¿Quién dijo que una gota de agua no puede arrebatarte la vida? Eliza nunca imaginó que solo bastaba una para asesinar a alguien, hasta que lo vio con sus propios ojos. Una repentina lluvia apareció en Vasgach un pequeño pueblo muy cerca de Canadá, arrebatándole lo único que le quedaba. Eliza se refugió en la tristeza al perder a su hermana, un trauma que no puede superar y un sinfín de emociones que la dejarán atrapada en el fondo del mar sin poder escapar. Un mundo lleno de magia, reyes, dioses y muerte se hará presente en su vida, al encontrarse con un misterioso chico que logra ganarse su confianza. Eliza Descubrirá su verdadero ser, su verdadero propósito, su verdadera identidad. Pero deseará no haberlo descubierto nunca. ¿Quién es Eliza realmente? ¿Te atreves a descifrar la profecía que se le viene encima?
Todo comenzó cuando estaba lloviendo
"La muerte nos llega a todos tarde o temprano, aún así me parece injusto que se marchen primero los seres a los que amamos."
-Mely Lim.
Vasgach, Norte de Canadá, julio del año 2019.
Eliza despertó a causa de la alarma de su celular, se estiró en la cama, los pequeños rayos de la luz del sol golpeaba su rostro, obligándola a abrir los ojos. Se puso de pie y caminó a la cocina para desayunar con su hermana.
Zara tenía veinte años y ella diez cuando murieron sus padres, ella era la inspiración de Eliza y anhelaba llegar a ser como ella cuando fuera mayor. El aroma a hot-cakes provocó que su boca babeara un poco, se acercó su hermana para ayudarle a servir el café y el jugo de naranja. Ella lucía hermosa, su cabello era rubio y ondulado, sus ojos color almendra, caderas bien proporcionadas, piel canela y labios rojos. Zara era una rompe corazones sin dueño, dedicaba su vida entera a cuidar de Eliza, ella evitaba salir con amigas para hacer su papel de madre, ella decía que evitaba salir con chicos porque "Uno nunca sabe que tipo de chico puedes llegar a conocer ¿Qué tal si le hace daño a mi hermana?" Eliza se sentía culpable porque su hermana no disfrutó su juventud como debería de ser, era por eso que trataba de ser la mejor hermana menor del mundo.
-Esperemos que me den el trabajo -dijo al terminar de servir el desayuno en los platos.
-Yo igual, aunque estaré sola cuando trabajes, no me gusta estar sola.
-¿Sabías que la soledad es una hermosa virtud y un hermoso regalo que te da la vida? -alzó una ceja.
-¿Regalo? -cuestionó, después le dio un sorbo a su café e inmediatamente hizo una mueca, le faltaba azúcar-. Es un castigo ¿Para qué sirve la vida si estás solo en el mundo?
-¿Para qué quieres una vida si no vas a amarte a ti mismo y disfrutar de la compañía propia?
-Ya sé porque no tienes novio, todo el tiempo creí que era porque me cuidabas -le arrojó un pedazo de servilleta y frunció el ceño.
-¿Hoy trabajas con Moni? -ignoró el comentario de Eliza.
-Sí, salgo a las ocho.
-Pasaré por ti, si me llegan a dar el empleo vamos a pasar a comparar algunas cosas para celebrar.
-Pero quería planear la fiesta de cumpleaños de Benny -apretó los labios.
La puerta de la casa se abrió, nadie podía entrar a la casa de las hermanas Narvis sin autorización, nadie, excepto Dara; la mejor amiga de Eliza. Se conocieron cuando éran pequeñas, ella vivía justo al lado de la casa Narvis y todo el tiempo estában juntas, ella entraba a su casa sin avisar y Eliza a la suya. Dara era bajita, medía 1.50 su tez morena, cabello afro color negro, tenía unos ojos verdes de encanto, cintura diminuta, siempre estaba alegre y con ganas de pelear con alguien.
-¿No me hicieron café? -cruzó los brazos.
-No sabía que venías. -Eliza contestó riendo.
-Beberé del tuyo -se sentó junto a Eliza y tomó un hot-cake del centro de la mesa, pues ahí los había puesto Zara.
-Puedes prepararte uno... -le dijo Zara a Dara.
-Me da una cosa llamada flojera, prefiero el de Eli -sonrió.
-¡Que descaro! -chilló Eliza.
-Yo te lo preparo -Zara se paró de la mesa para prepararle el café a Dara.
-¿Viste? Zara me adora, no se porque no soy mejor amiga de ella en lugar de ser la tuya -cruzó los brazos y Eliza rodó los ojos.
