izar sobre un caso de corrupción de años atrás. Lo peor era que, al repasar la documentación, se trataba de Cosméticos Allyn. Recé por que se tra
ión publicada por un periodista de medios locales, con evidencia bastante sólida al principio, pero según avanzó el caso, se volvió circunstancial. Finalmente, Cosméticos Allyn
ra interesante y, además, sacaba un poco de la porquería de la familia de la escritora, quien se ne
pensé. Esperaba que se hubieran reformado, porque de lo co
cualquier posible pensamiento sobre el Sr. Fitz. Me sentía excesivamente enfad
sí cotejar cada parte de nuestras investigaciones para el trabajo final. Me p
. Fitz. S
previos a las vacaciones de Navidad. Me quedaba por delante una aglomeración de ensayos, redaccione
chicas del aula. No me molestaba abiertamente, pero en todo el domingo no supe
o adelantando un po
quiera una llamada perdida o algo que me
ón de la mañana, se
tal de fin
? –me levanté del asiento y recogí mis co
an divertido? ¿
rzo co
én lo habí
andon. Me apetec
nr
. Es más –registró su mochila, sacó un paquete envuel
Espero que no te moleste. Te hice salmón ahumado, con vegetales como guarnición. Traerlo en papel metálico no es
Demasiada información
decir y tomé el
ntó– Traje mi propio salmón ahumado. Además,
y seguí a mi compañero, que parecí
ez en el Parque de la
poco me
sería capaz de soportar dos encuentros de ese tipo en el mismo sitio, aunque supongo que lo de Frank y yo no
rosiguió Brandon–. ¿Quisieras
queo? ¿No está p
si estuviera a punto d
isieras allanar conmi
rcajada y asentí, p
ar mi expediente delic
que lo hacía, sin embargo en esta oportunida
aula comenzaron a b
ellas–. Saldrán en el periódico
as mujeres a otro nivel, que sabía entenderlas y no l
Al principio lo hice como una broma para el resto de mis compañeros de clase, pero
su tiempo. Sin la desesperación de mi profesor, pero con la misma intensidad. Nuestras lenguas no
arines acá presente les haya pas
de mí, como si quemara. Recogí mis cosas en medio d
esde la puerta, con exp
labial que le había dejado por todo el rostro. La mirada del Sr. Fitz fue
o cree que tie
e antes de que me p
un imb
na cual
andon no es
stante. Luego de unos segundos en los que ni siquiera parpadeó, dio media vue
eer su redacción. Va
n. Automáticamente, mis compañeros de clase me preguntaron por los deberes de Es
el Sr. Fitz había permanecido muy cerca de mí, pero no estaba segura de si ha
z te trata como una
del Este como parte de un cargamento de trata de blancas. Aquí m
ecía bastante afectado. –¿Cómo se te ocurre? Es mi profesor de Escritura y no
ital al pie de tu cama, y que te l
a. Mira lo que le sucedió
randon? –le dije–. Que dejaras de habl
r el pasillo, y pasé por al lado del Sr. Fitz, que estaba conversando con una alumna. Me m
becca. No so
on un poco, y él me apartó u
a las chicas del aula. Tienes una es
ás ce
¿Por qué l
dijo descaradamente, así que
al, para un chi
a? Me parece que soy
n tus palabras bonita
bonitas pare
Cualquiera pu
l que te ag
detuve, presionando mi
dije y di medía vuelta, pa
remos en
allanáramos el
mantiene la c
luz del día, son po
lmuerzo romántico, ¿o sí? Considéralo co
de todos los edificios de la universida
aba un sonido silvestre que me recordaba el de la casa de mis abuelos en el campo. Brandon me condujo por los recodos y caminos de allí como si estuviera en su ambiente natural. Me guio, sin tropiezos, hasta que alcanzamos una parte del parqueo alejada de cualquier rastro de la Universidad. Era uno de esos parqueos de varios pisos, así que ascendimos entre las ruinas, en espiral, por el antiguo camino de los auto
