siento sin dejar de observar a su amiga y a la mujer qu
ra como ver su pasado, el que tanto quería ocu
un contratiempo -la estridente voz de Lorena la hizo ele
as para el primero que encontraste. -Movió la mano inten
erra, no permitiría a nadie más entrar a s
con él durante una hora en un pub. -Lorena señaló a la chica
gro de extinción. «Dios mío -rogó de nuevo a Dios en su me
a espantar a la clientela. -Ambas mujeres abrieron los ojos con asombro.
, así podría dejar de verse reflejada en ella y que los recuerdos que tanto la daña
scanse me enseñó a coser casi desde niña. Hago mi propia ropa, no se arrepe
nte oso hormiguero tuviese tanta fe en sí misma. Ni ella, que había l
tacándola y sacaría su ar
ue llevas, ¿qué edad tienes?, ¿cincuenta? -Aledis se atusó el
rsona y a copiado trajes idénticos a los tuyos para mí.
mo! ¿Cómo se atreví
rabajo debería llevarla a
gritaron am
rmitirse comprar nada en su boutique y estaba segura de que la costura de e
ovocando un silencio intenso e incómodo-. No te querrían ni en la cárcel, vo
portar esto. -Remedios quiso huir i
empre es así cuando se encuentra con algui
es esa puerta que se encuentra al fondo? -Señaló hacia la t
y caminaron bajo el e
será una epidemia?». Sintió un escalofrío y sacudió su cuerpo c
a horrenda falda plisada de cuadros hasta las rodillas y la acompañaba con un jersey color verde pistacho de cuello alto. Detuvo su inquisitiva mirada en el cabello reco
os y un estilista que haría maravillas con tu cabello,
enso acompañar a nadie ni ayudar
o atrás y se dio la
y dejó ver una sonrisa
imo comentario no fue con intención de ofender. Así que, ante e
cabeza con exp
o. Te voy a regalar un bote de crema suavizante
e, ¡¿ret
onstruosidad a su alrededor. Bastante tenía con verse al espejo todos los días y luchar por visualizar su yo actua
ue haces... -Hizo círculos con el dedo índice a un lado de la ca
s labios en lo que parecía un
tumbrada a toda clase de insultos, no será usted la primera ni la última. -Le dio la espal
ñora! El adefesio se a
el mostrador y comenzó a abanicarse con ellas
*****
gó a la casa en la que vivía con
a mujer que le dio la vida pregun
omo para no tenerle que dar explicaci
regalo para el cum
nrió con ge
s de forma regular. -Acarició su mejilla y volvió a senti
res y es mi trabajo. Gracias a ellos
a estaría muy orgulloso al ver el homb
era un dolor que sie
-Agachó la cabeza y mostr
observa desde el cielo,
a, se encontraba demasiado feliz
. ¿Por qué no vas a refrescarte a la piscina? Disfru
que ella lo llamaba, pero estaba deseando soltar la bolsa y darse un baño. Al llegar al pasil
í? -Escondió el regalo en su esp
del imperio informático que creamos juntos. -Sacudió la cabeza ante la estupidez de su amigo-. ¿Tú tan risueño?, q
cumbencia. -Soltó el rega
o viese porque lo acabab
cias por hacerme el milagro! Al fin la Bestia se va a vest
adre y no es para mí
cueva y encima comprando ropa de marca. Siempre seré la Bella en esta relación -d
la, es tu regalo de cumpleaños, uno de
el mejor amigo q
ian le hizo reír y olvid
el único que tienes,
que lo atendió; nunca vio una mujer más bella. Y lo mejor fue la forma amable en la que se comportó con él
lo. La chica que recordaba había sido una prostituta contratada por su mejor amigo el día que cumplió los veinticinco años. Cristian decidió
ar por ello. Sin saber de su estado económico. Le sonrió de tal forma que lo atrapó en sus encantos. «También le pagaste, imbécil; compraste en su tien
lució sus encantos frente
ones. De algo tendrá que servir las dos
ostrando su cuidado torso, a la vez que pasaba la
das quieren rallar su l
ó los ojos en blanco y
a Bestia? Deberíamos cambiar el n
onseguía entender las
ñaló a sí mismo-, y la Bestia. Con solo mostrar tu foto d
o agraciado rostro, por eso tú
ir un deseo que hacía mucho tiempo aprendió a ocultar,
erte. -Sintió el brazo de su am
más bella que vi -balbu
ro abandonado es por una
le
con esas dos pechugas? -Alzó las manos fingiendo agarrar en el aire el seno de una
uieres
ndo arqueando la pelvis hacia delante y atrás,
no te lo tomes a mal,
endido y sabiendo que nu
subiría sobre mí y le d
ado-. Ella es especial, se ve t
ste la herramienta? ¿Le hiciste gritar tu nombre? Ya sé, ¿la droga
e acosté con ella sol
ue la carne que cuelga se pudre y si yo fuera mujer no me acercaba a ese trozo putrefacto ni loca. -Cris ne
sé qué haría sin ti. Mejor
r con ella y conocerla, pero era consciente de que nunca aceptaría regalarle un solo minuto de su tiempo. Tenía que acercase