ITU
REU
nathan, sus impresiones sobre aquella improvisada huida de Inglaterra. La pluma se deslizaba produciendo un
ue brotamos, para ser desarraigados por la mano de un rey cruel, que no ceja en su empeño, por extirpar la adoración a Dios, por n
bre en él. Ya había aprendido a reconocer los pasos de cada uno de los que convivían con él, todos tan distintos, y con tanto en común. Llevaban ya cuatro días a bordo del "Aurora" y Jonathan había decidido dejar por escrito, ahor
an por estas aguas junto a los de Inglaterra. Y ninguno nos daría apoyo o perdonaría de hallarnos en su ruta...de momento, solo Dios,
buscáis en mí consejo qu
e casarnos, e hijos, no tuve tiempo de tener...pero vos en cambio habéis sabido proteger a los vuestros y c
ué utilidad os
n esa tierra que se nos dará como segunda oportunidad, desearía casarme y tener hijos, que heredasen mi fe y mi título. ¿Me aconsejaré
ena en vos y cuando desembarquemos preci
aban que fuesen sus rasgos espirituales los que sobresaliesen y no sus logros materiales. Colocó un grueso libro a modo de pisapapeles sobre las escuetas palabras escritas en él y apagó la vela. Salió a la cubierta y miró al cielo nocturno donde la luna llena reinaba como dueña y señora del firmamento. Él dormía junto a su esposa en contadas ocasiones. No se debía tentar a los varones que no poseían esposa y por t
abriendo sus brazos-os
eras luces del alba se hiciesen ver en los cielos, entre la penumbra que deja la luna y la luz cálida de un sol, que anuncia un nuevo día, ella abandonaba el camarote y descendía junto a la cubierta inferior junto a las demás mujeres. Jonathan se lavaba frente al pequeño espejo y echaba agua sobre su
disiparse en medio de una t
vela a
puesto para atacar. Un miedo repentino le embargó. Pero no era todo, al poco otro galeón apareció en lontananza, era Inglés y casi estaba a la altura del holandés. Era evidente que se iban a enzarzar en una batalla naval. Camron pensó que sería la oportunidad de huir, sin quedarse a ver quién ganaba la partida naval. Pero las cosas no terminaban de complicarse, porque por e
anos de esos galeones...confiaremos una vez más en Dios y les esperaremos. Recorrere
ranjadas y grandes humaredas, que nublaban el cielo. El estruendo impresionaba, y el capitán no pudo evitar que la tripulación y parte de los pasajeros, se arremolinase en la baranda de babor. Mi
és, se preparaba para rechazar el abordaje pero este no llegó a producirse. La misión del galeón inglés era detener a los miembros de la iglesia puritana y devolverlos a m
ue disparar a un navío de Su Majestad pero no nos dejan opción. ¡Vi
o quien lloró y quién se aferró al cañón, como si de él dependiese su vida y no de Dios. Y los más, rezaron arrodillados junto a los cañones, esperando una señal del cielo. El galeón disparó dos cañonazos de aviso y sendas columnas de agua emerg
ar y seis balas salieron de la nao con rumbo al galeón. Una destrozó el bauprés que saltó hecho mil pedazos en el aire. Otra se incrustó en el castillo de