cuchó la puerta abrirse, Lucero abrio lentamente los ojos , como si
le partió el corazón
su labios resecos al mismo tiempo que la
e sientes
en m
te vez
e ser madre. ¿Sabe? ; morire contenta, porque tuve el esposo más bueno y maravilloso del mundo, y sobre
Replico
es que San, encuentre una buena mujer, que lo ama y sobre todo a mi hijo, so
fuerzas, su agitación la h
me tiene
cotó la monja, sacándol
ó su cabeza, lloró, al sentirse impotente, era el hombre más rico de la ciudad y
esfuerce
días por vivir, el
sentía más débil, estaba segura
uriosa, se preguntaba ¿cómo era posible que su hijo la votará?
muy bien la información. Estaba dispuesta a dar con esa información, el tiempo en el que Santiago
cual no llevara su sangre, sea heredero de su fortun
, lo tuvo su suegra, después ella, y ahora la esposa de su hijo, tenía la obligación de parirle
hijos varones, la obligación de las pareja, era separar
nunca quizo divorsiarce de Lucero, aunque toda la familia se opuso que co
nfianza y podía ingresar al lugar donde mantenían oculto los papeles de adopción. Rebuscó cada carpeta, pero no encontró nada, se sentía n
ngresó le miró
aces aqu
re superiora, al pa
salió hace
donde
niño que adoptaro
uesta, Piedad se
ra hace visita a lo
es diferente! quieso obtene
a que ti
e una vez
salió, puso seguro al despacho y junto a Piedad co
ad, le
Qui
olo dijo que
, después de cinco largos años, G
se dirigió a su e
a otro continente, fuiste la única per
las monjas, apiadarse de las p
có a ella, y la abrazó, aunque piedad quiso resistirse, termin
e lo dejaste?, c
trago grueso, sus ojos se iluminar
La insistencia de Gisela, por saber de
supiera, tamp
a mujer ahí, al verla marcharse, Gisela soltó un suspiro, recorriendo la mirad
uerto y emprender su viaje lejos de ese país,
los que recientemente llegaban, el llamado de su vuelo, la obligó a mirar donde provenía la voz. Al mismo instante, un aroma que reconocía muy
lzó la mano con intensiones de pronunciar ese nombre, que hace años, no había pronunciado. Pero el llamado de su vuelo ld impidió que pronu
usan el mismo perfume?
miro hacia atrás, la joven que caminaba dándole la espalda, u
el vuelo de un hombre, alto y fuerte, sus ojos
er cumplir la tradición de su familia, si su he
o varón y su hermana igual, pero los hijos de las mujeres, no contaban para ser herederos. Por esa razón, Santiago, era el único que podía sac
an todos los años de su vida, su niñez, su adolescencia, su días de bo
perdón, aunque lo años habían pasado, ella aún no encontraba
as tras horas orando, supuso que algo grave había echo en el pasado, y
a tomó por sorpresa a Santiago, de la misma ma
resa tío! replicó abrazánd
rino favorito. Los dos rieron, m
lacer tene
s hombres siguieron hablando, se pusieron al corriente