Berina Bellucci es una mujer que está cansada de tocar puertas, cantante con una voz magnifica, pero pocas oportunidades, le encanta el jazz, la bossa nova, la música de sus raíces corre en sus venas como si ella fuese del mismo desierto. Su abuela Jadida una afable mujer Ítalo turca, cantante de jazz, amante del bolero y todo instrumento de cuerdas, sufrió de un desbastador mal de amores que le dejó una vida de recuerdos, nostalgias y lágrimas, un amor de esos imposibles, cerrados por la sociedad a vivir libremente. La abuela de Berina, con su pequeña Atina en brazos llega a Norteamérica. Iniciando de cero ha encontrado un nuevo amor, el sueño de su vida. Atina, maestra de artes plásticas, tuvo un buen amor, y alguna que otra situación de la vida, empuja el destino de Berina. Su padre, profesor de literatura, una pasión por la lectura ávida. Italiano cortes y educado, hombre con gran influencia en Berina y la música. Berina se presenta en lugares de noche para generar algunos billetes más, aspira seguir estudiando, aunque últimamente las cosas no están bien económicamente. Ayuda a sus hermanos porque no quiere verlos sin sueños, o truncados en sus vidas. Carlo De Santis es su admirador número uno, hombre acaudalado conectado al mundo de los negocios, exitoso ingeniero que irrumpe en su vida, pero con algunos tropiezos en el camino. Moira De Santis, madre de Carlo, dama de la alta sociedad italiana, poder, riqueza, y esplendor rodean su vida, tiene interés que su hijo despose a Ivonne De Versalles, chica de nobleza, clase y riqueza. Moira conoce a Berina, de quien tiene un singular atractivo por su voz, atractivo que Berina percibe, colocándole en debacle sus ideas. Intrigas, pasiones, romance, seducción, celos, negaciones, erotismo, mentira y seducción hacen entrada en la escena de vida de Berina. Park Jeong interesante hombre, empresario dueño de una cadena de hoteles importantes en varios países; Desea conquistar el corazón de Berina Bellucci. Le hará una promesa, amarla cada día de su vida. Luchará por conquistarla. Historia llena de drama, con momentos de sensibilidad, transportando a emociones abrumadoras, como a otras que inundan como torbellinos. Charló Blus
Berina limpiaba su rostro, aun podía escuchar los aplausos en el salón donde terminaba de hacer su presentación, el cumpleaños de Moira De Santis, una acaudala mujer de negocios, quien había llegado a la ciudad para festejar su cumpleaños con sus amistades.
Era italiana, ese acento aun lo portaba con orgullo, aunque hablaba un español a la perfección, como también su impecable inglés. Su hijo era el acaudalado Carlo De Santis, tenían múltiples propiedades en varios lugares, y en gran escala eran conocidos en el mundo financiero.
Aunque la señora Moira se deleitó con sus canciones, todas pedidas por su hijo, se notó en un instante su rostro de considerarla una voz magnifica, pero nada más.
Había alabado su buen gusto por la alta costura, su tenue maquillaje, ojos preciosos, modales perfectos. Boca encantadora, una gracia que poco se puede apreciar, labios divinos y perfectos le había dicho luego de su presentación.
Era muy extraña Moira, bastante extraña.
En el momento se había despojado su vestido, colocándose el jean, con su suéter y sombrerito de tela, tomaba el bolso mientras revolvía para encontrar las llaves de su pequeño coche.
-Quería darte las gracias por tu excelente presentación, cantas hermoso, no puedo negar que es una voz única, bien aquí están tus honorarios, en tres días tendré un coctel, me encantaría que fueras, esta es la dirección, será unas tres horas, si en caso que no puedas presentarte por favor llama a mi asistente-.
Moira caminaba en la habitación mirando atentamente por las ventanas.
-Bien, tengo disponibilidad así que estaré en su reunión-.
