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Marianne Cooper creyó haber escapado de un infierno. Pero el pasado ha regresado a ella con odio y deseos de venganza. Un hombre al que una vez amó, pero que desconocía sus oscuros secretos. Ella logró escapar, durante seis años se mantuvo alejada de él. El destino y sus designios la volvieron a encontrarse con él. Durante seis él la había olvidado, pero seguía odiandola por haberle quitado una parte de él. Después de seis años, ¿Finalmente decidirá vengarse aquel hombre? Ó, ¿Será ella quien haga el primer movimiento? Ningunos los dos sabrá como terminará su historia de amor y odio hasta que pase lo que tenga que pasar.
Ridgewood, Nueve Jersey, Junio de 1974.
Diez minutos antes de que ocurriera, Marianne, de cuatro años de edad, se encontraba sentada en el suelo de su habitación con las piernas cruzadas ordenando el mobiliario de su casa de muñecas. Estaba harta de jugar sola y quería ir a la piscina. Del comedor le llegaban las voces de mamá y de las señoras que habían sido sus compañeras de escuela en Nueva York. Charlaban y reían mientras almorzaban.
Mamá le había dicho que Sarah, su hermana mayor, había ido a una fiesta de cumpleaños con otras niñas de doce años; por ello, Beth, que algunas veces la cuidaba por la noche, vendría a casa para nadar con ella. Pero cuando Beth llegó, se puso a hablar por teléfono.
Marianne se apartó del rostro su larga melena rubia. Hacía rato que había subido a ponerse el bañador nuevo, color rosa. Quizá si se lo recordaba a Beth...
Ésta, acurrucada en el sofá, sostenía el auricular del teléfono entre el hombro y la oreja. Marianne le tiró del brazo.
-Ya estoy lista.
-Un minuto, cariño, estoy discutiendo de algo muy importante -dijo Beth, que parecía enfadada-. Odio hacer de niñera -oyó que susurraba al aparato.
Entonces, la niña se acercó a la ventana. Un gran automóvil pasaba lentamente. Le seguía otro, descubierto, lleno de flores y, tras él, más coches con los faros encendidos. Siempre que ella veía una comitiva parecida, comentaba que se acercaba un desfile; pero mamá decía que no, que aquello era un cortejo fúnebre camino del cementerio. Incluso así, a Marianne le recordaba un desfile, y le encantaba salir a la acera para saludar con la mano a los ocupantes de los coches. Algunas veces le devolvían el saludo.
Beth dejó el auricular en el soporte del teléfono. Marianne estaba a punto de preguntarle si podía salir para ver pasar a los coches cuando Beth volvió a descolgar el aparato.
«Beth es mala», se dijo Marianne. Salió de puntillas al vestíbulo y echó un vistazo al comedor. Mamá y sus amigas seguían hablando y riendo.
-¿Os dais cuenta de que nos graduamos en el «Villa» hace treinta años? -decía mamá.
-Bueno, Marie, al menos tú puedes mentir sobre ello -contestó la mujer sentada a su lado-. Tienes una hija de cuatro años. ¡Yo tengo una nieta de esa edad!
-Pero nos conservamos bastante bien -añadió otra señora, y todas volvieron a reír.
Ni siquiera se molestaron en mirar hacia Marianne. Eran malas también. La hermosa caja de música que una de ellas había regalado a su mamá estaba sobre la mesa y Marianne la cogió. Se encontraba a cuatro pasos de la puerta. La abrió sin hacer ruido, cruzó el umbral y corrió por la calzada saludando a los vehículos del desfile.
Los observó hasta perderlos de vista y luego suspiró, esperando que las visitas se marcharan pronto. Dio cuerda a la caja de música y escuchó el sonido de un piano y un coro de voces que cantaba:
-Al Este, al Oeste...
La veo en fotos, revistas y en televisión. La conozco. Ella me conoció. Mantengo la esperanza de que vuelva, que deje los vicios, que acepte que su vida no gira en torno a excesos. La quiero devuelta, para volver a ser lo que nunca fuimos. Todos los personajes le pertenecen a Meyer
Su mundo no podría ser más perfecto. Tenía todo lo que deseaba y lo que no lograba tener a su alcance, lo conseguía con un simple batir de sus pestañas. En su cabeza, el resto de su vida estaba limpiamente planeado y calculado: se casaría con el amor de su vida, tendrían una bonita casa, un perro y serían felices por siempre, así que, ¿qué podría salir mal? Sin embargo, su idílica utopía se fue directo al infierno cuando despertó un día con una terrible resaca y, peor aún, con un acta de matrimonio que ella no recordaba haber firmado. ¿Cómo reaccionarían sus padres cuando se enteraran que se había casado con el hijo de la mujer que ellos más odiaban en el mundo? ¿Cómo tomaría su novio la noticia de que había contraído matrimonio con alguien más? Y lo que resultaba más desconcertante: ¿por qué había decidido no terminar el matrimonio inmediatamente?
