por la ventana que se encontraba frente a su escritorio, no hacía más que irr
bí en el que había intentado focalizarse en los últimos treinta minutos; tarea que le había resultado p
abriendo el último cajón de su escritorio y s
ar que estab
sin embargo, su amiga se había opuesto rotundamente, y él no entendía por qué había terminado por ceder a sus deseos. Sabía que ya era adulta y que podía valerse por sí misma, pero eso no quitaba los riesgos que conllevaba estar en un país desconocido; aún peor en el caso de Denis
que descansaba cargando a su lado. Según sus cálculos, a Denise le quedaba aún una hora y media de viaje. Si en ese tiempo no se comunicaba con él, no le quedaría más re
tante más joven que él, pero ya podía valerse por sí misma, y
anto intentara convencerse de aquel
ó en el primer cajón del escritorio. Hasta que Denise no llegase a casa, no podría cont
de lo que ya lo había hecho durante la última comunicación telefónica. Porque sí, estaba más que segura de que, por
que tomaba aquel día. Ni siquiera el bello paisaj
horas, y no deseaba hacerlo, a pesar de que sus ojos amenazaran con cerrarse de un mome
contado, pero no le importaba; al menos no de momento. Más adelante, cuando estuviera mejor anímicamente -si es que eso sucedía-, le confesaría todo.
rcara el inicio de una nueva vida, tenía que lograr que desapareciera ―o al menos disminuyera― lo qu
s agradecida con Liam por recibirla, aun cuando le habí
to, no supo de dónde provenía hasta que su entumecido cerebro logró comprender que no era
os y comprobar quién era, tomó la llamada, mientras dirigía su mirada hacia el
ijo, con v
, lentamente, se habían ido acumulando. Sabía que aquello terminaría por matarlo, sin embargo, la impacie
ue había encendido en los últimos cincuen
cada vez más, a pesar de que sabía que no tenía por qué signifi
aría diez minutos más; si en ese tiempo
a dejado apoyadas contra la pared que se encontraba junto al escritorio y se inc
r, en el que su padre guardaba el whisky de reserva. Tomó la botella, tras dejar caer sus muletas sobre la alfombra, y vertió un poco de aque
observaba la enorme fotografía de la boda de
esar de que hablaban todos los días, Liam no podía evitar extrañarlo. Se sentía tan solo
ando que aquella construcción le traía demasiados recuerdos y que no era capaz de sobrevivir a ellos. Le había jurado a Liam que jamás olvidar
que había decidido rodar por su mejilla i
do prácticamente imposible. No se sentía preparado para deshacerse de nada de todo aquello, y las emociones no le ayudaban. En más de una ocasión había terminado llorando, observando aquellos objetos repletos de la esencia de quien le había
ecuerdos que Nahomí había dejado grabados allí. No tenía idea de si funcionaría, pero creía qu
del bolsillo de sus jeans, comprobó que ya habían trans
Denise y darle a la opción de llamada, consciente de que su amiga había contratado un pa
n cuanto Denise r
nsancio grabado en la voz-.
minarle el hecho de que no lo hubiese llamado, sin em
fido-, si es a eso a lo que te refieres. Perdóname por n
un poco sí -dijo con una sonr
ó la muchacha-. Dé
ntemente, oyendo como su amiga se comunicaba con el hombre en su básico inglés y sonrió, sintiéndose cu
rminal de buses de Waterford -le in
esperaba -dijo, frunciendo el ceño-. ¿
que preguntar cómo llegar hasta Waterford. En el aeropuerto me indicaron como tenía que hacer para tomarme est
ora mismo salgo hacia
omarme u
i a Dublín, al menos dé
er
vitarlo. Al fin y al cabo
razón,
inutos estaré allí. Llámame en cuanto t
capitán -dijo,
te va
prom
o para allá. Adiós -dij
lla
dría que acostumbrarse a su presencia. Sonrió, pensando en la terquedad de su amiga, antes de tomar