hacerlo, pero algunas veces es la única manera. La idea era respirar aire nuevo, fresco; hablar con personas para quienes sería un completo libro en blanco y que no
, me había decidido a volar del nido; por eso, había elegido empezar de nuevo. Y ahí estaba, frente a mi nueva universidad, en una ciudad que distaba bastante de mi pueblo natal. Sentía la adrenalina correr por mi sangre, esa mezcla de ansiedad y temor que si
enía que equiparar algunas materias. Nadie dijo que mudarse de univers
que no sabía bien cuál sería el enfoque. Revisé el nombre del profesor y el
libros y realmente me habían encantado; no tenía idea de que el hombre enseñara en esta universidad, ni siquiera qu
ue fatal porque no quería que el profesor se llevara una impresión equivocada de mí. Me planteé la opción de saltarme la clase e iniciarla otro día, pero la admiración que tenía por
me miraron con expresión de susto, er
sería algún profesor suplente; era demasiado joven para ser el profesor en cuestión. Me lo imaginaba como a un hombre de
r en tono gélido, t
siento llegar tarde, me he perdido -contesté. Sentía q
a próxima ajuste mejor su GPS. -Me adelanté con premura, buscando algún asiento desocupa
ó una chica mientras me seña
en la gigantesca cla
la lo más rá
demás, se veía joven, fuerte y guapo. Iba vestido con un traje gris claro, una camisa blanca y una corbata azul; su piel era clara y su cabello rubio ceniza, aunque p
ván? -Le susurré a mi compañera que asintió temerosa, llevándose un
inencia. Dicen que es superdotado -mencionó mi compañera y no pude evitar ma
sa que corté de inmediato. Mi compañera ent
señorita Vargas? -preguntó el profesor
-contesté, fingie
de la clase. Unos minutos después, rec
sus clases son fabulosas, pero es la persona más insoportable del planeta tierra, no admite ningún error, ninguna falla, no escucha raz
oja y le
¿Y siendo tan perfectament
o de los docentes má
es tan ridículos en plena
endo el ceño como si lo que aca
no lo sabías
n la vista al frente. Noté que tenía un libro abierto en su escritorio, y que sus dedos ocasionalmente paseaban por este. Estaba ley
udas ni a confusiones. Explicaba todo de una forma tan especial que lo hacía parecer sencillo y completamente entendi
ial y yo no parecía ser la única que se sentía así; t
eer un libro de cuatrocientas páginas para el próximo jueves. Eso significaba noches s
te. Él es mi amigo, Alejandro Reyes -dijo, presen
tarme a tu lado, me puse tan nerviosa que no
ene una memoria increíble, fuera de serie. Nos conoce por la voz, así que cuando alguien habla en clase, no hay forma de
dicen que es superdotado. Am
ró Alejandro-. También dicen que es gay
untó un chico moreno
-contestó Fátima,
jalá. -Suspiró él mientras
én quiere saber si el profe es superdotado -bromeó Ale
llamas? -me saludó Robe
onreí entre beso
osos ojos -dijo con una sonrisa en su rostro
? -pregunté
alumnos más divertidos d
olpeó suavemen
o luego de dos horas de clases con
mé yo, y entonces
e las mías, la pasar
ocurrencias de Roberto. Ya lo había dicho antes, se