o por los aires. Continúe arrastrándome como nos habían enseñado brazo izquierdo impulsado por la pierna derecha, brazo derecho impulsado por la pierna iz
sobre la lluvia. Brazo izquierdo pierna derecha, brazo derecho pierna
ugar
ja que me indicara que una mina activa estaba cerca de mí, pero la lluvia continuaba cayendo imposibilitando v
ontinuaba cayendo uniformemente, avancé, repetí el movimiento siete veces más hasta que en mi campo de visión apareció una luz roja que tiritaba una y otra vez, se encontraba en el límite del campo al final
, una y otra vez, volví a lanzar la bota
ca del límite como para ver el balazo de los soldados, uno menos, eso indicaba, estaba seguro que los c
esta vez estaba seguro que no había peligro delante, el peligro venía detrás de mí y
echo pierna izquierda, volví a ver el límite y lo que quedaba de mi bota, deslizándome rápido llegué al f
o cr
l tenerla cerca puede notar que era una mujer; no la había v
taba presente en mis tímpanos, ella pareció percatarse porque me roció algo y
digas ¿cómo lo hiciste? –parecía
lodo–, la empecé a lanzar desde que la tierra se
revólveres y también había armas de combate cuerpo a cuerpo, espadas, dagas, cuchillos, estoques. Incluso había arcos y ballestas. Sabía que con esa tormenta no podría ver más allá de medio metro, como en las minas, decidí que lo ideal sería llevar un arma de combate cuerpo a cuerpo, algo qu
preguntó
e permitirá ver más
a mi mano y saliera un bastón metálico cerrándose alrededor de esta, después de dar una vuelta pareció expandirse, por un momento pensé que era un bastón de kendo, hasta que al final hizo una
para hacer esta selección más interesante – dijo la soldado al ver que
as dos manos par
enfadada que cuando s
e arma–. Necesitaría un rev
ltee, el arma no se puede cambiar
tro antes de rosearme con un gas. Ardía. Cada músculo de mi cara ardía, perdí el equilibrio cayendo al suelo, creo que en algún momento empecé a gritar hasta que ya no escuché la lluvia más, solo mi voz, hasta que distinguí que no era mi voz, era la de otro cadete ¿le habría
único que vi fue oscuridad. Pero no
escuchar una vez más era la lluvia. ¿Habría perdido la prueba? La respuesta a mi pregunt
–Me incorporé, oscuridad era todo lo que había a mi alrededor, era de noche y yo no t
estén todos los lugares ocupados–. Esperaba una respuesta, esperaba que me dijera que aú
o, mis ojos aún no lograban acostumbrarse a la oscuridad de la noche, seguía sin recibir una respuesta dispuesto a rendirme cua
erdiste el conocimiento solo unos minutos,
cadete, termi
. El pánico volvió
hora es ciego–. Dijo la soldado, lanz
e nada a mi alrededor, solo oscuridad. Continuaba cayendo cuando comprendí que iba en un tobogán, tenía que ser eso, por eso sentía ese vuelco en el estómago y no podía ver n
mpre, sin saber a dónde ir me puse de pie y empecé a correr, tarde
lo ellos sabían dónde estaba, ningún civil y menos cadetes teníamos acceso a ella. Dicen que lo único que queda de ella son ruinas y que su arquitectura no se p
g
s, y menos en mi ceguera, debía continuar corriendo. Corrí hasta que mis pulmones no daban más, me había atorado muchas veces con el paraguas, como d
ayudara a guiarme, pese a que había corrido demasiado tenía la vaga sensación de no haber avanzado nada; choqué con algo ¿un
a pegada a la pared, la lluvia continuaba cayendo en un movimiento uniforme, se había mantenido a
silbido, no reconocí el sonido hasta que impactó en mi pierna derecha. Un balazo. Sentí como la bala penetraba mi piel para al
lado, palpaba mi cinturón y seguía cojeando, quien quiera que me perseguirá creía que seguía cerca de él, pero ya estaba lejos, tenía que estarlo, no escuchaba má
ejón?, no, no podía ser, el eco de la lluvia era grande, estaba en una calle, debía virar hacia donde la pared conducía
té levantarme, pero el dolor no me dejó, tenía que hacer algo
ví a buscar mis dagas en el cinturón, esta vez teniendo suerte, no estaba
o visual y nada perceptivo con lo que había a mí alrededor, pero si lo hubiera sido ha
gatoria. Dejé la daga en el lodo e intenté maniobrar para formar una tira gruesa pero como le había dicho a la soldado malhumora
e permitía, intentando escuchar más allá de la lluvia, buscando dese
poteadero captó mi atención, pisadas, venían ha
alle te deja en una pare
e se quedó tirado, l
i se fue hacia la ca
o podemos ver, no irá a ningún la
an cazando a mí. Tenía que seguir antes de que descubrieran que había avanzado, al caminar el paraguas que llevaba
ra un estorb
te, es
mi mano, pero el paraguas seguía atorado, una
cortar el bastón metálico, era demasiado resistente y solo impactaba la hoja sobre él, empe
e di, cor
había
con algo cayendo al suelo mojado, no era algo, era alguien, comprendí después de escuchar el gruñido y sentir que s
final. Rápido. ¿Cuál es tu código? Quiero
a había caído y no podía tomar la otra, él estaba sobre ella y
me, dime
ara a salir, al menos si se lo decía podría decir que me ases
odaba el revólver y aún sin v
, un p