boles frutales y un hermoso jardín con bellas flores. Todo era alegría en la casa de don Pedro hasta que un día llam
nariz larga, era una persona afable, como padre amoroso se levantó rápidamente de su mecedora y corrió rapidamente a la cama de su pequeña niña iEstá temblando! Y es la fiebre dijo el padre. Entonces, le dijo a su mujer: ensíllame el y el caballo y preparam
, y alcanzó a ver al buey que rompía la cerca y que furiosamente se dirigía hacía él. Enseguida emprendió la huida, mientras el endemoniado animal con sus ojos como llamas de fuego estaba a punto de darle alcance, él con gran afán trataba de alcanzar uno de los árboles que se encontraban en l
cudía su cabeza para poder desprenderse a su oponente. Pero todo le resultaba inútil. Aquel fiel animalito seguía aferrado a sus narices luchando para salvar la vida del preo
alió de su escondite, y agradeciendo el noble gesto del animal le dijo: Y tú, ¿de dónde eres? ¿Acaso no tienes dueño? Entonces, el can l
examinó la niña y luego abrió una de las gavetas y extrajo un pote con un jarabe que le dio a tomar a la niña. La fiebre comenzó a bajar y poco después se recuperó. Entonces el d
o, luego él le narró todo lo sucedido, entonces, Doña Juana le preguntó ¿Y qué nombre tiene? No sé, respondió Don Pedro. Entonces vamos a ponerle un nombre, dijo doña Juana: le llamaremos Vagabundo sí Vagabundo, será su nombre, dijo