ítu
un parque, pero ¿En cuál?, en mi ciudad había por lo menos 12 parques, y para mí en ese momento y en la oscuridad de la noche, todos eran iguales o el mismo. Me arme de val
al cruzar ese callejón llegaría a la calle donde vivía, me arme de valor y propuse a pasar por allí, al dar el primer paso en el "callejón del Muerto", un frío r
mínimo rayo de luz. Me hallaba en un lugar donde el frío era constante, pero no tan fuerte, y sentía que una brisa me
mente no lo era. Imaginaba ruidos y murmullos y al mismo tiempo un inmenso silencio, sentía que m
emblaba de frío, sino que también de un miedo irracional e inexplicable para mis pensamientos trastornados por los efectos del alcohol. En ese mis
tado en que estaba me hizo irme al piso y ya en el suelo escuché pasos, estos paso
n miedo, que no me dejaba incluso levantarme del suelo. Pensé en quedarme allí hasta que amaneciera o que, aunque fuese
No sabía si iba en la dirección correcta o me regresaba por dónde había entrado. La oscuridad era mi mayor enemiga en ese momento. Quería volver a casa y me empezaba a desesperar por mi inútil actos de intentar llegar a casa. Me dije a mi mismo que en al
a a quedar allí ni, a esperar que amaneciera ni mucho menos a qué algo más pasará y me provocará un cuadr
r, esa fatídica noche después de unos tragos. Lo que me agobiaba ya no era mi temor, sino que mi propia mente se volvió en contra mía y no quiso seguir luchando y decidió dejarme morir en el maldito callejón de los cuentos y leyendas que utilizaban para atemorizar a la cuidad de Malavé. Tan grande que era la ciudad y termine exactamente en ese lugar, que decía estar maldito y yo de pura mala suerte llegue allí. Mis a
en debía hacer algo para salvarme de mi desgracia. Y fue en mi peor momento que comprendí que debía ser nada más que yo y solamente yo, el que debería salir de allí, por mis fuerzas, por mis