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erés estaba en descubrir lo que ese ser me había dicho, de las cosas que tendrían que suceder para convert
vocó un desagradable escalofrío. Pero nad
or descubrirs
de la nada. Después de más de dos horas de camino, no lograba salir del bosque. Seguí caminando hasta encontrar una cueva que, si
el que hacen mal y pueden llegar a matar. Si el demonio quería asustarme con eso, se equivocaba, había algo en lo que yo no creía... Y era en esos sup
o mi cabeza. Con una mano aleteé para quitármelo de encima. No se iba. No quería apartarse de mí. Corrí para alejarme de esa cosa, pero nada, parecía pegado a mi cuer
uere! ―grité con toda
mayúscula al ver aquel espectáculo. Jamás creí que mis palabras fueran
me sobresaltó y me di la vuelta para mirarlo. Era el Demon
a. Él no se movía, y
brero de ala ancha cubría gran parte de su rostro; las manos en los bolsillos en una actitud dis
onsultó cuando term
supone qu
brujos ―respondió co
o hice nada
erosa Chilpilla, much
enti
ntiendas si no s
a mis abuelos, ¿qué má
onrió como
ién era tu madre? Te d
ujas ―contesté
su madre, eres la séptim
se murieron.
de ellas ha vuelto en otro cuerpo, en otro lugar,
ca para mí ―exig
s y habilidades, cada una con un
alabra va dentro
recordando―. La palabra po
s cualidad
por ti misma, pero si
la palab
rato, yo sostuve su mi
u bisabuela, con el cará
n mis cua
n defectos que d
o hag
dan doce días por de
ba a ir, pero n
ra! ―g
or debajo de su sombrero con una e
e así, a hablarme como una insensata. No me caracteriza la pacie
la forma amenazante en que lo d
de forma intempestiva, pero no tendré mucha paciencia, eso te lo puedo
ar. Yo era como era y no me importaba nada ni nadie. Sin embargo, estaba segu
da en si volver o no, con otro cuerpo. Me se
vivir siempre
contestó un poco molesto, al parecer seguía enojado conmigo―. No estoy enojado
yo no quie
s parte de lo que tú eres, ya madurarás y ap
upone que d
otro, a mi querido padre no le gustan las impertinentes. Y él tie
adr
l sombrero y mostró sus hermosos
o niegue. Ambos somos dioses, pero él no quiere compar
uien hablaba. Él solo hizo un gesto de asentimien
no huyó de
dic
fue
a media
ilpilla, vine a ver cómo te tomabas todo esto. Suerte.
cómo vo
ecería. Me senté a los pies de un árbol a esperar. No sé qué, pero tampoco me apetecía seguir caminando. Entonces lo vi. En el lugar donde estaba antes el pájaro coo, estaba un hombre. El que me había gu
de noche en el bosque, así que me levanté y empecé a caminar;
n , y me dormí. Estaba cansada. La noche había pasado como una exhalación,
s seguir d
s ojos y me senté de golpe. El demonio estaba allí, parado como a
nquirí cuando mi
eve y c
ía anochecido. ¿Tan rápido pasó el tiempo?
ás de quince horas ―
ambre ―p
ieres que te alimente? ―se bu
permanecer en este lu
te qued
or más que corrí no llegué a ninguna parte... No me
sald
me voy a mor
que pudiera mirarlo mejor. ¿Tenía que ser así de bello? Sonrió de medio lado, se levantó un poco el sombrero y me miró
son capaces de co
se esconde det
por ustedes. La mayoría
terrible ―come
ra
en dirección opuesta a ese de
lo digo
más alto que yo. Por lo menos unos veinte centímetro. Alcé mi mano y levanté su sombrero,
or. Mis brazos los sentí adormecidos, sin fuerzas. Mis piernas flaquearon, tanto que me tomé de sus brazos para no caer. Él no hizo amago alguno de sujetarme. Pero lo más impresionante de todo fue que no pu
me dejó libre de su hechizo. Yo ba
tupidez, ya no estaba. Di una vuelta completa para