es de rematar a un adversario, lo reservaba para
io solo tenía seis años, su padre le había dado una buena zurra allí mismo, delante de todo el mundo. Le había puesto sobre sus rodillas y le había azotado por haber protagonizado una rabieta en público. Mario no quería tomarse las espinacas. Años
ión en su imperturbable rostro y alargó la p
ta -dijo al fin con tono indiferent
.. -Ernesto logró dominar
lvieron la cabeza hacia la pareja, atraíd
tura -señaló Mario-. El restaurante está ll
absoluto que se produjera un escándalo,
de que creaste tu imperio solo sabes arruinar a los demás. De acuerdo, has conseguido el treinta por ciento de las acciones de mi empresa. Has jugado bien, lo admito, y has ganado. Pero te es
los labios. Eran pocas las personas que le habían v
ado era una sensación deliciosa, embriagadora, imposible de igualar. Por muchas veces que la experimenta
esopló de
ías que luego puedas despedazar para sacar dinero. La mía no es rentable y lo sabes. Levantarla de nuev
ban irremediablemente. La edad era una de esas diferencias, aunque probablemente la menor de ellas. Mario tenía cuarenta y tres años, mientras que Ernesto contaba con setenta y uno. L
erder el tiempo, así que Mario permaneció en silencio, esperando pacienteme
o imagino, pero aún no sé qué pretendes. Si no quieres venderme las acciones, es porque vas a finalizar la operación y a absorber mi
entendido. Voy a d
tembló d
ás una
uedo permitírmel
algo pe
sup
anos, desde la nada. La he construido duran
caba a la mesa con un gesto de la mano
hacer. Y tú lo conte
ión-. Dime qué quieres. ¿Que suplique? Lo haré. No te creí capaz de
n gesto de la mano. Su tel
iendo el teléfono con la mano. Ernesto estaba a punto de estallar de indignación, pero no le quedaba más remedio que aguantarse-. Bien, date prisa, no puedo hacer
sobra a su hijo para saber que lo habí
extraña. Como si no conociera a mi mujer. Estará dándose el tercer masaje del día, o perdiendo el tiempo de cualquier otro modo.
eléfono y
asado alg
os malditos perros
agarró po
ias. Quiero saber si le h
ma la mano de su padre c
ú, en cambio, puedes ir olvidándote de tu empresa.
mar
ecogió su abr
ófer cerrando la puerta de
aría como poco media hora en llegar, a pesar de estar a un máximo de cinco minutos
abogado, uno se había colado en la casa del vecino, un tipo desagradable con el que ya había tenido altercados en el pasado debido a
pero ella insistió hasta que lo consiguió. «Es por mi seguridad -había
mente de nada. Había más cámaras de vigilancia que en el Museo del Prado, pero eso daba igua
omador de leones que cobraba una fortuna por adiestrar a los perros, no atacarían a nadie si no se les gritaba una palabra concreta. ¿O era un gesto especial? Mario no lo recordaba. Pagaba mucho para no tener que ocuparse de
teléfono. Cuando recuperasen a los animales, cuando Mario pagara lo que hubier
l responsable de que se hubieran escapado y lo despediría. Lu
e Orgaz, en el barrio de la Piovera, una
e su chalé. El vecino estaba despotricando, pero su abogado parecía controlar la situación.
xigió saber Mario sal
se alegró
untó un agente de policía demasi
mi
os se ha colado
sado alg
vecino le ha
que pagar alguna multa le traía sin cuidado-. ¿Me ha denunciado porque se le ha colado un chucho en
de esos sacos de pulgas que no paran de ladrar cuando alguie
ladra y yo no me q
na confrontación. Los policías impusieron or
lo visto tres de sus perros siguen des
vo en doble fila. Se bajó un hombre mayor con la b
el abogado a Mario-. Pen
o as
escapado -le reproc
ible? -pregun
ero si le hacen
, a menos qu
tres. Vas a encontr
quear la calle. Salieron dos agentes arrastrando a dos enormes dóberman. Los animales se negab
de preocupación-. Si estranguláis a los per
tó el policía-. No creo q
asta el coche y ech
Mario y a los demás-. Pero sol
as de matar como si fuesen marionetas, con una sencillez que invitaba a pensar que cualquiera podía hacerlo. Esa era la única r
una mezcla de palabras dulces y órdenes firmes del cuidador, pero al llegar junto a la puerta se giró como un
tó el cuidador-. Nunca les habí
l policía-. Les encontram
mo? -preg
ust
ustar a esos perros. Les he entrenado personalmen
n cosa de chuchos, pero cuando miran hacia abajo y meten
e -insistió
visto -dijo el policía-. Esos perro
Todos volvieron la cabeza hacia la casa. Los perros ladraron enloquecidos en el
con el cuarto perro. Si estaba herida, tendría problemas con la
de los agentes -. Vamos co
rio cerró la puerta antes d
s pasar. Somos la policía y
guida, pero si no es el caso,
jarles pasar.
