mi cuerpo, de hacerme olvidar de mis prejuic
amente dejo mis pechos al descubierto, sonrió de placer, yo besaba su cuello, respiraba cálida y delicadamente cerca de su oreja, acariciaba su cabello negro, jugaba en su pecho y espalda. Al observarme hambriento y detenidamente sus manos se posaron en mis pechos, acarició, apretó, jugó de la manera más placentera, que jamás me
e con su lengua y sus labios cada parte de mi, acarició deleitosamente mi intimidad, sus dedos parecían tocar un
acerlo para complacer a una mujer, benditas todas las mujere
y muy bien organizados, me sonroje porque lo escuché emitir varios gemidos, y pensé muy dentro mio: " No lo estoy haciendo tan mal". Él como si leyera mi mente me dijo: -eres fabulosa, única y atrapante-. Me be
ndí que no quería que me moviera, me abrazo y descanso su ros