-Déjame observar algunas cosas, cabello totalmente recogido, labios rojos, de negro o rojo te verías muy elegante, un rojo no escandaloso, un rojo elegante, sobrio, zapatos de tacón si no te molesta, te colocaremos un escenario con comodidad, estarán varios amigos, familiares, ya sabes personalidades importantes-.
Moira iba haciendo giros en torno a ella, deteniéndose a verle por instantes, y seguir con sus instrucciones, era una reunión muy elegante.
-Bien linda, entonces nos vemos en tres días, puntualidad, odio las llegadas tarde, así sea solo un minuto-.
Berina le miraba fijamente, era una hermosa mujer, se podía decir que rondaba los cuarenta y cinco años según había escuchado de Ángelo. Había contraído matrimonio con tan solo diecisiete años, sus padres no colocaron objeción, entonces seria por eso que era una mujer tan joven.
Y sí que era hermosa, ojos verdes profundos, alta, con un cuerpo bien torneado, enfundada en un Chanel color azul ámbar, le resaltaba su belleza, cabello negro como la noche, Moira se acercaba a su rostro.
-Maquíllate esa noche, pero sin esos excesos, que no tienes necesidad, tu rostro es hermoso, tus manos muy delicadas, siempre me fijo en todo-.
-Lo tendré en cuenta señora Moira-.
-Bien eso es todo-. Le miraba una vez más, como si estuviera recordando algo.
-No te preocupes por el transporte, mi conductor te acercará a tu casa-.
-Buenas noches, y muchas gracias-.
Betina tenía unos profundos ojos grises oscuros, cabello negro liso largo, era de un hermoso brillo, manos cuidadas, tez trigueña, aunque se podía decir que gustaba de broncearse, logrando una tonalidad perfecta.
Berina era audaz, ágil, inteligente, sabía que decir, o cuando mejor callar, por lo menos la exigente Moira había pagado muy bien su presentación, ante lo cual era buena señal.
Sentía que le miraba con curiosidad, casi podía decir que Moira iba hacer preguntas, quizá, si era casada, tenía hijos, si vivía sola, donde trabajaba, si frecuentaba algunos bares, padres, en fin, pero no le había dado mucho espacio a que lo hiciera.
La belleza de Moira era como algo atrayente, esa noche su vestido se tornó el centro de atención, era una mujer muy bella, sofisticada, hermosa, inteligente, ojos inquietos, era rica, podía darse muchos lujos, sabia por algunas reseñas que su esposo había fallecido unos tres años atrás, no estaba comprometida como tal, las revistas solo especulaban posibles candidatos, era muy reservada, difícil de fotografiar pues esquivaba con suma facilidad la atención, en ocasiones cambiaba de look, pero manteniendo su impecable melena negra a los hombros, un cabello que brillaba, una piel tersa, eso era algo muy a la vista, una mujer bastante inquietante.
-Moira De Santis, vaya que sorpresa, nada menos y nada más, es para no creer-. Abriendo el sobre extrajo el dinero, le había pagado un 10 por ciento más del precio que habían acordado. Bueno era grato saberlo tendría un largo viaje a casa, casi dos horas.
Mientras conducía el coche se preguntaba, que preguntas haría Moira, era de esas que no se quedaban en solo hablar, se comentaba que pocas personas tenían cercanía con ella.
No dejaba de inquietarle esa mirada de como diría, alguna pequeña desconfianza, pero podían ser solo impresiones. Además, ella ni trabajaba en exclusiva, ni era de su personal, solo era una cantante, bien pagada y ya.
Quien sí le había llamado la atención era su hijo Carlo, era un hombre atractivo, de unos veintiséis años, ojos verdes, cuerpo atlético, cabello castaño rubio, quien le había dado un par de miradas esa noche, se conocían de un tiempo atrás, se habían dado alguna sonrisa, pero disimuladamente, parecía que no esconder que Moira le viera en aquella aptitud de galán, o quizás no era a ella a quien miraba, podía ser la corista, total era una chica llamativa. O podía ser el musico que estaba en la tarima, Leo el pianista, todo podía ser, era hasta cómico pensar que Carlo, el rico y millonario hijo de Moira le miraba a ella.