-Benny cumple años dentro de tres meses, Moni me dijo que quiere hacerle fiesta sorpresa ¿Te apuntas para ayudarnos? -le preguntó a Dara.
-Adoro a Benny, claro que te ayudo.
-¿Tuviste pesadillas anoche, Eliza? -preguntó Zara al servirle el café a Dara.
-No, en esta ocasión soñé mi sueño consecutivo, en el que soy llevada al cielo por una nube -metió un bocado de hot-cake a su boca.
-Te escuché gritar -Zara frunció el ceño.
-Ah...
-Mas vale que le cuentes el sueño a tu hermana -Dara parecía estar divirtiéndose con la situación.
Desde que Eliza tuvo uso de conciencia había tenido sueños extraños, en los cuales era llevada al cielo en una nube, también soñaba que un sinfín de llamas consumía su cuerpo, en otras ocasiones que se hundía en el mar, todos sus sueños se repetían, pero la anoche anterior fue diferente...
-Soñé que ardía en llamas, pero que estaba envuelta en un remolino de humo negro, y fui arrastrada al infierno.
-Eso es nuevo -Zara la miró a los ojos.
El teléfono de su hermana sonó, ella contestó y se fue a realizar la llamada a la sala de estar.
-¡Vístete, ya me quiero ir! -la apuró Dara.
Eliza se apuró para irse junto a su amiga, ella trabajaba en una cafetería y la dueña era Moni; una señora de cuarenta años, era amable, responsable, una diva y la quería con todo su corazón. Sin darse cuenta el turno terminó, Eliza colgó su mandil en el lugar correspondiente, lavó sus manos, se solté el cabello y salió a la calle para esperar a su hermana. El cielo estaba nublado y se podían escuchar los truenos que avisaban que estaba a punto de llover. El claxon de la camioneta de Zara dio aviso para que Eliza corriera para subirse.
-¡Me dieron el empleo! -fue lo primero que dijo, estaba realmente feliz.
-Eso significa una cosa ¡A festejar!
Ambas gritaron emocionadas, Zara condujo directo al supermercado tuvieron que ir para comprar sopas instantáneas, chocolates y bebidas llenas de azúcar. Zara se estacionó frente a la tienda. Todo a el alrededor parecía un caos, las personas corrían y chocaban unas con otras tratando de resguardarse de la lluvia que estaba comenzando.
-Voy contigo -Eliza se apuntó para acompañarla.
-Voy sola, no quiero que te de un resfriado -contestó colocando las intermitentes y desabrochando el cinturón de seguridad.
Zara se bajó de la camioneta cruzando el estacionamiento a toda marcha para entrar a la tienda, Eliza tomó una libreta con apuntes de la universidad y le dio una ojeada para evitar morir del aburrimiento.
Un fuerte ruido en el vidrio delantero captó la atención de Eliza, giró su cabeza para ver de dónde provenía el ruido, quedando sorprendida al ver como una pequeña marca del tamaño de una pelota de ping pong estrelló levemente el cristal. Observó con curiosidad a su alrededor, ya no había gente corriendo, todos estaban en sus autos o en pequeños mercadillos evitando mojarse.
-Sólo es agua -susurró empañando el vidrio de la ventana.
Otra gota, otra , otra...
Cada vez caían más y más gotas gigantes en el vidrio, lo sorprendente de aquel día era que la lluvia era como una tonelada de balas que destruía todo a su paso. Eliza se quitó el cinturón de seguridad y brincó al asiento trasero, sentándose en la parte de en medio, escuchando como las gotas de lluvia parecían balazos. Miró hacia la tienda para ver si su hermana estaba al pendiente de la situación, pero parecía estar ajena al mundo. Un muchacho en motocicleta se detuvo para cubrirse de la lluvia, al quitarse el casco fue golpeado en la cabeza, cayendo al suelo para nunca más abrir sus ojos...
Eliza gritó y lloró presa del pánico...
Necesitaba avisarle su hermana que la lluvia estaba asesinando personas.
¿Por qué estaba sucediendo eso? ¿Era una clase de bomba biológica? ¿Una rara enfermedad? ¿El fin del mundo?
Tomó su celular, marcando el número, notó como sus manos temblaban sin parar. Comenzó a rezar mentalmente para que cogiera la llamada...
-¿Me voy menos de un minuto y ya me extrañas? -cogió el teléfono luego de un par de segundos hablando en tono burlón.
-No salgas de la tienda -rogó aturdida por el sonido de la lluvia.
