ue todas las miradas están puestas en la gran pantalla colgada en la pared principal, que reproduce en directo la presentación oficial de Júnior, jugador estrella del club merengue. Su figura suscita mucho interés, p
cemos como otros días, sino que empleados y jefes compartimos mantel. Es la primera vez que tengo el hon
r a Júnior que no le respondo de inmediato. ¿Hace cuánto, que no lo veo? ¿Diez años o más? El niño delgadito y t
ar mi nombre y regreso c
gible y noto cómo las mejillas adquieren u
en mi mente con el sobrenombre de «gilipollas número uno». Es uno de los coordinadores Sénior más prepotentes e insufribles del banco. Superv
ante del imbécil de mi compañero, decirle que conozco personalmente a Júnior y, que durante seis largos años fuimos al mismo colegio de Londres. No obstante, me quedo calla
ña, sería una excelente apuesta para nuestro banco. -Abre una aplicación financiera en el m
lamada del dinero ya que es de todos sabido que el empleado que consiga un cliente así se aseguraría un puesto permanente en el banco y un sueldo superior a los cuatro mil euros al mes, po
de las prácticas; soy una empleada base sin voz ni voto que cobro un sueldo de mil cincuenta euros al mes. De normal, no almuerzo con ellos, pero hoy la situción ha hecho que las mesas de los empleados base se juntasen c
nuestra entidad al pez gordo del Bernabéu. Repiquetea con los dedos en la superficie lustrosa de la mesa al tiempo que la maquinaria d
to a los jefes que están dispuestos a sacrificar la muy deseada hora de la comida y convertirla en una reunión habitual, pero las cinco empleadas base que nos hemos visto obligadas a comer
ficionados le devuelven el gesto tocándose la parte izquierda del pecho. Noto una conexión muy fuerte con el que fuera mi amigo en la infancia y me siento orgullosa del hombre en el que se ha converti
es al que he bautizado como «el gilipollas número dos»
oy el más antiguo y me faltan menos de ci
na inexperta como yo, sabe que antes de provocar una guerra interna de intereses, un buen gestor debería acerc
hablar inglés, compañero -le suelta
e locos, los responsables de las cuentas más importantes del banco desenvainan
n cliente ficticio. No sé en qué momento decido ser partícipe de esa conversa
pero vivió en España hasta cumplir los seis años. Ad
e llevo puesta y me quedase en sujetador. Están presenciando asombrados cómo una empleada b
spectivo hacia mí, señal que nada de lo que yo tenga que decir puede ser
, ojear revistas de economía. Es improbable que avances en tu carrera más allá del puesto base que ostentas ahora, pero sería
pero mi genio se ha despertado y n
a que soy capaz-. Dije lo de antes porque conozco al señ
s frecuentábamos los cursos de primaria. Parece que me esté lanzando una advertencia del tipo: «Una cosa es ir a la misma clase y otra, muy distinta, es presumir de que lo conoces en la actualidad».
cupera de la impresión, alternando su mirada del televisor, en donde el fo
el peligro. Los ojos del señor Ríos se han convertido en dos esferas enormes que bril
Durante seis cursos. Después mi familia y yo nos mudam
jefe al tiempo que teclea con rapidez en su agenda táctil, a todas l
a Cenicienta; de lo contrario, te buscarás un problema. Mira a tu alrededor, esto es un mundo de alfas, los jefes Sénior están a punto de engullirte
s gestos de asombro de los machos alfas que no dan crédito a que entre
en la mesa. Parece haber tomado una decisión. Me mira co
tu apell
rón que, a todas luces, está a punto de c
falleciera en una misión humanitaria en Siria. Después de eso, mi abuela paterna nos quitó
mi intensa vida familiar, aunque tiene el
llevas trabaja
contrato en prácticas y hace un me
nciada
e licencié es
las i
via, pero le conte
padre era inglés y viví en Londres hasta cumplir lo
rrículo y, aun cuando no posees la experiencia de tus
inco jefes Sénior me observan asombrados, puedo ver el odio reflejado en sus miradas. A sus ojos, soy una
erencia en esa locura-. Le recuerdo que el
no hayamos terminado de comer. Se levanta de su silla haciendo un gesto hacia el resto, señal de
n, confío en que lo sea pronto. Trae a Júnior a este banco y serás nombra
or encima del hombro a los cinco alfas y se parte de la impresión al comprender que podría ser su dirigente en breve. Casi se desmaya al
ía estudiar en un buen colegio y me permitiría el lujo de pagar a una enfermera para que
a se esfume de mi cuerpo tan rápido como ha aparecido. Las palabras de mi superio
onseguiré dar con Júnior? Y en el hipotético caso de que lo logre, y él tenga la suficient
nidad de abrir la boca durante el almuerzo, parlotean animadas sobre el último concierto de Pablo López. Estoy tan absorta en m
os mientras me dirijo pensativa a mi cubículo y me dispongo a trami
horizonte dándome a entender que ese no es asunto suyo, de ninguna de las maneras. A ella le gustaría ir al concierto de Pablo Lópe
nada, pero