se hombre pomposo llego a mi vida. Al principio solo era un extraño más en mi vida, pero
importantes y ricos de México. Era un hombre que tenía una fama muy grande, mientras que se hablaba ta
r a sus manos, habl
la mayor parte de mi vida, viviendo en uno de los mejores internados de todo París. Toda mi vida fui abandonada por mi padre, quién a
, es que deseaba con todo mi ser que algo cambiara en mi vida de privación y soledad en el internado en donde no recibía visitas de nadie. Toda mi infancia pase un infierno en el internado, ya que me llamaba "la huérfana", mi padre solo pagaba la c
nunca se me haría extraño ver a una de mis personas favoritas en el mundo. Ese era Miguel, el hijo del chofer. Cuando yo dejé México, Miguel tenía catorce años. Él era mi mejor amigo, siempre me hacía
os verdes y cabellera negra, vestido todo de negro mientras
aer el cartel al suelo para
on detenimiento, quizás notando que ya no era esa pequeña niña pál
Pase mis manos por sus brazos musculos
me encamino hacía el auto mientras platicábamos de todo lo que habíamos hecho, después de nuestra despedida, en donde él rogaba q
tras él conducía hacía la mansión, que pertenecía a la fam
olvería a verte. Pensé que te casarías con un hombre francés y que te convertirías en la esposa perfecta de un francés sin h
. –Murmuré mientras veía como las gotas de agua caían por la ven
l escuchar mi
de pronto sus ojos verdes
a sensación de paz llenaba mi cuerpo. Pero sabía que lo único que Miguel me podía
dos de gente realmente poderosa como mi padre, quién era uno de los mejores abogados de todo México. Y cuando las rejas negras de la mansión "los canarios" se
tras pasaba mis manos por el vidrio de la v
ga este lugar como el edén, solo esperando a que cuando tu regresaras, t
dejo este mundo, pero claramente mi madre había dejado su legado en mí, ya que era una joven de ojos azules y cabellera negra muy larga, al igual que ella. Cuando nací enamore a las enfermer
enfrente de la gran mansión. –Pero ahora tu padre y tú pueden volverse más cercanos.
La persona que me estaba abriendo la pueta, era el pad
re viejo de cabellera blanca, q
tiempo que no lo veo. –En ese entonces él era el chofer y me ll
pero que no te moleste que
nsar. –Le dije con una sonrisa, pasando mi man
u cara llena de arrugas. –Pero descansare cuando muera, aún quiero seguir trabajando para su pad
taba realmente felices de verme, quizás mi padre estaría muerto por tenerme entre sus brazos. Así que entre a esa mansión de suelos de mármol blanco y negro,
elan
extraña. Mi padre no estaba solo, sino que estaba con un joven hombre,
s al hombre desconocido, que permanecía
ra su pelo es una combinación de negro con blanco, mientras que su cara muestra arrugas muy pronunciadas, en su frente grasosa. –¡Qué bueno que ya has llegado!
a visto en mi vida. Sus ojos eran verdes claro, que se iluminaban como nunca, mientras que su piel era
apante y poderosa, era como si el mismísimo dios te mirara de frente. De la nada, como tod
nos sobre mi barbilla, haciéndome sentir realmente extraña y un poco ave
sa e iluminada. No puedo negar que por un momento me sentí complacida, al tener la