ado que se encontraba no muy alejado, eso nos dejaba en una posición favorable para ver todo lo que ocurría en la
e la comunicación, como trabajadora en una oficina de servicio público atendía a muchas personas, sabia como hablar y obtener alguna información muchas veces de una manera muy poco ortodoxa, no tardó mucho en abordar a un joven especialista, como de unos veintiocho años, delgado, medianamente alto, no habíamos decidido de cuanto más o menos, pero Keila decía que medía un metro ochenta y yo que su estatura era de un metro ochenta y cinco, caucásico, pelo castaño, usaba unos anteojos rectangulares que ocultaba sus ojos café, no parecía que usara una graduación tan alta, porque a veces lo habíamos visto que se los quitaba para descansar, ent
ro- Keila saludaba de
contestaba el jove
ue el joven contestara algo más, un oficial se acercab
ena, recogía un par de piedras y las arrojaba lejos. -Maldita sea, ese
anquilizarla, algo que no era fácil. Ella solo me lanzaba u
miel, lo sabíamos porque nos había pasado a un lado en su llegada, su cabello rojizo la delataba en donde sea que estuviera, era la única con esa cabellera, además que resaltaba por su piel blanca, Leila quedó fascinada con ella cuando arribó al
ensó en aque
podíamos observar desde lo lejos; lamentablemente nuestro tiempo para poder quedarnos ahí había expirado, solo eran unas pequeñas vacaciones, así que ya era tiempo de regresar a casa, no sin antes ir a echar un último vistazo del área y principalmente del calamar aunque fuera de lejos. Nos habíamos alejado de todo en general, de las noticias, del bullicio de las ciudades, todo lo que sabíamos era justo lo que estábamos presenciando nosotros mismos, así que no nos habíamos puesto a pensar si es que las noticias habían salido en los programas de televisión o radio, era raro, ya que no habíam
algo en las noticias que nos pudiera informar sobre lo sucedido en su localidad, pregunté a varias personas y ninguno me supo dar alguna razón, empecé a indagar más y más, no logre nada, nadie quería hablar y me empecé a preocupar; llegada la tarde tomé un camino que daba a la salida del pueblo, mi sorpresa fue grande cuando distinguí una
que nos retienen aquí, no hemos hec
entre sus ropas un bastón metálico extensible, levantó su mano y lo golpeo de lleno en el rostro haciéndolo caer al suelo, aquel an
os gritaron para que dejaran de golpearlo, el oficial se detuvo,
staba mal con aquel animal que llego a la costa, pero ¿Qué era? ¿Qué habría pasado o que le habría pasado? solo había una solución, que K