ITU
ACIÓN D
os, de porte elegante, pero discreto, que se sentó junto a él. Pronto se dio cuenta Ramón, de que era afable y charlatán, a causa de su profesión como comprobó por sus propias palabras. Resultó ser un agente que representaba a lo
sin embargo, abierta y amable. Yo voy a firmar unos contratos para dos de mis representados. –Le miró espera
ante en mi vida y necesito reanudarla en otro lugar. –Recordó que su tutor una vez le dijo que un secreto el que mejor lo g
oria, escuchó con deleite la historia de aquel muchacho que se le abría como fruto maduro, en busca de desahogo. Al concluir
capaz, para sobrevivir a todos los problemas que esta vida suya le ha ido planteando. Si decidiera escribir su historia, yo me encarga
deseo que se sepa nada de esto, -se alarmó al comprobar que dejab
le extendió una tarjeta de presentación-quizás tenga o
biar hasta de nombre. Un nombre inglés... no, mejor alemán...no, no se veía con un nombre tan raro, uno...francés...si, francés. "Me llamaré, Jean Pierre le Monéc. Suena bien, ese será a partir de ahora el nombre por el que me conocerá el mundo". En su mente se iba creando una nueva personalida
ro también amargado, y tenía que sobreponerse, ella lo hubiera querido así. Aun podía ver su cara ensangrentada, ladeada en el suelo húmedo mojada por la lluvia. Unas lágrimas aparecieron en sus ojos, y se las limpió enseguida, para no tener que
sión, pues como el dijo, estaba seguro de que se volverían a encontrar, pues el destino, siempre cruza dos veces el mismo punto, con las mismas personas. El ajetreo de los viajeros que recogían sus maletas, y el ir y venir de las gentes que se apresuraban a ocupar sus as
ría el lugar de Ramón di Marinia. Debería dotarlo de un alma nueva, que resultase incombustible, y capaz de soportar el dolor, como no sabía hacerlo Ramón di Marinia. Se tomó de dos sorbos el c
edido, le hizo recapacitar. ¿Pues no era mejor conformarse con lo que la vida da, y no complicársela? en el acto rechazó aquella posibilidad. El era hombre resoluto, con ambiciones y proyectos, y nada le detendría si podía e
a más. Desde este preciso momento serás para todo el mundo, Jean Pierre le Mon
do a ser útil en trabajos en los que nunca soñó que pudiera p