-¿Estás bien? Ya estoy pagando, casi salgo.
-Que... quédate ahí adentro hasta que yo diga ¿Si? Algo extraño está sucediendo, la lluvia está matando personas, por favor no salgas -suplicó con lágrimas en los ojos.
-Eli, un poco de agua no hace daño a nadie.
-Creo que es una bomba biológica, por favor -le rogó.
-Te prometo que no va a pasar nada -dicho eso colgó.
-Zara... -se quejó inútilmente.
El vidrio delantero se rompió cayendo en mil pedazos, asustada miró como entraba el agua y le empapó la cara sin provocarle daño alguno, al parecer no era venenosa, ni tóxica ¿Entonces porque rompió el cristal y mató a esa persona?¿Eliza era inmune a esa misteriosa lluvia?
Ella giró su vista hacia la puerta de la tienda, Zara iba saliendo con un par de bolsas y sonrió al ver a su hermana, Eliza le hizo señas para que corriera, pero no entendió. Observó como dejó caer la compra provocando que se derramara en el suelo del estacionamiento, tocó su hombro haciendo una mueca de dolor, un hilo rojo empezó a surcar su cara. Sus ojos se enfocaron nuevamente en Eliza, para luego ponerse en blanco cayendo inerte en el piso... un sinfín de gotas de agua cayeron encima de Zara terminando de aniquilar su cuerpo.
El alma destrozada de Eliza pidió a gritos morir aquella noche, pero su historia apenas comenzaba y el sufrimiento también. Para ella pareciera que todo pasó en cámara lenta, recordó sus travesuras junto a su hermana, el café por las mañanas, las peleas interminables y todo el amor que le tenía.
-¡No!
Gritó y lloró al mismo tiempo, cuando el agua se escurría por el vidrio roto.
Aida es una joven dulce e ingenua que ha vivido toda su vida creyendo que es de papel. Pero todo cambiará cuando el destino de una pelota que cae por su ventana se cruce en su camino, o mejor dicho cuando un joven audaz se cruce en su vida. Julián, un joven italiano, se siente intrigado por la misteriosa chica que siempre observa callada desde la ventana. Cuando descubre quién es la verdadera Aida, decide enseñarle que ella no es de papel. Él le enseñará el significado del amor, la risa, lo delicioso que puede ser comer un algodón de azúcar, la adrenalina de una montaña rusa. Le mostrará sensaciones que ella nunca hubiera descubierto por si misma. ¿Logrará el amor arrancar el papel de la piel de Aida? ¿O seguirá siendo prisionera de la terrible cárcel llamada: Mente?
Mauricio Rinaldi no busca una relación estable a pesar de su edad, de hecho le gusta mucho la soledad de su hogar, por esa razón nunca en su vida había llevado a alguna de sus amantes a su casa, ya que este era un santuario. Todo cambia en su vida cuando es contratada una empleada nueva debido a que sus otras dos no cumplían correctamente sus funciones en la casa. Esta chica lo cautivo desde el primer momento que la vio salir por la puerta, todo su cuerpo se excito tan solo ver esa cara de inocencia y aquel cuerpo tan natural. Cansado de follar con modelos, plásticas y falsas. Pero al ver a Amber todo cambia en su interior, desde ese primer instante deseo a morir a esa mujer. Su ambición era tan grande que se ideo un plan para poder tenerla a ella sola en su casa y llevarla a la cama. Follaba con Amber en cualquier momento, mancillando ese cuerpo virginal que lo ponía cada vez más adicto, pero de lo que no se estaba dando cuenta este pervertido millonario era que su obsesión por ella estaba tomando otro rumbo diferente. El camino del amor se hacía paso y él se adentraba sin darse cuenta de que lo estaba haciendo.
Amar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único que Debbie quería era el divorcio. Llevaba tres años casada con Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera había visto la cara. Cuando por fin decidió poner fin a su irónico matrimonio e ir en busca de la felicidad verdadera, apareció su supuesto marido y le pidió que lo intentaran de nuevo. A partir de entonces, Carlos se sentía increíblemente atraído por el espíritu libre y salvaje de Debbie y se enamoró de ella. Él comenzaba a mimarla. Poco a poco, lo que había entre ellos se iba a convirtiéndose en una atracción irrefrenable. Esto es una extraordinaria historia de amor donde descubrirá que, a veces, el amor no está muy lejos de cada uno de nosotros.