Lascivia. Lujuria y Deseo Las vacaciones acabaron y Rachel debe volver a su puesto como teniente en el ejército de la FEMF, encontrándose con que la central de Londres no es lo mismo. Llegó un nuevo coronel, soberbio y con una belleza que no parece humana. Hombre que no tiene ojos sino dagas de acero que la ponen entre la espada y la pared al sentirse tentada por su superior. Ella sabe que no es sano, bueno, ni correcto sencillamente porque quien incita deseos impuros es el mejor amigo de su novio; Bratt Lewis. Christopher Morgan no es solo el coronel, verdugo y dictador del ejército más importante del mundo, tambien es el terror de la mafia italiana y a futuro el arma que dañara al que predica ser su hermano. Él tenía claro a lo que iba, pero Rachel despertó tentaciones sexuales regidas por aquel pecado desconocido llamado lascivia, demostrando que en cuestiones de pasión no hay amigos, alianzas ni compromisos. Él esta casado y ella sueña con lo mismo, pero la tentación desencadenará entre ellos un torbellino de pasiones, lujurias y deseos que solo viven aquellos que se hacen llamar amantes. "Sus actitudes son las de un desalmado sin sentimientos, pero su físico... Joder, su físico me humedece las bragas." Mafias, ejércitos secretos, infieles, adicciones y engaños. ¿Complicado? No, complicado es convivir con la tentación hecha hombre.
En las sombras de la noche, en Caldwell (Nueva York), se desarrolla una sorda y cruel guerra entre los vampiros y sus verdugos. Y existe una hermandad secreta de seis vampiros guerreros, los defensores de toda su raza. Ninguno de ellos desea aniquilar a sus enemigos con tanta ansia como Wrath, el campeón de la Hermandad de la Daga Negra... Wrath, el vampiro de raza más pura de los que aún pueblan la tierra, tiene una deuda pendiente con los que, hace siglos, mataron a sus padres. Cuando cae muerto uno de sus más fieles guerreros, dejando huérfana a una muchacha mestiza, ignorante de su herencia y su destino, no le queda más remedio que arrastrar a la bella joven al mundo de los no-muertos. Traicionada por la debilidad de su cuerpo, Beth Randall se ve impotente para resistir los avances de ese desconocido, increíblemente atractivo, que la visita cada noche, envuelto en las sombras. Sus historias sobre la Hermandad la aterran y la fascinan... y su simple roce hace que salte la chispa de un fuego que puede acabar consumiéndoles a los dos.
"Durante su trabajo de medio tiempo en un bar clandestino, Wendy se emborrachó accidentalmente. Cuando se despertó, se dio cuenta de que la habían confundido con una prostituta y que había perdido su virginidad. Después de tener una aventura de una noche con Charlie, un hombre increíblemente guapo, Wendy tiró doscientos dólares para defender su dignidad. Sin embargo, el comportamiento arrogante de Wendy molestó a Charlie, quien, en venganza, volvió a llevarla a la cama. ""¿Qué quieres?"", dijo Wendy molesta. ""Asumir la responsabilidad de lo que te hice"", respondió Charlie sonriente. ""¿Pero cómo?"", Wendy continuó. ""Al seguir acostándome contigo""."
Riven Adams es fuerte, confiado, amoroso y feroz. Todo lo que una Luna debería ser. Zaden King es fuerte, peligroso y despiadado. Todo lo que un Alfa debería ser. "No juegues con fuego mi amor. Seguro que te quemas". Sabía que sus palabras pretendían ser amenazantes, pero lo tomé como un desafío. Me di la vuelta y pasé mis dedos por su suave cabello, lo jalé hasta el nivel de mis ojos, nuestras caras estaban demasiado cerca, podía sentir su aliento y su intensa mirada en mis labios. "No puedes quemarte si tienes el poder de todo un océano".
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Cuando eran niños, Derek le salvó la vida a Norah. Años más tarde, Derek quedó en estado vegetativo tras un accidente automovilístico y Norah se casó con él sin pensarlo dos veces. Con sus conocimientos médicos, incluso lo curó. Durante dos años, Norah amó a su marido con todo su corazón, esperando poder devolverle su bondad. Pero cuando volvió su primer amor, él pidió el divorcio. Sin dudarlo, ella estuvo de acuerdo. Lo que pocas personas sabían es que ella, etiquetada como "abandonada", era en realidad una piloto de carreras, una famosa diseñadora, una genio hacker y una reconocida doctora. Lamentando su decisión, Derek le pidió perdón a Norah. De repente, apareció un encantador CEO, abrazó a Norah y le dijo: "¡Aléjate de mi esposa!". Sorprendida, Norah soltó: "¿Qué?".
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