auto, cómo siempre, fingía estar dormida para que la cargara hasta el interior de la vivienda. Mági
el mismo nombre, el dulce con la misma característica. Si me ponía a la tarea de recordar más cosas, seguro lograría conseguir otras similitudes, pero no; no era el momento de hacerlo. Justamente Eva estaba por llegar y por ser sábado, debía encargarme de la cena. Me adjudiqué esta labor desde que dejé de trabajar en el periódico, porque sabía, por experiencia propia, l
a, antes de cualquier cosa. Satisfecha su atención, procedía en anotar el pedido. En menos de veinte minutos, tanto las croquet
omento con la niña creando nuestro propio ambiente familiar exponiendo todo tipo de conversación, desde hablar de música, películas, hasta programas de televisión, preferidos
único plato que le gustaba que le sirviera. Toqué un par de veces la puerta de su cuarto. La niña de ojazos claro abrió, pero dejando una minúscula brecha que me permitía ver solo una parte del lado frontal izquierdo de su cuerpo,
a otro en la sala hasta que tomé la decisión de llamar a Eva por teléfono desde mi celular al suyo. Su móvil repicó varias veces, per
lograr disminuir parte de la mala energía que me agobiaba. Al escuchar que la puerta de la sala se
ó fue esperar por parte de ella una disculpa que nunca emitió, ver que sostenía su actitud a la defensiva y lo único que hizo fue quitarse los zap
no me digas que no es nada, porqu
un mal día¡? -respondió, solt
jamás me has visto tr
lemente, no han sido unos días buenos para mí
mbio de actitud. No olvides que yo conozco la dinámica, pero nos
sas para cumplirse. No quiero seguir discutiendo, solo quiero ba
seando que tuviera razón
de quicio pidiéndole explicaciones. Debía engavetar, por el bi
dirme disculpa, acabando de una vez por toda con esta situación que me estaba llevando a los límites de mi paciencia.
V
ta vez no esperé a que el agua se calentara, solo era cuestión d
e, pero reaccioné porque no quería pasar esa noche sin que habláramos. Por fin la vi salir del baño con su bata gris puesta, secando con la toalla blanca su larga y negra cabellera (aunque no la veía tan voluminosa como antes). Sacó la ropa para dormir del armario y se volvió a encerrar. ¡Esa
ia se desvaneció y fue remplazada por un sentimiento de culpa que me hizo olvidar todo su rechazo. Traté de abrazarla, pero el repudio representado en su rostro me bloqueo cualquier intención. Era evidente que mi actitud le repugnó, ocasionando un cambio de roles, donde yo dejaba de ser la víctima y pasaba a ser el cruel victimario violento, incapaz de poder dominarse. Se desabrigó con rabia y salió del cuarto lanzando la puerta. Mi intención fue seguirla, pero n
29 de feb
..! ¿Por qu
aquel que despierta
? -respondí sin percatarme
caracas ¡No vez! ¡Muchacho bobo
La persona que me estaba hablando era una niña como de mí misma
fecha
chaveta!? ¡Estos días que han pa
hablar con tanta
! Debería estar atendiendo a los heridos,
an colocado tratamiento intravenoso. Respiré profundamente por un par de segundos, de igual forma me levantaría. Por lo menos no fue doloroso quitarm
ca... ¡No lo creo! Se te ven las pomp
verdes. Podría tener unos nueve o diez años de edad, aproximadamente. La repele
onseja l
ue ponernos.
do cuando se trata de llevar
a!? Por menos que eso he dejado a muchos
e eso. Mejor dicho... ¡
dónde podríamos conse
gran mayoría de pacientes se encontraban dormidos y el personal médico reducido. contamos con la suerte de conseguir ropa de nuestra talla en la segunda
embargo, debíamos andar igual con cuidado: la capital
unté, caminando camuflajea
tricia, pero mis amigos me di
o gust
amar Paty! -respondió con un gesto de a
-le respond
recortó en el acto al recordar q
arme como te dé la gana
ardo. Bueno..
seguro de cómo te llamas? ¿D
s muy difícil explicártelo, así
ué te pasó? Un club de veje
... ¿Y a ti por qué
doctor, de
¿Tus padres no te
nder a un desconoc
ardo ¿Re
fin... Cuéntame.
n estar vivos o mue
no quieres contarme yo sí te diré dónde están los
so! -le respon
omercial. Cuando lograron violentar la puerta de aluminio del negocio, no contaron con la astucia de los dueños que los e
No
parte del clan; mis padres mi obligaron a acompañarlos. Marcos recibió el primer disparo y Ana, destinada a morir c
edaste a a
a frente! ¡Ni de riesgo! Logré ver los cadá
o te dolió
por su culpa! -Se recogió la falda para mostrarme la
de tus padres! -r
Por el camino ambos se cruzaban todo tipo de groserías. Yo pensé que Ana por fin había reflexionado y supuse que, de ahora en adelante, las cosas serían diferentes; mucho mejor. ¡Ah, tan ilusa yo! Resulta que la señora había conseguido un mejor postor. Gracias a Dios el tipo resultó ser un infiltrado de la policía. ¡Por maricas! Los dos
empatía; lo cierto es que esa historia, perfecta para un guion cinematográfico, aun le afectaba emocionalmente. A pesar de esa fortaleza que demostraba. ¡Por Dios! ¡Era
recen estar muertos! -Fue lo ún
é me cuentas? -pregunt
vor? ¿Conoces de un colegio q
d completa. Pero ese colegio es d
o ayúdame -le respo
No hay manera de llegar a menos que sea caminando. Estamos en una de las pocas zonas controlada por policías y guardias, pero está gente no res
s ¿Qué h
esguardarnos hasta que amanezca. Apenas termine el t
la prudencia hasta llegar al piso superior. Seguimos un camino largo donde según las señales que habían quedado a salvo del vandalismo de las personas nos indicaba donde quedaban los baños públicos. La puerta estaba trancada. ¡Nada que hacer! Pensé. Pero Paty me
da, Eduardo? -me preguntó Paty, recosta
uro con la intención de salvar mi matrimonio. -Ciertamente, lo había pensado. Por
o? No te ves ni siquiera como u
na carc
olo es un mal chiste
futuro" Si regresas a tu presente, búscame para saber si sob
nombre y apellido completo, o po
nombre completo es Ana Patricia Rivera Acosta. Por obvias razones sabes porque preferí utilizar mi segundo nombre. ¿¡Te gusta!? Par
orme sin sentido, su rostro también tuvo el mismo destino. Reconociendo lo