad en el momento. Sin embargo, este descontrol podría llevarla a u
o que Oliver le dijo. Se sintió desecha, pero este no era el momento ni el lugar para desarmarse
e había inquietado y mucho. Primeramente, por las palabras de ese chico llamando Andrew como lo nombró su estudiante impuntual. Él le había dicho que frecuentaba
eacciones de la chica; ella no estaba interesada en nada de lo que competía a ese chico, de hecho, parecía que Ana estaba pasando por un mal rato,
íveres y comida que ella había colocado en esa cesta y arrugó su ceño. Respiró profundo y pensó que quizás est
quellos mensajes que por la tarde había recibido de sus estudiantes de último año. Sabía a qué fiesta asistiría ese tal Andrew, c
cuerpo había experimentado. Así que rápidam
chicos, cuen