estado trabajando como secretaria de Alexander Holt durante casi un año, y aunque la carga de trabajo era
ntrado con su actitud profesional de siempre, esperando recibir instruc
dijo él, en un to
rte y siempre vestido impecablemente. La mayoría de las personas en la empresa lo describían como "frío y distante", y ell
n lo que haces -empezó él, sin preámbulos-.
miró, co
re decir,
presión pasó de la simple arrogancia a
ria. Hana sintió que su estómago se retorcía de incredulidad y repulsión-
ado CEO, le haría una propuesta tan... humillante. Su mente intentaba encontrar l
pondió con firmeza, controlando el temblor e
ella esperaba. Le sonrió, una sonrisa cínica, c
ero mi oferta estará abierta
hombre arrogante, eso lo sabía, pero no imaginaba que llegaría a hacerle una propuesta así. Durante días intentó evitarlo, ma
*
do vio el número en la pantalla, su corazón se aceleró: era del hospital. Su m
ue ella podía permitirse. Con lágrimas en los ojos y desesperación en el pecho, pasó días buscando a
ente a la puerta de la oficina de Alexander, con el rostro pálido y la mira
a la sorpresa en sus ojos, aunque rápidamente
ndo mantener la compostura. La palabra le
ma noche. El lujo y el refinamiento del lugar contrastaban brutalmente con la humillación que sentía. Intentó conve
ntre ellos esa noche
mo una simple transacción, pero no fue así. Alexander parecía absorto, observándola con una mezcla de deseo y fascinación que ib
mbral de la puerta. Su mirada, sin embargo, ya no tenía esa arrogancia que siempre la
-dijo él, con una suavidad q
rando no volver a enfrentarse a aquella situación. Pero, sin saberlo, aquella no
que su madre necesitaba con urgencia. Sin embargo, la sensación de alivio venía acompañada de una profunda inquietud. N
. Sin embargo, Alexander parecía decidido a desafiar cada uno de sus intentos de volver a la normalidad. Sus mirad
o, Alexander se acercó. Ella sintió su presencia antes de verlo
ina -ordenó con una voz suave, pero
le hizo un gesto para que se sentara en la silla frente a su escritorio. Él permaneció d
, con una preocupación fingida que
espondió, mantenie
la misma sonrisa arrogante q
-dijo, y su tono pasó de ser aparentemente ama
s, con la intención de
cisión personal y temporal. No creo
para acercarse a ella. Se inclinó, colocando sus manos
pasado? -susurró, y su mirada se oscureció-. No, Hana, no p
ndía a partes iguales. No se trataba solo de deseo; él parecía obsesionado, como si ahora fuera incapaz de verla c
no tengo intención de que lo sucedido interfiera con mi t
rezó y volvió a su lugar detrás del escritorio, pero su mirada nunca dej
res... lo respetaré -dijo, aunque su t
encontró formas sutiles de ejercer control sobre ella. La llamaba constantemente para que revisara documentos en su oficina, envia
ra esperando el momento en que ella cediera a su presión. A veces, le lanzaba comentarios ambiguo
jornada de trabajo, Alexander se
-dijo, con una voz suave que n
ío. Hana entendió que estaba sola con él y que negarse no era una opción fácil. A
cuando le lanzaba miradas rápidas, como si estuviera midiendo cada uno de s
uvo el auto y se quedó observándol
n un susurro, sus ojos ardían con una i
eguir con mi vida y mi trabajo -resp
l mismo desde aquella noche -dijo él, sus palabr
inado por la desesperación y la frustración. Hana intentó resistirse, pero una parte de ella sentía una atracción tan fuer
ería poner límites, mantener la distancia, incluso buscar otro empleo si era necesario. Pero algo en ella no podía negar
sabía hasta dónde llegarí
nder, aunque él parecía siempre encontrar la manera de arrinconarla en algún rincón, en alguna reunión "necesaria" o en algún almuerzo "imprevisto"
l remitente, su estómago se tensó; era de Alexander. Con un suspiro, abrió el mensaje, solo para des
er, pero dudaba que tuviera una opción real para rechazarlo. Decidió aceptar la i
lexander no tardó en localizarla en la multitud. Se acercó a ella, vestido impecablemente en un esmoquin negro que le hacía lucir más intimidante d
, aunque superficial, se sentía como una cadena. La velada transcurrió c
ra, Hana. Necesi
salida. Una vez en el balcón, Alexander la soltó y se apoyó en la bar
ti, Hana -confesó finalment
ón se aceleraba, pero tr
error. Yo lo hice por necesidad. Eso no significa
cercó y tomó su rostro entre sus man
és de todo lo que pasó? -susurró, sus ojos reflej
ejarme en paz. Yo... -Hana intentó zafarse, pero
tancia -dijo con voz baja y contenida-. Lo que pasó entre nosotros
sión. Sabía que Alexander estaba siendo sincero, pero también que s
ijo ella, con más convicción de la que rea
ión. Se pasó una mano por el cabello, y por un mome
desafiarme como tú. -La intensidad en su voz le dio escalofríos.
arse, pero él se in
en apariencia, llevaba un mensaje oculto-. Acepta que también siente
la, con voz temblorosa-. Lo que tú sientes
jó pasar finalmente, aunq
ro me aseguré de que necesitaras mi a