n tanto poder. Pensó que su trabajo iba a ser meramente sexual, pero nunca se imaginó que pasar por seme
la mano de la mujer para que se apiadara de ella. La mujer solo desdeñó la expresión impotente de Nina. "El Sr. Tang ya te ha dado dos opciones. Deberí
"No, no quiero quitarme la ropa delante de ellos". Aunque Nina le fal
La mujer notó su vacilación y le recordó la razón principal por la cual estaba aquí. Desde su lugar en el suelo, Daisy asintió con vehemencia. Nina sabía lo que tenía que hacer, pero ¿cómo podía soportar tal humil
stenía cayó al suelo. Al mismo tiempo, un hombre entró en la habitación y dijo: "¿Por
o estremecerse. Ella lo miró fija
l Sr.
Teng est
Dio
ltitud comenzó a hen
e de pelo corto, vestido con una camisa de color oscuro. Era alto, delgado y guapo;
junto a Bobby y le gritó. Parecía débil y frágil comparado con la viril
onrojaban al tener estos pensamientos en un momento tan inapropiado. Bobb
ú?", preguntó Jase
oche. En cuando ella salió y me enamoré a primera
cia Nina. "¿No le informast
...
ero de hotel. Si hubiera sido cualquier otro número, no me habría interesado tanto robarla.
su bolsillo y escribió algo en la parte superior. "Realmente no es un gran problema. Sabes qué tipo de persona soy. No fue intencional, te lo aseguro. Fue una feliz coincidencia que la persona a la que atropelló mi coche también fuera la persona que buscabas. Pero no tenía idea de que eras tú q
gran Sr. Teng ha venido a disculparse conmigo. Me hace feliz cuando todos se queden contentos, así que aceptaré la disculpa". Mientras Jase hablaba, le entregaron sendas bote
spués de eso, abrió la botella y se sirvió vino directamente en la boca. Lue
amente, los ojos de Nina se dirigieron hacia Daisy, que todavía estaba tirada en el suelo. En ese moment
llevaron a Daisy a una habitación privada.
o. "Sr. Tang, no vale la pena pelear por una mujer con Bobby Teng. El proyecto de nuestra empres
lón que me dio es ridículo. Quería gastar dinero so
diera terminar, el hombre de mediana edad lo regañó, "¿Estás loco? T
Jase se volvió hacia el hombre de mediana edad y comentó: "Titan, no te preocupes. No causaré ningún problema por ahora". Y con eso, Jase se dio la vuelt
alguna a Nina hasta que
as, pero pensaba que t
de la chica, se encontró fuera del club y
a boca abierta. Ella extendió la mano y agarró la puerta del carro. "¿Cómo? ¿Qué acabas
que luego te mataran, ¿crees que hubiera comprado tu libertad con un millón de dólares? Tú y Jase son uno