tídica noche en la que la vida, así como la puso frente a mí, la colocó
o días y noches enteras, salvo aquellas en las que Leopoldo o su esposa me impiden quedarme, que han sid
sión y con los ojos cerrados esa pequeña bruja domina mi vida? ¿cómo he de llevar una vida normal y tranquila si por cul
almar mi ansiedad, nada de esto estaría sucediendo. Me abalancé a seguirla, solo quería obtener un mínimo de atención de su parte; aunque sabía que no obtendría
ar. Por primera vez me vi implorando silenciosamente a ese Dios del cual tanto habla mi madre, que le diera una oportunidad. Los doctores por la magnitud del golpe sufrido
el principio no manifestó sino rechazo hacia mí. Una mujer que a diferencia de la mayoría que se me insinúan, solo buscaba ocult
Desear la muerte de alguna de ellas? Jamás. Siempre fui consciente de que debía enmendar mi forma de vida, mi
iva representación de la mujer sumisa, inocente, todo por ganarse un lugar en la vida del hombre adinerado en el que ponen el
n lo dijo, carece de los atributos físicos que ella derrocha. Esa semana comprendió que no tendría oportunidad de ocupar en mi vida un espacio diferente
de celos, la suplica desplegada en el aire cuando dos días después del accidente regresé a mi casa, y le mani
ervidumbre, sumergida en el llanto y gritos desesperados, subí a mi habitación, tomé una ducha, m
nunca sucedió y que tenía una oportunidad de hacer las cosas diferentes por primera vez con alguien, con alguna mujer, y esa mujer anhelaba que fuese ella, solo que los dí
ana observándome preocupada-, debes continuar con tu v
o que haga que todo está bien cuando bien sabes que no es así -le c
Azael, apenas la viste
e para acabar con la luz que
ostrando, te creí un hombre con carácte
cer inestable, no subestimes a un hombre herido por sus malas acciones, puedo ser la peor pesadilla de cualquiera si me lo propongo, pero no
mpresión lejos de aquí, es evidente que mi hija te afectó más de lo que cualquiera hubiera imaginado -colocando una mano sobre mi hombro, como la m
entido caer en un abismo y ser rescatada en plena caída? -la observé fijamente-, no, ¿verdad?, pues eso hizo su hija con sólo fijar su mirada en la mía. Me mostró que en medio de tanta banalidad la vida siempre pondrá en