Alba, a punto de casarse con Agustín, se ve atrapada entre el amor prohibido de su amante, Esteban, quien resulta ser el hermano de su prometido. Tras una serie de intensas emociones y difíciles decisiones, Alba elige comprometerse con Agustín, aunque una parte de su corazón siempre recordará la conexión con Esteban. La historia toma un giro inesperado cuando Alba tiene un sueño revelador, viviendo una vida alternativa donde enfrenta sus decisiones pasadas. Al despertar, Alba se da cuenta de que su amor por Agustín es su elección definitiva. Juntos, enfrentan la vida con humor, aventuras y un amor que supera cualquier obstáculo, construyendo una historia de triunfo y unión familiar.
El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos cálidos y dorados. Alba caminaba con nerviosismo por el parque, esperando ansiosamente el encuentro con Esteban. Los corazones latían fuertemente mientras la pasión los empujaba hacia el amor prohibido.
Esteban apareció entre los árboles con una sonrisa traviesa en el rostro. "Alba, mi dulce y encantadora Alba. Sabía que no podrías resistir la tentación de verme otra vez", dijo con su característico encanto.
Ella sonrió tímidamente, sus mejillas enrojecieron. "Esteban, esto es una locura. No podemos seguir así. Mi boda con Agustín está a solo unas semanas de distancia", susurró Alba, luchando por contener sus emociones.
"Lo sé, lo sé", respondió Esteban, acercándose a ella y tomando suavemente su mano. "Pero no puedo evitarlo. Eres lo más hermoso que he visto en mi vida y estar lejos de ti me vuelve loco. No podemos negar lo que sentimos el uno por el otro".
Los ojos de Alba se encontraron con los de Esteban, y en ese momento, todas las preocupaciones y responsabilidades desaparecieron. Se sentían como dos enamorados adolescentes, desafiando las reglas del destino por un atisbo de felicidad.
"Esteban, ¿qué estamos haciendo? Esto está mal...", susurró Alba, con lágrimas en sus ojos. "Amo a Agustín, pero contigo siento una pasión que nunca había experimentado".
Esteban la abrazó con ternura y la besó suavemente en los labios. "Alba, mi corazón también está dividido. Te amo más de lo que debería, pero te prometo que si decides quedarte conmigo, seré el hombre más feliz del mundo. Si decides casarte con Agustín, lo aceptaré, pero nunca podré dejar de amarte".
Sus palabras encontraron el camino directo a lo más profundo del corazón de Alba. La dulce confusión la consumía, y una parte de ella anhelaba rendirse por completo a ese amor prohibido. Sin embargo, sabía que tenía que tomar una decisión, y no solo por ella misma, sino por el bienestar de todos los involucrados.
La noche avanzó mientras Alba y Esteban paseaban por el parque, riendo, compartiendo secretos y sueños. Olvidaron sus preocupaciones y se entregaron al momento presente, sabiendo que este podría ser uno de los últimos encuentros clandestinos que tendrían.
"Esteban, mi corazón está dividido en dos, pero tengo que tomar una decisión. Debo enfrentar la realidad y asumir la responsabilidad de mis acciones", dijo Alba con determinación.
Esteban asintió con tristeza. "Lo sé, Alba. Solo prométeme una cosa: que nunca olvidarás lo que hemos tenido. Que siempre guardarás en tu corazón el amor que compartimos".
"Te lo prometo", respondió Alba, con la voz quebrada. "Nuestro amor será un recuerdo imborrable en mi alma, pero ahora debo hacer lo correcto".
Ambos se abrazaron con fuerza y se despidieron con un último beso lleno de pasión y melancolía. Alba se alejó, con lágrimas en los ojos, sabiendo que tendría que enfrentar las consecuencias de sus elecciones. La noche, que había comenzado con romanticismo y diversión, terminó con un dilema que cambiaría sus vidas para siempre.
