ITU
A
aún tardaría un poco en llegar, trabajaba cerca de allí, pero hoy se iba a retrasar, ya se lo había advertido. Su jefe la necesitaba para cuadrar unos informes, y eso le llevaría su tiempo correspondiente. Echó una ojeada al local, casi siempre lleno, y que ahora, más que nunca, se veía abarrotado, y se dirigió a una
bollo de mantequilla, por favor-so
ible la camarera, que apuntaba lo
on gesto adusto, molesto por la
propios pensamientos, y en lo que tenía pendiente, era necesario resolverlo cuanto antes. Sonrió a causa de sus elucubraciones, y en ese momento la camar
do del aguacero que estaba cayendo. Dio un sorbo al chocolate, y retiró la taza, el contacto con el borde le advirtió de que realmente estaba muy caliente, demasiado. Una figura estilizada,
ó ella-este viento y esa agua que ca
rada?-sonrió divertido el-es e
r el clima de esta ciudad. Si pudiera
irías segu
iba yo a decir
. Cuando me has llamado me has preocupado, he venido corriend
iró a los ojos, y controlando las lágrimas
me ¿crees que me merezco yo esto?-le mostró un brazo, en el qu
de haberte hecho eso? le voy
zo con fuerza, y le
as el golpe, esto se viene repitiendo desde hace algún
sitio que elijas. Ven esta tarde a mi apartamento y te lo tendré preparado. Ahora hablemos de cosas más alegres, ¿Qué tal va tu cu
cio del exterior, como si quisiera esconderlos de miradas indiscretas. Ana sonr
es el mejor amigo que tengo, no sé
amigo-bromeó-cosa que por otra par
vida, que había decidido darle una sorpresa, esperándole en su cafetería favorita. Desde donde se hallaba pudo ver con nitidez, como Ramón le entregaba un fajo de billetes a la mujer que estaba con él. Algo se removió dentro de sus entrañas, pues, ¿no estaba pagando los servicios de una vulgar prostituta?¿cómo podía estar haciéndole esto a ella?. Dejó que las lágrimas res
al día, si te sonríe te
ilia que te puede dar todo cuanto ne
creas, siempre dependes, por ejemplo, de la aprobación de quien ostenta el control
do dos imaginarias comillas en el aire-todos mis males desapare
rde en mi apartament
caso. Oviedo era una ciudad de tonos verdes, cuidada, como una niña, y que sorprendía a quién la visitaba por vez primera. Su historia tan vieja como el tiempo, la ad
tieron sus estudios, y sus aventuras de alocados jóvenes ansiosos por descubrir y cambiar el mundo. El objetivo de Ramón era hacer olvidar por un poco de tiempo, el dolor de la agresión sufrida, que su vieja amiga recuperase la sonrisa y con ella, el ánimo que necesitaba para dominar aquella delicada situación. Ana había sido una comprome
ba comprometerse con los que sufrían injusticias como era el caso. Quizás porque él nunca las había tenido que soporta
no sacarás nada en limpio, si no es aumentar tu rabia y tu dolor. –le pas
-le respondió con los ojos húmedos-ahora creo que será mejor que me dejes s
temeroso de que al queda
el dorso de las manos, mientras intentaba recompon
aba a levantar las escasas hijas que de las que los árboles se desprendían, de forma prematura. Ya en su coche, se acomodó retrepándose en su asiento, y suspiró con su mente puesta en Ana, y su problema, que no podía desechar de su cabeza. Arrancó y se dirigió a su apartamento, con la intención de terminar las páginas del capítulo de su libro. Había comenzado hacía un año y medio, y aún no sabía cómo terminaría. Su amigo Raúl, le había
perfiló la silueta del chalet en el que vivían sus padres, lo pasó y subió por una pendiente que lo condujo hasta un edificio de pequeñas proporciones, de tres plantas, coronando una colina de verdes
sta la tarde,-se dijo-si no, no podré d
le estaban dando. Insertar historias auténticas de niños maltratados, le pareció en un principio, algo que enriquecería su no
cabó por marcharse lejos, y fue de trabajo en trabajo, hasta que encontró un hombre con el que mantuvo una corta relación. Los malos tratos de el hicieron que ella recordase demasiado pronto a los que le daba su padre, y volvió a huir, a otra ciudad. El comenzó a beber y a culparse de lo sucedido, perdió su trabajo, y le co