a blanco y transparente, su cabello era una maraña de pelo. Se llevó la mano al pecho, estaba agitada, su corazón latía con fuerza. Recordó y pensó en
r que su pesadilla estaba a punto de comenzar. El lugar estaba frio y silencioso. Marianne seguía estando tensa, con las manos entrelazadas a la altura de su abd
l ventanal. Una franja anaranjada en el horizonte le avisaba que estaba amanecien
o hombre podero
l lago, los edificios bonitos que rodeaban el lago, las calles empezando a llenarse de tráfico y peatones. Estuvo de pi
n azul y esperó que se en
oz femenina y estática salió del
ía. -respondió Marianne inclinándose levemente al comu
oper. -dijo la voz f
el día. Primero se tomó una ducha larga y serena en su baño bien amueblado. Luego se vistió de un traje de lino color gris, calzó zapatillas bajas de color negro, un broche para el cabell
. Y mientras caminaba por el largo pasillo hacia el ascensor. Tres hombres vestidos con chaquetas n