o Nina, enojada. "Y sí, quizá me salvaste dándole todo
o. Solo por eso no te obligaré a que me devuelvas el dinero de inmediato, pero te llamaré cuando te ne
te antoje! Además, ¿no olvidas algo? Para empezar, si no me hubieras llevado contigo anoche, no habría ofendido al señor
ges ser inocente? Conozco a muchas mujeres como tú, y todas son
o! Estás muy equivocado, ¡yo
otel. Dime, ¿crees que me equivoqué al juzgarte? Eres tú quien quería vender su cuerpo, ese era
que me pasara. Pero, ¿cómo puede alguien como tú, que ya tiene todo lo necesario e incluso más, saber de los problemas de otras personas? No mereces ser mi ídolo. ¡Eres ...eres un bastardo!". Iracunda, agarró su teléfo
arjeta que le había tirado, sintiéndose incapaz de irse. Cerró la p
Luego, arrancó su auto para seguirla. Pudo ver que Nina se estaba limpiando el rost
era su problema. Sin embargo, tras alejarse unos metros, se de
r el autobús, manteniendo una distancia prudencial.
aspecto desastroso. Al llegar a
a la ropa que le había dado Daisy, lo que la hizo sentir increíblemente
no la viera con aquella espantosa y escasa ropa, así que decidió ir primero al
l cabello para remove
elicado cuero cabelludo; aunque esta sensación también env
siado asustada. Dejó que los sollozos sacudieran su delgada figura hasta que otras personas entraron al baño. Fue entonces cuando
ra, Bobby observó la escena y anotó el número de la habitación. Luego, se coló sigilosamente a la sala de servicio y se puso una bata
ro. La operación de esa tarde había sido exitosa, pero eso no significaba que iba a poder escapar de l
mucho calor. Estuve con
o seré una carga para ti. Cuando salga del hospital, podremos ir a cas
bo ir mañana al banco, recuperaremos nuestra casa y le pedir
es han sido muy difíciles para ti, hermana. Si no fuera por mí y por mi co
demás, estoy segura de que nuestra situación mejorará", dijo acariciando su cabeza con cariño. "Descansa un poco, ya no t
pagar las operaciones de Leon; por ejemplo, había alquilado la gran casa que ya tenía para recibir dos mil trescientos dólar
en ese lugar, solo en
dirigirse allí, sin sab
ivo, sonó un pitido. Bobby presionó su
ca necesitaba el dinero para el t
ornó su rostro. "Ya lo sabía. Dile a esa anciana que cierre la
ro, ¿no cree que ell
ió Bobby y colgó. Siguió mirando
davía, ¿de acuerdo?", dijo Nina mirando sus pertenencias que habían sido arrojadas fuera de la casa
a. También necesito comer para vivir. Estuve tratando de llamarte todo el día para avisarte, pero no respondiste. Ya le alquilé tu habitación a otr
sa y cerró la puerta. Aquel fue el sonido del últim
pudiera hacerlo, un brazo apareció y detuvo su mano. Se volvió, sorprendida, y vio a Bobby Teng det