o hacían estarían en grandes problemas. Sabían que no se podían meter con dos hombres tan importantes como ellos. Y para ser sincera, yo tampoco quería que se me
er ya no era tan joven, ahora era una vieja con una cabellera rubia opac
omo una cascada sobre sus mejillas regordetas. –Pensé que volverías a esta casa, pero... –Mira a mi
entimiento de tristeza a mi padre o a el señor Ferreira. –Pero estaré bien. –Le mentí a la s
a mí, pero en mi corazón ya lo odiaba demasiado. ¿Cómo un hombre puede comprar a un
o volvería a ver a Miguel, quién fue el único que alzo la voz al saber los planes macabros de mi p
tiempo en que estuvimos en el auto, claramente varias veces me percate que el joven Ferreira me miraba por el retrovis
un lugar exclusivo para familias con dinero. De inmediato mostré un poco de sorpres
ente rico como para comprar todo lo que quisiera, incluyéndome a mí. Abrí la puerta del auto para sali
uerta del auto. –Comentó molesto mientr
hacer. –De inmediato lo juzgue con la mirada. A él solo le quedo rodar l
almente blancos, muebles de mármol y madera fina con un olor riquísimo, candelabros gi
en una clase de fila. Las personas vestían diferentes uniformes, que mostraban a que se dedicaban. Hab
Belle, vivirá con nosotros, así que quiero que le den la mejor atención ya que es una hué
estaba siendo algo cursi con sus palabras. Despué
después irse a sus
uede congelada en la entrada. Tenía miedo, esta era la c
tras alza una ceja, para sentarse en el sillón
esto? Yo simplemente no puedo vivir así. –Entre lágrimas empecé a caminar alrededor de la ent
ra después mofarse con gracia. No podía negar que verlo reír era una clase de encanto,
racia? –Pregunté a lo
espacio. Y cuando lo tuve enfrente, no pude evitar ver que sus facciones eran realmente finas y delicadas, era como si una persona hubiera tallado su cara con delicadeza. Era