ntran a la habitación con cuidado, se tra
uavemente – Su padre, l
nde sin siquiera levanta
maternal, cariñoso – ¿Quieres
sponde en
ido nada en el dí
gracias. – La
stá empezando a oscurecer y ella tiene las ventanas cerradas. Mia se dirige a su peinadora y se observa en el espejo, tiene unas ojeras bastante pronunciadas,
eaba llorar, solo se ahoga en su amargura. Aún está en pijama, un pequeño short y una
cía, tan abandonada, tan oscura. Luego de ser el centro de una celebración hacia unos
con paneles de madera en un tono oscuro. Sin embargo, el ambiente no era en absoluto lúgubre o pesado, gracias a la gran cantidad de luz natural que entra por las ventanas. Frente a uno de aquellos ventanales, hay un enorme escritorio de caoba oscura tallada, muy antiguo pero bien cuidado, con un enorme sillón de cuero y elegantes silla
cojines. Sigue con la misma línea de pensamientos que ha dej
upo que ella lo sabía todo, se lo oculto, encubrió a Miranda y aun así
ia les fuera dado mucho tiempo para hablar, no fue su usual reacción de mirar encolerizada y hablar fríamente; está vez, en cuanto tuvo oportunidad, se lanzó sobre Edrick gritando y tratando de arañar y golpear
do que pudo para llamar a cualquiera que estuviera cerca y pedir ayuda, la llevaron a su habitación, le pusieron calmantes paso el resto
en qué simplemente, no pudo llorar más. Exclusivame
minutos entra su
nte su vida todo fue trabajo y responsabilidades, por lo que en la actualidad, no para de mostrar una constante expresión de cansancio. Siempre viste elegante, de traje; lo más informal que puede vestir, es usar la camisa con un
ño. – Dice al entra
l instante, como una
bien. – La mir
reguntar. – Alega Mia, incóm
en reprimenda. Mientras
to que... No me reconozco. – Mia se sienta. Siempre ha respe
n todo lo que pasó, lo que hicieron Edrick y Mirand
ta y se le cristalizan los ojos, pero no por lo que pasó, sino porque siente vergüenza con su padre. Él fue quien le enseño a ser centrada, no dejarse llevar por las emociones negativas,
edo darle una pequeña lección a Edrick. – Una pequeña sonrisa con malicia se dibujó en su rostro. – ¿Quieres que envié a Miranda lejos por un
a se tira sobre el pecho de su padre, ocultando su rostro, no