de este laberinto familiar y si ese hombre puede ayudarme, al menos lo intentaré,
merse sus galletas tarareando un canción, inocente de todo lo que pasa a su alrededor, pien
levanto para asomarme por la ventana, es él, se baja de una Hummer negra,
antes de que toque a la puerta, se sonríe al verme desde la distancia, con los labios cerrados y una mueca que me hace desconfi
a ¿Cómo amaneces? -
cias por v
me quitaras l
e lanza sobre la mesa del comedor a la que se ha adelantado sin es
e mi hijo s
oy Sergio, me llamo
S
prov
mi hijo de las galletas q
nríe y se la entrega gustoso. El hombre la toma entre sus manos
tá
ornea
Qué so
niño, y podremos conversar tranquilos -digo. Alz
cómodo en el sofá, cruza las piernas y no me q
ido nada, ¿quie
buen anfitrión,
l de jean, mi pelo cae suelto sobre mis hombros, él me mira tanto que hace que dude sobre si llevo un ave sobr
inútiles que no me llevan
mo es que pue
lta y siento un calor extraño recorrerme, es un hombre atractivo y me s
ntos del banco que estaban pendiente por autorización, pu
o. Solo pagar algunas cosas, a
mano fre
licaciones. Reconsidera r
sé. E
Piénsal
Me pongo nerviosa, no puedo termi
le, tampoco me parece justo, me ocuparé de
ace f
hermano, y se han tr
tono me dan
eleas famili
le gustaría que yo me qued
nto o
y s
sar caracas, vamos. A Joaquín debe s
a en serio, paso saliva, me levanto y veo a mi hijo en la mesa de
eras? ¿Por qué l
no
ha notado que no sé caminar muy bien
ómodo, subire
rada a subir monta
forma, subiremos en teleférico. A
ro -grita Joaquín
i cintura, alza su ca
, por
bien,
, graci
sin ver a nadie, sin salir. No confío mucho en Sergio, pe
los zapatos y c
onríe y
esp
o en mi cabeza que parece bueno aún cuando yo misma he dudado. La hemos pasado mal estos meses, merecemos
n él deberemos
nto deportivo azul, va a juego conmigo, no deja de brinc
ist
S
amo
er, hay dos, subimos a la primera en la parte de atrás
e no había visto a mi bebé así de emocionado y sonriente, me doy cuenta de que
de seguridad que tiene, bajan todos a la vez y nos escoltan hasta
niño, pero si me ocupé de que estuviera meno
me había subido a uno. Aprieto tan fuerte la mano de mi hijo que se queja, Sergio se
n su vegetación y vista a la ciudad, hace frio por lo que me
tranq
Berlín, créeme esto es
puedo notar aun debajo de su camiseta. Lleva pantalones deportivos. El olor que queda impregnado e
n Berlín
hace much
vuelto des
N
r qu
os ojos y sonríe de medio lado, s
rlos a ustedes que fueron tan imp
habías v
coincidimos otras en Estados Unidos y
extra
iempre -responde con semblante triste. Mir
iones de los guías. Los guard
ento m
vuelve a
os. Sabes, en Alemania vivo solo, sin mujer, hijos, así qu
tener
cómo es Berlín, c
é te d
s en mi estudio porque, bueno, ya
. Debe se
rá más
ndamente, perdió a su hermano; por primera vez desde la muerte de Mauricio salí de mi burbuja y vi mí alreded
r en el dolor de los demás. Él solo quería rec
conmigo, aunque
río de
res muy lin
a nerviosa, siempre pensaba que se propasarían, pero él era amable, sobre todo con mi hijo,
omamos alg
Va
amistad, o simplemente un cierre