o a Jennifer. Pero después de conocer la verdad, aún era peor sentir aquello por Elisabeth, suponía que no era correcto desear verla y estar a solas con ella, pero mi cuerpo y mi c
paz de dominar ya siendo
casual y sencilla, con unos jeans oscuros y una chaqueta de cuero negro. Pero como siempre estaba impactante, su color bronceado podía llamar la atención incluso en ese sur de Italia,
pero no quería que se me notase demasiado, intenté parecer calmado, controlar que mi cor
acticamente en un susurro, parecía nerviosa, tímida,
cuchamos la música italiana y sentimos el aire fresco y suave que entraba por nuestras ventanil
e había cogido la autopista y que pret
ro estar en esta
olver a casa, debo cuidar d
s un día a Roma, que solo está a algo más de dos hor
e me sienta bien?..
rque Nápoles se ha puesto m
ismo lo has dicho - d
familiares sucios te afecten. -dije mirándola a los ojos por un momento y llegando a ella de
de nuevo en casa, lo haré... - dije con
silencio, dudosa
viosa sin más y luego volvió a mirar por la ventanil
lo extrañamente me atraía hacia a ella, era una mujer indomab
, ella me habló de Jayden, de que estaba bien, había aprendido español rápidamente y tenía muchos amigos en la e
no puede ha
bonita cafetería justo al lado del Panteón, el ambie
ho que puede durar de uno
ber sido difícil ha
tuviese los cuidados apropiados en la villa. Esa c
había costado volver a It
ragona?, ¿No ext
demasiado caót
o la rutina diaria de coger
da dos o tres semanas, traba
es tu nuev
ijo textos para clientes de la empresa
en Irlanda?... Dalia me
ena chica que me había ayudado cuando ella se había ido de mi vida dejándome completamente hundido. Y tampoco qu
lo b
y trabajando de camarero
habrás conoci
bastante ocupado - d
... de casi todo. Yo no nombre a Jennifer, porque era un cretino y un egoísta emocional, y ella tampoco mencionó a ese nuevo novio que tenía en su vida, y que esperaba que no
erse, el azul claro fue transformándose
ndo su mano junto a la mía, y el roce de s
espera nad
ir con eso? - dij
la noche aquí
no cre
quería unas horas más con ella, ¿Por qué cuándo vol
- dije refiriéndome al precioso hotel en el que había dormido
er
stás c
Roma, yo lo estaba y sabía que ella también.
habitaciones, puedes descansar en la t
os color miel, maldita sea, querí
ese. Pasamos antes por el centro y Elisabeth cogió un pijama corto y unas zapatillas de ir por casa en una
pasar un momento
i era para hablar conmigo o para meterse en mi cama, y esperaba que fuese la segunda opción, aunque aque
r fin era sincera, y para aquello había necesitado todo el día, típico
ito sin darle ni u
amento variable, como las tormentas tropicales y no me extrañaba que viniese de aquel lugar. Lo único en lo que s
illa donde había un enorme espejo. Por un momento se miró, se colocó mejor el cabello, como si le imp
poder reprimirme y ell
o justo al mismo tiempo que acariciaba su b
arla, pero no estaba seguro de si ella aceptaría, y aquella inseguridad solo resurgía con ella, nunca antes me había pasado con n
do a su lado. Puse mis brazos alrededor de ella y la apreté contra mi cuerpo, oliendo su perfume exótico, pasando una de mis manos por su cabello ne
ctamente dirigí a mis manos a sus vaqueros dispuesto a des
o...- dijo e
s. Y yo sabía que ella me necesitaba tanto como yo a ella, necesitaba aquella noche conmigo, sentir mi cuerpo sobre ella co
ento, con miedo de que parase aqu
almarla, decirle que yo también tenía una novia en Irlanda esperándome no era lo más acertado en aquel
eria, con dudas, que enseguida quitó de su mente, y con su mano derecha agarró mi camisa azul para acercarme un poco a ella y besarme de nuevo. Después de aquello entendí
eían fuertes y grandes haciendo aquello sobre ella, que lucía delgad
de ella y desabroché despacio mientras la observaba los botones de su sueter negro dejando su p
evitarlo , y en el acto me quite mi camiseta y me coloqué sobre ella, junté mi
ellas prendas, jugué con sus pechos y pasé mi lengua cali
ambién me has pe
ba dispuesta a tolerar que no me admitiese aquello. Pasé una de mis manos por su ropa interior, la aparte despacio y la acaricié, er
ntro de ella y gritó y el son
staba vez era ella la que no podía controlarse. Y en un minuto ya estaba dentro de ella, y la embestía despacio porque
lo hagas más
í sin pode
sible - dije jugand
n un gemido que hizo
tmo y elevando una de sus piernas sobre mi espalda, y ella gritó intensamente en
ez dejando su orgullo aun lado, aunque en aqu
sus
tiré con más fuerza hacia mí, mientras nuestras respiraciones se aceleraban al mismo tiempo, sentía mi corazón t
iguiendo que gritase aún más fuerte pocos segundos después y llegando yo también junto a ella, desvanecié