Después de unas horas fingiendo amor frente a su jefe y de un pico después de decir "acepto", la noche pasó sin ningún otro contratiempo. Se marcharon en un Ford descapotable de los años sesenta y finalmente llegaron a la casa de Lionel. Tan pronto como pisaron el suelo, él la observó con aburrimiento y se giró para irse a dormir. No le gustaba estar rodeado de personas, a menos que fueran bailarinas en poca ropa. -¡Oye! -protestó Alexa, pero él no se giró para seguir avanzando-. Se supone que estamos casados -murmuró temblorosa. Finalmente, él se detuvo y Alexa se acercó a pasos firmes, rodeándolo. Lionel bajó la vista para fijarla en ella. Le resultó... ¿Bonita? Supuso que ese era un adjetivo acorde a esa mujer, aunque le parecía insoportable y aquello restaba la belleza que poseía. -¿Qué? ¿Quieres acostarte conmigo? -preguntó él. Ella levantó una ceja para negar, pero ya era tarde. Lionel la tomó entre sus brazos y la recostó sobre la pared. Una mano detrás de su cintura bajó hasta sus glúteos y los apretó. Alexa rodó los ojos para darle un empujón. -Al cabo que ni quería... puedo cogerme mujeres de verdad -se burló, pero no esperó recibir un cachetazo de la dama. Alexa observó sorprendida la mejilla roja de su ahora esposo. Su piel se volvió más pálida de lo normal y retrocedió un paso, luego otro. Lionel se limpió un hilo de sangre que caía en la comisura de sus labios y la observó furioso. Era raro verlo así. Corrió a su lado y la tomó del cuello con brusquedad. Poco a poco, Alexa pudo sentir que el oxígeno no pasaba por su garganta y que estaba quedándose sin aire. -P-por favor... -suplicó, pero Lionel siguió presionando hasta que la soltó arrojándola al suelo. Se limpió el saco, como si ella lo hubiera ensuciado, y se dio la vuelta. Alexa, perpleja por haber sido estrangulada por su esposo, se levantó. -¡Soy tu esposa! ¡Te guste o no! -gritó a todo pulmón. Lionel se giró, buscó algo en su bolsillo y dijo: -Bien. Ten, son diez mil dólares. El próximo mes te daré más, ahora vete. No me interesa tenerte en esta casa. -Somos marido y mujer. Merezco y debo estar aquí -susurró con la voz quebrada y los ojos llenos de sufrimiento. Él le lanzó una sonrisa ladina mientras avanzaba, pero ella, a pesar de temblar por ese hombre, no se dejó intimidar. -Entonces... -comentó mientras bajaba el cierre de su pantalón, sacando su enorme miembro frente a ella-... mételo en tu boca... -canturreó divertido. Lionel se rió de la desgracia de aquella mujer. Y ella lo sabía.
Isabella, una joven inocente, se ve envuelta en una apuesta con el seductor caballero Alejandro. Si gana, Alejandro la protegerá y la cuidará. Si pierde, ella perderá su virginidad a los ojos de Alejandro.
Observé de reojo al joven que estaba a unos metros delante de mí, Eric. Era el hijo de mi mejor amiga, Laura. Suspiré bajando la vista, pero no pude evitar verle. Ultimamente, para ser sincera podía llegar a jurar que el chico, se veía mas atractivo que antes. A sus veinte años, parecía un hombre sacado de una revista para mujeres maduras. Mis mejillas se tornaron rojas, y tuve que sostener con fuerza mi vestido. Mis ojos se volvieron frágiles ante la imagen que tenía frente a mí. Cuando flexionó sus brazos para sonreírle a mi hija, sentí un nudo extraño en mi garganta. Olivia, tenía la misma edad que Eric. Laura, me pasó un mate y desperté de la ensoñación, de observar la sonrisa de su hijo. -¿Estás bien? –cuestionó bajo una mirada intimidante, asentí enfocando mi vista a los dos. Eric, rodeaba en un abrazo a Olivia, tragué saliva en seco –son adorables. -Lo son –comenté sin titubear, si tan solo un solo sonido de mi voz sonaba insegura, Laura se tiraría sobre mí como una gacela. La conocía demasiado bien para saber que era curiosa, en demasía. -Entonces... ¿saldrás con el ingeniero? –su pregunta, provocó que mi concentración volviera a ella. Suspiré asintiendo, ¿qué le podría decir? De todos modos, ya era demasiado extraño que quisiera quedarme con su hijo en la ciudad. Yo tenía una casa en la capital, y me había ofrecido para que él fuera a vivir allí una temporada, incluso Laura fuera para hacerme compañía. No pretendía comenzar a mirar a Eric con otros ojos.
Una enfermera encuentra a una niña congelada en el exterior de su hospital y la rescata. Después de atenderla, descubre que la pequeña tiene un don mágico que le permite curar heridas y predecir el futuro. La niña la lleva a su manada, y se desarrolla una tensa relación con su cruel padre, el Rey de la Manada.
Unidos por un matrimonio arreglado, Lina y Mateo se encontraron por primera vez en la noche de su boda. Sin embargo, Mateo sólo tenía ojos para su herencia y no para Lina, y la abandonó en cuanto obtuvo lo que buscaba: cuatrillizas. Cinco años después, un anciano de la familia empieza a sospechar que los dos no están enamorados, ejecuta un plan para arruinar la herencia de Mateo si no puede demostrar su amor a Lina. Con la presión de los dos lados de la familia, Mateo hace una propuesta arriesgada a Lina: fingirán ser amantes y recuperarán la herencia. Pero el destino tiene otros planos, y mientras más tiempo pasan juntos, más difícil es ocultar sus secretos y, aún más importante, el creciente amor que los une.
Kiara despierta en una carcel, había sigo secuestrada por unos desconocidos. Esperando no encontrar el peor amo, alguien la salva, un hombre lobo cuyo nombre es Alexander. Emilia, hermana de Alexander descubre que Kiara es su pareja, al parecer reencarnada en una humana. Pero él se niega a creer eso. Ella la cura y le borra la memoria. Vuelve a su vida normal ya la universidad, encontrándose aun profesor muy sensual, Alexander.
