nmigo misma y mis prioridades, por ser tan soñadora. Lo hago
or amiga, haciendo hincapié en cada dichosa palabra que sale d
do los ojos ante su exagerado
? -pregunta ella, sin entenderme del todo-. Amiga, con él, pasaría un millón
recia con las relaciones cliente- trabajad
go un estremecimiento, cuando me doy cuenta que su
erdes como esmer
olor café. Sim
onfieso, casi babeando interiormente, emocionada y
-grita Steph, s
me había metido y reacciono, par
con la cabeza, secundando mi afirmación-.
vuelvo a caer en la tentación y pues, no logro aguantar. Las ganas de
haber sabido disimular absolutamente nada. De igual manera, i
iene nada que ver conmigo. No sería tan tonta de
vuelve a mirarlo con descaro-. Yo de él, además de conocer sus millones, s
trándola por toda la cafetería, por meterse con mi amor platónico de esa manera. Aunque sé que, e
veces que me han notado de verdad, me muestran un hombre como pocos, dispuesto a ofrecer confianza, respeto y amor. E
l, esperarlo cada día, sentir mi sangre correr más rápido durante la media hora diaria que pasa aquí en la cafetería. Rogar para que decida, algún día, pasar al área de la
iempre los mismos. Unas ganas inmensas de acercarme y confesar mis pesados pensamien
ja. Doy un brinco, porque me había qued
sus brazos en jarra. Me mira frunciend
tartamudeo, nerviosa
o», pienso, resignada
davía no está adiestrada y él, como sabes, es
a miro, sonriendo por dentro; al parecer, l
o que eso significa. De repente, mis piernas tiemblan y
ja de mí, para conducir a Steph hacia la li
n malicia. Yo me quedo ahí, parada en e
te más», me digo,
a su lado, pero él mantiene su mirada en el libro que lleva trayendo consigo desde hace unos días. Carraspeo, para llamar su atención. Su reacción no es inmediata, levanta su mirad
carraspeo y ch
lar. Me pone nerviosa la profundidad de su mirada y cuando creo que voy a salir corriendo en dirección contraria, sonríe
, reclamo, resoplando y rodando los o
r duro para evitar perder la voz otra vez. Por
me desespero por querer escuch
ápiz en la pequeña libreta y desvian
s de silencio, y casi comienzo a sudar por las
o que pide cada vez, tengo estudiadas absolutamente
do un rol un poco empoderado. Me ofende bastan
mirándome.
en mis pensamiento
e notas? -pregunta, entonces, i
pongo a entregarle la libreta, miro uno
rito, al
s. Intento aguantarla, tirar de ella para que
recisamente lo que quiero -murmura, con voz divert
os. Suspiro, martirizada y angustiada a partes igu
rozando mi codo para que lo atienda-
Y no logro aguanta
, ¿
soy muy original y llevo bastante t
su cambio de humor, es como si se hubiera
doy vuelta, murmurando un
lo. Respiro con dificultad y tengo que sostenerme
siado», digo
salir? ¿Le diji
faltara algún tornillo y ella resopla, no conforme con mi reacción. Por unos segun
ncluye, rodando los
s tics», es lo único que pien