ande
siado bronceado debido al sol de Miami, segura mente era de eso muchachitos surfista que se pasaban en la playa, ligando con
fuera solo para estacionarlo. Mi buena acciĂłn del dĂa, prestarle mi auto a ese muchachito con cara de idi
puse los ojos en blanco y le entregue las llaves del auto.―disfr
ntos privados.-conteste de manera seria,
ados del hotel, solo son utilizados, por el per
si le gustaba perder el tiempo. ÂżPorque simp
soy yo?-le pregunte
nimiento y luego observar el Koenigsegg CCCR plateado estacionado abriĂł los ojos y m
pĂł tartamudeando con torpeza.-di-discu-pe, mi torpez
botones abrió la puerta por mi me dio una cordial bienvenida. La "cordialidad" era uno los fundamentos básicos del hotel, pues dar un buen servicio al cliente,
tes. Los telĂ©fonos en el área del Lobby no dejaban de sonar, mientras las recepcionistas a tendĂan a los clientes y las llamadas, los botones venĂa de un lado para otros llevando los carros maleteros cargados de
os grandes color azul, aproximadamente debĂa media 1,68. Usaba el uniforme de manera elegante pero provocativa, algunos de los botones de su bl
sort.-me salido la mujer de manera coqueta.-mi nombre es R
nte directamente tal vez ella tuviese deseo de coquetear pero como ell
xhibirse y mostrar sus atributos pero que no suelta prenda antes de recibir algo a cambio. Siempre es lo mismo en la vida siempre es: "un toma y da algo" y má
estaba ocupados por cosas más importantes cómo editar que el infeliz de Gilbert continuase robándome. Bastante hacia
e encuentra, ocupad
nera arrogante―si, acaso deseo―la interrumpà antes de
hablándome con desdén―pero se encuentra ¡O.C.U.P.A.D.O!―dij
o señorita más dinero del que puedes siquiera soñar.―la mire a los ojos con seriedad. Mi voz cada vez era más frĂa y amenazante, la joven pelirroja ya no parecĂa tan altanera sino nerviosa.
se a indicarme la direcciĂłn de las oficinas de administraciĂłn para no abandonar supuesto. Pero si se tomaba esa libertad y era tan altanera solo significa algo o alguien le brindaba ese privileg
***
erly
hubiese atacado, serĂa capaz de despedirme. Y en este momento más que necesitaba mi trabajo. TenĂa que calmarme, ¡no me podĂa dejar llevar por el pánico!
―señor Gilbert, yo..
eĂł sus dedos por mis m
me aleje lo mas que pude de Ă©l. Pero choque contra la pared, me sentĂa presionada
le juro que grito!―dije tratando de no sonar asustada. Pero era imposi
, algo, algo se me tenĂa que ocurrir para salir de aquĂ. Desesperada porque no se me ocurre nada para persuadirlo de que no me haga nada, recurro a mis instintos de s
ste se ―¡Suélteme, Suéltem
do―solo quiero que sea más amable conm
. Me muero del asco, de la repulsiĂłn quiero vomi
con desesperación―¡Suélteme, Su
―dije e intenta b
ILIO!―grite pero me dio una bofetada p
enĂł. Y me agarrĂł por el brazo
do―¡Suélteme, viejo asqueroso,
o y me rompiĂł los b
a roto la blusa, ¡me iba a violar!, y nadie a pesar de mis gritos venĂa a mi
O!―grito―¡N
cer los milagros sĂ existen porque levemente escucho el sonido de la puerta ab
MANOS DE ENCIMA!―ordenó
. Miro con rabia mal disimulada a hombre desconocido pero solo por un leve momento. ParecĂa conocer al desconocido porque en cuestiĂłn de segundos la rabia
corbata―y-yo le pu-puedo ex-ex-explica.―dijo y sonrió con nerviosismo, pero m
ue hablaba. El desconocido se volteo y por primera vez posĂł su vista en mi. Dio un paso para acercarse a m
musculoso, sino por el simple hecho que su presencia tenĂa un nosequĂ©...un aire elegante y señorial que pocas personas poseen. Era un hombre poderoso y seguramente influyente se le notaba. Su cabell
nĂa un gesto de inexpresivo muy duro. Su miraba me contemplaba de arriba a abajo, como si estuviera estudiando pero se detuvo su mirada en mi pecho. Y fue cuando notĂ© lo que Ă©l observaba mi blusa rota. Por puro acto reflejo me tape el pecho abrazándome a mĂ misma con mis brazos
o su saco. La que lo lleva puesto sobre los hombros soy yo. Era el gesto más noble y caballeroso que alguien hubiera
a, y aun podĂa sentir las lágrimas bajando por mi rostro empapando
s. No, no podĂa ser Ă©l acaba de salvaje de ese asqueroso. ÂżEs que acaso Ă©l prentendia que le agradecerĂa el favor abriendo mis piernas
el asqueroso Gilbert, ya e
avor haga lo que le pido.-dijo con cortesĂa pero a pesar de su amables palabra era evidente que me estaba dando una orden. AsĂ que callada deje que me conduje está la puer
dor cuando estuve frente a las enorme puerta metálicas, presione el botón. Dos segundos más tardes se escuchó el timbre de elevador llegando y luego se abrieron las puertas. Entre al elevador y mirando el tablero digital del elevador presione el botón el último piso de la suite más grande del h
?―más lagrimas salĂan por mi ojos, y aun no encontraba u
erme encima. Primero mi novio me abandona por otra, luego descubro que por idiota estoy embarazada y no tengo ni mas remota idea de