quiera de tragar, la garganta me dolía, sonreía apenas, él hizo un gesto con la cabeza para q
razón, Delfina
me. Mejor bajo. Tu casa es m
on pi
e de la situación: hombre millonario, guapo, pícaro, inalcanzable, me encontraba atractiva lo suficiente para echarme un par de miradas indiscretas, y es
rlo, yo lo tenía ahí repasándome con descaro cuando cre
stoy comprometida, es e
hace sentir bien que
ue, se me acercó a explicar el horario, comenzaría yo. Cuando me explicaron todo coincidí con Camilo, era un tratamiento exagera
alculada, era un moreno de cabello liso y de complexión fuerte, me explicó que él se encargaba de llevar
poco valían, yo era como una presa asustada y él un cazador hábil, la suficiencia de su mirada me dejaba saber que notaba co
mi trabajo aquí será solo
r
al, lo de ahora pudo hacerlo una empleada doméstica, pero Delfina
l dinero me cae m
o de controlar mi corazón con miedo de que pudiera oírlo. Sentía calor emanar de su cuerpo, él rompió en risas ligeras y yo bufé sacudiéndome, c
tas el dinero para
ro hacer es un posgrado, ahora no puedo paga
. Mi corazón estaba acelerado, me costaba trag
de graduar, ya quie
uiero hacerlo y para lograrl
sup
omo miró mi cuello, aspiré aire con disimulo, me ardía la garganta, me dolía por la forma como evitaba tragar tan cerca de él, me oiría, se daría cuenta. la sensación de vértigo se hizo más intensa c
serio me pidió que dejáramos todo así, que no me acusarí
egu
, su rostro mostraba signos de contrariedad, me esquivaba la mirada, sentí alivio y frustración. Me
rra interna celebró que lo afectara como lo hice. No quería tocarme en la ducha pensando en él, pensé que sería infiel al hacerlo. Después de ducharme decidí entrar a la cama, a
lectura que tenía pendiente, cuando vi la hora eran las 3:11 am. Bufé, me parecía increíble que el tiempo hubiese pasado tan ráp
ma de vigilancia sofisticado, me reí de mis absurdos pensamientos. Me acerque a pasos rápido y vi a Máximo sentado en un mueble cerca del comedor. Tenía las
n? -pr
no podía
uraría que sonrió por la mueca que se asomó en la pared por la sombr
e de Delfina, duerme como dopada. No le di
roso como que hubiese bajado solo en medio de la oscuridad con s
dente. Deberías t
i hablara de otra cosa. Supe que no sonreía. Su voz cuando sonreía era melodio
lo -se apresuró a decir con ton
a que llevaba cuando lo atendí. Me crucé de brazos y no fui capaz tampoco de esboza
r -dije-, mi cabeza rodará si c
las escalera
más cómoda, de lo contrario, me meteré en la cama y no dormir
acia arriba por instinto, sen
y un brazo libre, puedo maniobrar con lentitud. Y creo que
terior t
difícil
Busca a Enriq
terminamos los tres conversando hasta que amaneció. Máximo no me miró más, no me sonrió, evitó mi mirada y evitó conectar conmigo en la frívola conversación que teníamos sobre películas de
rrilla -dijo Enrique levantándose del
ilos. Gracias. Irene, in
abio inferior imaginándolo desnudo. Enrique era guapo y contemporáneo conmigo, pero mi cerebro se enfocaba en el hombre de éxito, el