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que le había recomendado ha aceptado y que solo espera que él sea que él indique el m
les, todo por las apariencias, sin embargo, no podía considerarla como su esposa verdadera. Si tení
ino un par de ideas para establecerlo en el contrato. Sin decirle ni una sola palabra a su secretaria, él fue directo a su escritorio, s
deseos sexuales, que no se enamore, que tenga siempre pre
a escrito. Sentía que algo le faltaba, todo era por el mi
e que preocuparse por la discreci
sarse con su amiga, de que ella no quiera llenar sus expectativ
nde ella tiene que fingir, aunque de mi parte hubiese des
acia lo que estaba escribiendo, r
endrá con ella será pronto -él asintió
ba con apoderarse de él se ha esfumado a
ro problema ya
su amigo, entrar sin anunciarse, también porque no de
ora mismo, al pare
uié
esto al contrato -Adal extiende la hoja de
os segundos en la espera de lo que
a italiana que está dispue
da más escuchar ese nombre. Su mente esbozó un único
e reuniones en una hora, ya que urge que la boda se efectúe lo más pronto posible, también es necesario que la sala de reun
erán descuidados. Eso fue lo último para que ella saliera corriendo de la of
estó Alfonso para luego dar media
ioso por la impuntualidad, antes sus ojos tienen el contrato, situado con suma preci
Por un momento decidió olvidar el nudo que se le formaba en el estómago, cada vez que pensaba en la chica a la que
era la ideal, puesto que ambos necesitan del dinero. Su secretaria no le había contado todos los detalles de las necesidade
le indicó que esa mujer sería incapaz de ser la mujer que se imaginaría. Aunque reconocía esos ojos; ella es la misma chica de la cafetería, la que se encontraba aturdida. Los ojos de ella contra
ergonzada, bajo la mirada, al mismo t
labios, y encajaban a la perfección con la curva de las caderas. Era alta, casi
omo si estuviera, permitiendo que la a
ultar su reacción. La miró con la misma sonrisa neutral con la que miraría a cualquier so
ando? -preguntó, Adal teniendo presente qu