roso, frunció el ceño, y buscó con la mirada
uciana? -indagó c
nrisa, pero cada vez que él recordaba a su gran amor, ella se llena
sa mujer e
gó con la
buscarla! -expresó con la respiración acelerada, se notaba
lo más amargo, la garga
nsa, ya no pienses en esa ma
pló, apretó
uro!» dijo en su mente. «¡Debo
ba estar más restablecid
zón, dormi
*
in empleo? -preguntó el
entre sus brazos, agarró el primer taxi y los llevó a casa, los mellizos eran
huéspedes intentó pasars
clinó a la misma altura de ellos, percibi
ambos, se reflejó en los azules ojos de sus niños, ese color, la manera en la cual la miraban era idéntica a la de
varon entre ellos, n
ocemos bien, ¿qué te ocurre? -preguntó Mike, la observó con seriedad, con la
a conjuntivitis, pero también tu respiración agitada, y que llegaras a la escuela
, abrió sus labi
esespero, su respiración cada vez era irregular, sentía hasta q
sabes bien que los niños de nuestra edad, no nos entienden, y siempre nos
ces supimos que estamos refugiados en este país, porque hay
n que estar escuchando las conversaciones
r de un castigo. Luciana resopló, suspiró profundo, estaba consciente que ellos no eran como los niños
tenemos que hablar -
sala, su casa era pequeña, toda la decoración era en blanco, lo qu
ombre. -Suspiró y la voz se le fragmentó-, él es el mejor ser humano que existe, nosotros nos quisimos mucho, y ustedes son producto de ese amor; pero yo...-Tomó una gran bocanada
estro papá? -preguntó Mike-,
sus mejillas, sentía una opresión en el
ue él...-Apretó sus labios-, s
arse contigo, debemos impedir esa boda -advirtió l
do ella, que impedir ese matrimonio, pero es
eptó que su padre se enamorara de mí, y la dejara, se unió con los malo
sintieron, no se iban a quedar de brazos cruzados, solo necesitaban conocer más de
*
de nuevo, fue hasta las oficinas administrativas, solic
lo, señor Duque? -pre
ra que me ayudó cuando me desmayé, quiero darle una grat
inhaló
municó-, si usted confía en mí, puede dejarle conmigo la gratificació
uedó pensativo,
llama Luciana, me gustaría darle en persona
la nariz, sacudió l
ella es Lucía Cedeño, pero no
ativo, resopló. «¡Era ella!» «¡No m
a, convencerse de que era la mu
nrisa-, recomendaré este hotel, y le dejaré una
ró con profun
ersonal de nuestros empleados, lamento no poder a
quería mostrarse desesperado, así que decidió que al día sigu
lió de la oficina, caminó por los pasi
Acarició sus labios, percibiendo una agitación en su pecho-, sé qu
*
n sus com