Austin experimentó un viaje en el tiempo hacia el Antiguo Mundo Marcial y, curiosamente, se despertó con un cuerpo más joven. Sin embargo, el joven cuerpo que poseía era torpe y miserable, ¡qué fastidio! A pesar de todo, perseveraba su mente sabia y clara. ¡Ahora, con el cuerpo más joven y fuerte, luchará para convertirse en el Dios de las Artes Marciales y gobernará todo el Mundo Marcial!
Madisyn se quedó de piedra al descubrir que no era hija biológica de sus padres. Luego la verdadera hija de esa familia le tendió una trampa, haciendo que la echaran de casa y se convirtiera en el hazmerreír de todos. Creyendo que era hija de campesinos, Madisyn se sorprendió al descubrir que su verdadero padre era el hombre más rico de la ciudad y que sus hermanos eran figuras de renombre en sus respectivos campos. Todos la colmaron de amor, solo para enterarse de que Madisyn tenía un próspero negocio propio. "¡Deja de molestarme!", dijo su exnovio. "Mi corazón solo pertenece a Jenna". "¿Quién te crees que eres? ¿Mi mujer siente algo por ti?", reclamó un misterioso magnate.
Sabrina tardó tres años enteros en darse cuenta de que su marido, Tyrone, era el hombre más despiadado e indiferente que jamás había conocido. Él nunca le sonrió y mucho menos la trató como a su esposa. Para empeorar las cosas, el regreso del primer amor del hombre no le trajo a Sabrina nada más que los papeles del divorcio. Con la esperanza de que todavía hubiera una posibilidad de salvar su matrimonio, le preguntó: "Tyrone, aún te divorciarías de mí si te dijera que estoy embarazada?". "¡Sí!", él respondió. Al comprender que ella no significaba nada para él, Sabrina finalmente se rindió. Firmó el acuerdo de divorcio mientras yacía en su lecho de enferma con el corazón hecho pedazos. Sorprendentemente, ese no fue el final para la pareja. Fue como si Tyrone despejara la mente después de firmar el acuerdo de divorcio. El hombre que alguna vez fue tan desalmado se arrastró junto a su cama y le suplicó: "Sabrina, cometí un gran error. Por favor, no te divorcies de mí. Te prometo que voy a cambiar". Sabrina sonrió débilmente, sin saber qué hacer…
Samantha Keane, una mujer bella y encantadora proveniente de una familia rica, es abandonada por su madrastra en el campo donde viviría con su abuela. Era una chica inteligente e independiente a pesar de aparentar lo contrario. Desarrolló una gran pasión por la ilustración y la cocina, pero era bastante hábil preparando perfumes. Después de pasar por situaciones desagradables, un día decide ir a la ciudad a buscar un mejor empleo y termina en un bar conociendo a un hombre que cambiaría su destino para siempre. Sufriendo luego un accidente que pondría en juego su memoria, dejando en riesgo a su abuela, la cual termina en una situación de salud crítica. Gerald White, un tipo rico y bien posicionado en la industria de perfumes, de personalidad difícil, se casa con la mujer que llevó a la cama a raíz de su embarazo, haciéndose cargo de su hija, Connie. Debido al abandono de Randy, su ex esposa, Gerald se ve obligado a buscarle una madre a su pequeña para que cumpla el rol que la niña necesita, ya que, por su trabajo, no le dedicaba suficiente tiempo y la desatendía. El destino pone en su camino a Samantha, y a pesar de rechazarla, sucede una serie de imprevistos que cambiarán el rumbo de la historia, dándole fin a su búsqueda incesante y un gran vuelco cuando él sepa toda la verdad. ¿La vida será justa esta vez con Samantha o vivirá por siempre ignorando su verdadera realidad?
Amar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único que Debbie quería era el divorcio. Llevaba tres años casada con Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera había visto la cara. Cuando por fin decidió poner fin a su irónico matrimonio e ir en busca de la felicidad verdadera, apareció su supuesto marido y le pidió que lo intentaran de nuevo. A partir de entonces, Carlos se sentía increíblemente atraído por el espíritu libre y salvaje de Debbie y se enamoró de ella. Él comenzaba a mimarla. Poco a poco, lo que había entre ellos se iba a convirtiéndose en una atracción irrefrenable. Esto es una extraordinaria historia de amor donde descubrirá que, a veces, el amor no está muy lejos de cada uno de nosotros.
Kallie era una muda. Su marido la ignoró durante cinco años desde su boda, no solo esto, ella hasta sufrió un aborto por culpa de su cruel suegra. Tras el divorcio, Kallie se enteró de que su exmarido se había prometido rápidamente con la mujer que realmente amaba. Sujetando su vientre ligeramente redondeado, se dio cuenta de que él nunca se había preocupado realmente por ella. Decidida, ella lo dejó atrás, tratándolo como a un extraño. Sin embargo, tras su marcha, ese hombre recorrió el mundo para buscarla. Cuando sus caminos volvieron a cruzarse, Kallie ya había encontrado una nueva felicidad. Por primera vez, él se humilló ante ella y le suplicó: "Por favor, no me dejes...". Pero la respuesta de Kallie fue firme y despectiva, cortando cualquier vínculo entre ellos: "¡Lárgate!".