rias vueltas, como en el juego de La Gallina Ciega. Cuando me sentí un poco mareada, le hice una seña y se detuvo. Me dio la mano y avancé a tientas detrás de él. Me tambaleé de un lado a otro, producto del mareo, pero poco a poco recuperé la confianza en los pasos. –Detente,
e color lila y servilletas violeta. Los cubiertos eran dorados y refulgían a la escasa luz de las velas. Me había llevado a una parte del parqueo donde la luz no entraba, lo que creó una atmósfera realmente mágica. De una esquina salió un chico, muy parecido a Brandon, pero que aparentaba unos cinco
e ti. –¿De mí? Comienzas a sonar como un acosador. –No se llama acoso. Se llama interés. Me interesas hace tiempo, Rebecca. –Lo disimulas bastant
ltos en papel metálico. Se levantó del asiento, desenvolvió uno y lo colocó en mi plato. Luego acomodó los vegetales de forma tal que parecía sacado de una fotografía de
bien –le dije–. Hasta ahora me he podido sustentar con la cuenta bancaria de mis abuelos, pero creo que debía pagar yo misma mis gastos menores. Trabajar nunca ha matado a nadie. –Yo no lo necesito. Tengo que estar concentrado en solo una cosa: el estudio. Y mientras siga viviendo de mi blog, no necesito preocuparme demasiado. Será la manera más rápida de terminar la carrera y
uy observador, ya te lo dije. Además, lo compr
periodismo, me dijo que era amiga tuya. Le conté la idea de la cena romántica a la luz del día y me sugirió la lavanda. Lo del morado y sus tonos, lo deduje por tu ropa. Siempre llevas algo de ese color.
. Unas chocolatinas a las que tuve que romperles la envoltura. –Sé que no es lo más romántico, pero la parte de los postres no me dio tiempo. Deberes y esas cosas –me dijo Brando
la Bella y la Bestia, la escena en la que ambos bailan en el salón y Bella tiene el vestido amarillo. No soy torpe para el baile, pero el nerviosismo me jugó una mala pasada y pisé a mi compañero en más de una ocasión. Me sujetó fuerte contra su cuerpo y me hizo girar. Más que girar, con Brandon flotaba, y me sentía una princesa. Mientras la canción fue avanzando, el intercambio se volvió más
uelta con mucho estilo y no dejó de mirarme un segundo. –Entonces, ¿lo sigo intentando? –No te des por vencido, por favor. La canción se terminó y Brandon me dejó libre. –Ya debemos irnos a la biblioteca –me recordó. Nos fuimos de la mano por el camino de regreso. Benson se quedó recogien
imaria, lo que quería decir que Fitz estaría en la preparatoria aún. Si tomaba en cuenta esa línea temporal, ¿qué edad tendría Bárbara Allyn en esa época, que ya er
ella y experto en literatura latinoamericana. Luego fueron a juicio porque él la acusó de plagio, pero se demostró que Fitz no solo mentía, sino que tenía un escándalo de ghostwriters en su tiempo de estudiante. –¿Ghostwriters? –Escritores fantasma, Rebecca. Personas a las que les pagas por escribir algo que más tarde saldrá a tu nombre. –Fitz me parece bastante talentoso. Además, si está en la Universidad es por algo. –El Decano es pariente suyo. La última Universidad en la que estuvo lo despidió porque tuvo un rollo con una estudiante. Es decir, no le bastó con el escándalo de plagio, el de los ghostwriters y estar en el ojo del huracán por lo de Bár
que le daba seguridad? Pero tenía que despertar. No era una adolescente para sentirme tan fascinada por un tipo lindo que, mientras más sabía de él, más desconocido me parecía. Tenía que poner los pies en la Tierra, donde Brandon estaba conmigo. A las cinco salimos de la biblioteca. Yo seguía pensativa, y mi cerebro iba de Brandon a Fitz y viceversa. Sabía que lo correcto era esperar, ver si la atracc