r mi cuerpo y calmar mis nervios. Diez míseros mi
se, poniendo la taza repleta de caf
, tomo la taza y la c
lo?», me reclam
esionalidad se refiere. Pero también hay que tomar en cuenta que, nunca antes, nunca, me había hablado. Mucho menos, tocado. El punto exacto donde tuvimos c
do -interviene Monse y
controlar los nervios y la sostengo con fuerza, para evitar pasar
e rinde. No. Me tardo unos sencillos segundos en llegar a su lado. Me ace
rmino de acomodar la servilleta, di
vuelta, cuando
autoritaria. De esas voces que no pued
-pregunto, con voz tenu
la mirada al instante y él sonríe, ant
Detallo sus cejas, perfiladas y gruesas. Su nariz respingada. Sus labios, a la vista suaves y carnosos. Su mandíbula marcada y el efecto varo
quedado tonta mirándolo. Pestañeo varias veces y me encuentro con su mirada divertida. Al momento,
sus ojos ahora no sonríen, muestran una ferocidad nunca antes vis
Seguramente yo escuché mal. Porque si no me equivoco, me está coq
cer, señor -murmuro, con voz baja y mi
pesar de que ya lo sabía, mi corazón se desinfla-. Pero e
nzo aún más de mis reacciones, pero es que, ni por nada del mundo, esperaba que su respuesta fuera esa. Demasiado profundo vivo en lo
ación. Me quedo paralizada. El calor que transmite su toque atraviesa mi camisa blanca de algodón. Me qu
su cuerpo, excepto su mano. Pero el espacio entre él y yo, lo si
de él al instante y me giro, para ver a mi jefa co
no puedo hablar-. Aquí la señorita, tuvo un percance y necesit
a y lo único que logro hacer, e
ensé que había algún problema con su pedido. Ashley, puedes retirarte y tomar
r mi pequeñito problema, pero no me vuelvo. Independientemente de que estoy flipando con todo lo sucedido, no entie
mejor, mantenerme alejada de él y dejar lo que sea que
ió salir? -Steph llega a mi lado, bombarde
jas, mientras espera mi respuesta. Pongo los ojos en blanco y resoplo, por
alir? -pregunto, mirándola seria y ella, se decepcion
pensé te había dicho algo importante -justifica ella y yo, me rela
pero intensas interacciones-. Solo me pidió que me esperara, cuando casi me iba. Me quedé mirándolo y fue como si
os manos. Bajo la cabeza cuando e
ión. Pero Steph es intensa, demasiado indiscreta y no le importa para nada, mi
qué de lo que hace, pero no me preocupa. Me mantengo ahí, parada sin hacer nada, esperando que el tiempo
su rostro se dibuja una mueca que no entiendo, pero que seguro no significa nada bueno-.
la cocina. Yo me quedo en
Dios
rme otra
otra de la pila y me dirijo hacia su mesa. Todavía tiemblo y tengo un poco de miedo por lo que
, para entregarme la libreta. Le enseño que ya lle
n eso, logro mantener mi cordura hasta que llego otra vez a su lado. Él me espera, con los codos apoyados sobre la mesa y sobre sus dedos pulgares, unidos en
nta, para relajarme. Él alza su mir
desfallecer con el calor que me está provocan
no hace nada más por al menos, unos dos minutos,
respaldo de la silla-. Te tengo una petición -murmura y yo, no sé si desm
e a él de una forma normal, no tan ridícula como sé que me veo. En la que le hablaré de mis sueños
a? -interrumpe mis pensamien
regunto,
ona su chaqueta. Con pa
a y otra vez, con la cabeza, como esos perritos que venden como adorno
e puedo negar y con seguridad, se la entrego. Él la toma y en el momento, sus dedos rozan los míos
cambia. Totalmente. Una mirada fría, desprovista de sentimientos, es lo que veo cuando vuelve a cruzarse con la mía. No entiendo los mo
rcanía. No obstante, continúa con mi libreta entre sus manos y me pide el lápiz, para escribir algo allí. Mi corazon
ga, antes de darme la espalda e irs
rme dejado completamente vulnerable, sino qu
res en el bolsillo delantero de mi delantal-. Es un merecido agrad
ensaje, ese que me demuestra que soy más que una imbécil por creer que tengo una oportunidad. Con alguien así de hermoso,
jos verdes. Por favor, ¿podrías de