Al siguiente día cantaría en el piano bar de Ángelo, un amigo en donde unas dos a tres veces por semana se presentaba.
El conocía a Moira De Santis, motivo por el cual le envió a su fiesta.
-Te encantará Moira, es una mujer misteriosa, extraña, pero con mucho dinero, pagará bien tu presentación, solo ve bien vestida, con un traje elegante, nada vulgar me refiero a escotes y poca falda-.
Le había prestado un vestido de su closet de artistas, zapatos delicados de tacón, maquillaje tenue, recomendaciones que le habían servido.
Su teléfono sonaba insistentemente-
-Hola cariño, Moira me llamó acabo de colgar con ella, me dijo que una presentación impecable, me pregunto de donde te conocía, le dije que hace más de cinco años nos conocemos, que estas en este camino de la música, dice que no quiere ser pesimista, pero que tendrías mejores oportunidades en hacer carrera en el mundo empresarial, me preguntó que habías estudiado, y nada.... le conté de tu carrera, eres una excelente anfitriona para organizar grandes eventos, no en vano estuviste en tu pasantía en Hawái, dijo que tienes unos hermosos ojos, y...sutilmente bella-.
-Qué mujer más extraña-.
-Si, lo es, pero es el fondo de su alma hay cosas buenas, es solo conocerla más, admira la belleza, la estética, la elegancia, te contaré...hace unos años, había una chica, Rosemary, cantaba bien, hacia shows, estuvo en algunas reuniones de Moira, a Moira le parecía una buena oportunidad darle un puesto en una de sus empresas, Moira tiene unas tiendas de esas grandes por departamentos, al inicio todo bien, la chica era una seguidora total de Moira, bien en fin, Moira era especial con ella, pero al cabo de un tiempo Rosemary conoció a un trabajador de la tienda que si bien no era tan mal, solía beber mucho, eso parece que molestaba a Moira y la despidió, aunque nunca se supo en realidad, pero yo creo que Rosemary tenía cierta fijación con Moira, no sé cómo decirlo, una atracción por ella... ya sabes Moira es especial si le eres de su agrado, a Rosemary le gustaban las chicas, no era un secreto, aquí tuvo un romance con Mia, pero la dejó por salir con un cliente, cosa que no duro mucho-.
- ¿Eso significa que Moira siente atracción por algunas mujeres?
-Oh, nunca le he conocido nada en ese aspecto, es decir algún romance que traspase más allá de su flirteo, su esposo y ella eran muy unidos, una pareja explosiva, ya sabes esos matrimonios que son dinamita, en muchas cenas intimas en las que estuve, en aquellas pláticas de pareja, de gustos, contaban jocosamente y con humor de su explosivo lecho conyugal...pero no he sabido nada respecto a eso concretamente, solo que siente atracción por chicas hermosas, o llamativas a sus ojos... quizás le gusta apreciar una belleza, pero querida, tiene un par de enamorados a los que trae como tontos-.
-Eso me pude fijar esta noche, la pretenden varios caballeros-.
-No te intimides, suele mirarte, acercarse mucho, pero no vayas a pensar que se está enamorando de ti, una mujer bastante peculiar, y eso si mantén tus manos alejadas de Carlo, es celosa a muerte con su hijo-.
-Ni me lo digas-.
-Bueno, pues gracias por decírmelo, su hijo sí que es guapo, sexy, mantendré mis ojos a distancia-.
Si, mucho mejor-.
-Es una mujer que tiene encanto misterioso, rica, arrogante, vanidosa, insensible, una muralla-.
Sus ojos hermosos ojos se quedaron mirando las luces de la ciudad.
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