guiar y ayudar a los humanos en su paso por la Tierra. Con esa misión fueron concebidos ángeles y demonios, y se
ba paso a la creación, de la misma manera en que el día sucedía a la noche. La muerte no se aparecía antes de lo
surable. Comenzó a propagarse la creencia de que si deseaban más poder solo debían debilitar al adversario. Sabían que, al ser sus fuerzas opuestas, l
mbos reinos trataron de inclinar la balanza a
respingo del susto; no se esperaba que volviera tan pronto. Alza la mirada y observa el atuendo del señor que la ha importunado: un
iera deberías estar en la biblioteca -pese a su intento, Marx no suena demasiado taja
e interesan -se
zo rápido a la biblioteca, avanza por unos cuantos pasillos y rápi
cir algo pero Marx se le adelanta-. Oh, no. Que va. Este de aquí es mucho mejor: «Las infinitas capacida
adez. Tuvieron una conversació
a muy especial, de hecho. De esa que
a mueca de felicidad. Aunque intenta disimular, sus palabras le confieren cier
o está ahora
Có
es de lo qu
a por unos segundos si quiere responder
el cielo esté pasando por u
ueba del declive de la luz: Sadira es la última nacida en años. Concretamente, en dieciséis. La Fuente de Luz está tan débil que ya no es capaz de dar vida a nuevos ángeles terrenales. Y sin nacimien
dría nada mal una ayuda extra -Marx se aproxima a ella y extiende sutilmente la mano sobre su co
e lleva poco tiempo viviendo con Marx, se ha encargado de hacerle sentir como en un verdadero hogar
o Marx se molestó en detallarle uno a uno los hechos que tuvieron lugar
de modo que el acontecimiento se recibió con gran alegría. En la base de la fuente, donde se acumulaba la luz, el bebé que antes yacía sumergido comenzó a hacerse visible. Su piel lucía tersa y reluciente, e iluminaba tanto como el primer rayo de sol de la mañana.
ara la ceremonia pasaron uno por uno a conocer al nuevo miembro. Como todos sabían, y como marcaba la tradición, un nuevo ángel significa un nuevo vínculo. El elegido pasaría a ser la persona que le criara y le inculcara sus valores, po
vez se tocaron entre sí la conexión se desvaneció. Sabían lo que significaba; el enlace no se había producido y era turno del segundo.
menzaban a sospechar lo inimaginable: el enlace de Sadira no se produciría. Y más allá de e