Janet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de una madre. Desafortunadamente, la anciana se enfermó gravemente y Janet tuvo que casarse con un hombre que tenía mala fama en sustitución de la hija biológica de sus padres para cubrir los gastos médicos de la criada. ¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Pero el hombre estaba lejos de ser un príncipe, aunque tenía un rostro atractivo. Ethan era el hijo ilegítimo de una familia rica que vivía una vida lujosa y apenas llegaba a fin de mes. Él se casó para cumplir el último deseo de su madre. Sin embargo, en su noche de bodas, tuvo el presentimiento de que su esposa era diferente a lo que había escuchado sobre ella. El destino había unido a las dos personas con profundos secretos. ¿Ethan era realmente el hombre que pensábamos que era? Sorprendentemente, tenía un extraño parecido con el impenetrable hombre más rico de la ciudad. ¿Descubriría que Janet se casó con él por su hermana? ¿Sería su matrimonio una historia romántica o un completo desastre? Siga leyendo para saber cómo se desarrolla el amor entre Janet y Ethan.
Hace siete años, Emerald Hutton dejó a su familia y sus amigos para ir a la escuela secundaria en Nueva York con el corazón roto, solo para escapar de una persona: el mejor amigo de su hermano, a quien amaba desde el día en que la salvó de los matones cuando tenía siete años. Herida por el chico de sus sueños y traicionada por sus seres queridos, Emerald enterró los pedazos de su corazón roto en el rincón más profundo de sus recuerdos. Siete años después, tuvo que regresar a su ciudad natal después de terminar sus estudios universitarios. Su corazón se convirtió en una fría piedra, vacío de amor y cayendo en el olvido que una vez latió por un hombre. Traumatizado por su pasado, Achilles Valencian se había convertido en el hombre al que todos temían. Los golpes de la vida habían llenado su corazón de una oscuridad sin fondo. Y la única luz que lo había mantenido cuerdo era una chica con pecas y ojos turquesa que había adorado desde siempre, la hermana pequeña de su mejor amigo. Después de tantos años, cuando finalmente había llegado el momento de capturar a su presa en su territorio, Achilles Valencian comenzará su juego. Un juego para reclamar lo que es suyo. ¿Podrá Emerald distinguir la diferencia entre el amor y el deseo, y evitar la peligrosa ola que una vez la arrasó para mantener su corazón a salvo? ¿O caerá en la trampa? Nadie jamás pudo escapar de las manos del hombre y él siempre obtiene lo que quiere. Y ese juego se llama: 'La Trampa de Ace'.
Se suponía que mi matrimonio con Mathias me haría la mujer más feliz del mundo. Aunque sabía que él no me amaba, pensé que se enamoraría de mí una vez que lo colmara de amor. Ya pasaron cinco años y Mathias me trataba como a una cualquiera. Para colmo, conoció a su verdadero amor y cortó todos los lazos conmigo por culpa de ella. Él la presentó a todo el mundo; algo que nunca hizo por mí. Su infidelidad me llevó a la depresión. Me sentía totalmente destrozada. Tristemente, incluso en mi lecho de muerte, mi supuesto marido nunca apareció. Cuando volví a abrir los ojos, sabía que el destino me había dado una segunda oportunidad. Yo todavía era la esposa de Mathias y pasamos dos meses antes de que conociera a su verdadero amor. En esta vida, me negué a que él volviera a lastimarme. Consciente del gran error de mi antigua yo, le pedí el divorcio. Mathias rompió los papeles del divorcio una y otra vez y al mismo tiempo me encerró. "¡Rylie, deja de hacer estupideces! ¡Hacerte la difícil no me funciona!". Para demostrarle que hablaba muy en serio, seguí adelante y solicité a la justicia. Finalmente entró en pánico. Abandonó a la "mujer de sus sueños" y se arrastró a mi lado. "Por favor, dame una segunda oportunidad, Rylie. Te prometo amarte con todo mi corazón. Serás la única mujer en mi corazón de ahora en adelante. No me dejes, ¿de acuerdo?". Una guerra estalló en mi mente. Por un lado, no quería que me hicieran daño otra vez. Pero, por otro lado, no quería dejar ir al hombre que amaba tanto. ¡¿Qué debo hacer?!
Nunca había esperado casarse con un hombre al que solo vio unas pocas veces. Dijo que podía darle todo menos amor, y ella estuvo de acuerdo. Sin embargo, su gentileza y consideración consiguieron que diera lo mejor de ella. Pensó que podría disfrutar de esa vida para siempre, pero la aparición de su primer amor la sacó de su fantasía. Era hora de poner fin a ese sueño, por lo que se fue con su hijo por nacer. Cuando se volvieron a encontrar, finalmente se dio cuenta de cuánto la había extrañado.