Su Compañera Indeseada Es Una Loba Blanca Secreta
Durante diez años, viví como una Omega sin poder, una loba sin manada. Mi única alegría era mi brillante hija, Mónica. Había encadenado mi verdadera naturaleza —la de una poderosa Loba Blanca— para protegerla de los enemigos de mi familia. Cuando ganó una codiciada pasantía en el Consejo Internacional, pensé que nuestra vida tranquila por fin estaba a salvo.
Pero una semana después, la encontré hecha un ovillo en un rincón de su escuela, atada con cuerdas de plata que le quemaban la piel. Sus sueños estaban siendo destrozados por Lorena, la hija del Alfa de nuestra manada.
—Esta don nadie pensó que podía robarme mi lugar —se burló Lorena—. La pasantía que mi padre, el Alfa, consiguió para mí.
Mi mundo se hizo pedazos. El Alfa era mi esposo, Vicente, mi compañero destinado desde hacía diez años. Cuando lo contacté a través de nuestro vínculo sagrado, él ignoró mi pánico con dulces mentiras, incluso mientras yo veía a Lorena y a sus amigas torturar a nuestra hija por pura diversión.
La traición más absoluta llegó cuando su amante, Ivonne, mostró la tarjeta de la Luna del Alfa. "Mi" tarjeta, la que él le había dado a ella. Él llegó solo para negar conocerme frente a todos, un pecado que destrozó nuestro vínculo. Me llamó intrusa y ordenó a sus guerreros que me castigaran. Mientras me obligaban a arrodillarme y me golpeaban con plata, él simplemente se quedó ahí, mirando.
Pero todos me subestimaron. No sabían nada del amuleto que le había dado a mi hija, ni del poder ancestral que contenía. Mientras caía el último golpe, susurré un nombre en un canal oculto, invocando un juramento que mi familia hizo hace generaciones. Segundos después, helicópteros militares rodearon el edificio, y la Guardia del Alto Consejo irrumpió en la sala, inclinándose ante mí.
—Luna Luisa —anunció su comandante—, la Guardia del Alto Consejo está a sus órdenes.