Inventa alguna excusa
ma, completamente destrozada. Aquello no podía haberlo hecho un perro, ni siquiera un hombre corriente. Se necesitaba a alguien muy fuerte para arrojar una nevera por la ventana, probablemente más de uno, eso le hizo pensar que tal vez no hubiera sido buena idea dejar a la policía al
, cariño? -gritó casi
uvo re
no había un solo objeto en su sitio, era como si hubiera pasado un tornado por allí. Una de las pare
con todas sus fuerzas. No era
una voz que definitivame
para tener un pecho capaz de emitir aquel sonido. Le recordó a la voz de un ogro que había visto en una película d
illo vio dos piernas asomando tras una esquina. Se arrojó al s
rpo. Comprobó el pulso y suspiró aliviado al comprobar que estab
, papi? -tronó la m
de lectura resuelto a enfrentarse a un ladrón, probablemente uno muy gord
dante luz natural. Había un elegante escritorio, que Mario nunca utilizaba, pero que quedaba bien, y dos sillones algo incómodo
en que le sucedía algo al animal. Estaba aplastado contra el suelo, sin moverse, y con la
ando las rodillas-. Tienes que levantarte y
o no se
or encima d
ro de ve
ba y su corazón estuv
base de piezas de cristal, más de trescientas si no recordaba mal.
la imagen que le transmitían sus ojos. Dio un paso hacia atrás
n delicadamente en el suelo como lo hubiera hecho un gatit
tremadamente pálida y daba la
ia, ¿qué te
o. Veía los labios de su pequeña moverse pero no podía creer que ese sonido saliera d
un grito desgarrador. El cuello del perro se partió. La niña sostuvo la cabeza del animal sobre la suya, dejando que una sangre de color marrón oscuro se de
convencido de qu
, papi? A lo mejor
Sintió un golpe en el hombro, algo rebotó en el suelo. No ne
*
iguos, mal conservados, que amenazaban con derrumbarse y sepultarla. La pequeña parroquia se encontraba en medio de u
a la puerta. No le extrañaba haber tardado tanto en encontrarla. Aho
erior. Había muchas velas y demasiadas columnas en un espacio tan reducido. Las telarañas eran t
abogado imaginó que se trataba de la Biblia, una lectura ideal para perder el
o contra las sucias paredes de piedra. El cura alzó su rostro angulos
ado torcido, que le superaba en altura, y se apoyó en él para caminar. Al abogado
eseas,
las palabras, como si fuera una activ
var una plegaria
e escucha a sus
cuche, ya me entiendes. -La cara del cura no varió en absoluto-. Me han hablado de
se agradecen en estos
n que estaban hechos los bancos para los feligreses, si es que había a
e hablo. Este es mucho más generoso de lo habitual. Trabajo para Mario Tancre
ió levement
no es de nuestra in
e hubiera gente que no supiera quién era Mario Tancredo, sobre todo,
este lugar, él atiende las plegarias. Y no me refiero al Señor. Me han ordenado
e siguió hasta una cruz bastante grande esculpida en la pared, insufic
tus oraciones. Espero que aquel qu
religioso. Estaban realizando un negoci
te lo ent
a. Señaló una repisa polv
ir ese tipo después d
le interesa, él se pondrá en contacto cont
o le gustó e
etendes que suelte un par de oracion
nciona -dijo mu
ario había sido muy explícito y él no cometería el error de enfadar a su jefe. En su opinión, algo había perturbado a Mario, algo que
archó camina
ó al abogado e interr
de aqu
ó de la cruz. Se sentó y le miró con unos relucie
se encogió
demon
recitó la plegaria al pie de la letra. Al f