Eir es una joven nórdica que se dedica a las curaciones al igual que toda su familia, ellos han sido bendecidos por la Diosa de las curaciones Eira, pero su familia no es la única bendecida por una Diosa, ya que Ragnar, el preferido de su aldea también ha sido bendecido por uno, pero no por cualquiera, sino por Odin "El padre de todos" y por el Dios de la guerra Tyr.
El olor a sangre inunda mi nariz con fuerza, los gritos retumban en mis oídos con vehemencia, el choque de un arma golpeando mi escudo me mantiene despierto, estoy cansado y exhausto, llevo peleando desde hace varias horas, pero no puedo bajar la guardia, tengo que estar alerta en todo momento, en especial en el campo de batalla.
Mi enemigo se ha cansado de tanto golpear mi escudo, así que aprovecho esta oportunidad para cortarle la cabeza de un tajo, haciendo que su cuerpo caiga al suelo como un saco. Tomo grandes bocanadas de aire, estoy demasiado agitado, el sudor de mi frente cae sobre mis ojos, obligándome a secarme con mi antebrazo. A lo lejos escucho la voz de mi padre, que me grita que debo seguir avanzando hasta la aldea y eliminar al jefe.
Sacudo un poco los hombros y empiezo a avanzar a paso firme, sé que Tyr nos concederá la victoria. Llego hasta la aldea y como era de esperar, el jefe está parado a unos metros de mí, con su arma desenfundada y su casco sobre su cabeza. Tiene una mirada estoica, postura firme y listo para hacerme frente, pero noto cierto temor en sus ojos, algo muy común en la mirada de mis enemigos, todos me tienen miedo.
No mediamos palabras, no hace falta, él sabe que no pienso irme con las manos vacías y yo sé que no va a rendirse pacíficamente. Camino un poco más hacia él, deteniéndome a cierta distancia, ambos observamos los movimientos del otro, listos para el combate.
En un parpadeo, él y yo nos estamos enfrentando en un fiero combate, a mis espaldas escucho un fuerte bullicio, entre los gritos alcanzo a distinguir la voz de mi padre, parece ser que ya han acabado con los guerreros restantes, así que no vale la pena que siga alargando este combate, en especial porque estoy cansado. El jefe golpea la orilla de mi escudo, haciendo que su brazo tiemble y aprovecho esa oportunidad para arremeter contra él, pero no por nada ha vivido tantos años ya que se ha recuperado más rápido de lo que esperaba y ha clavado su espada sobre uno de mis costados, pero esto no me impide arremeter contra él otra vez. Al final, termino por atravesar su cuerpo con mi espada, antes de morir me susurra al oído que los dioses tienen a sus favoritos.
Con el jefe de la aldea muerto, mi padre toma el control del lugar, volviéndola una extensión de nuestra aldea principal, se acerca a mí y me felicita por mi excelente desempeño, como siempre. Me limito a asentir con la cabeza, nunca he sido un hombre de palabras, no hacen falta cuando mis acciones demuestran mi valor de guerrero y hombre.
Caída la noche, me paso a retirar a mi tienda, no tengo muchos ánimos de celebrar la victoria, solo quiero volver a casa y relajarme por una larga temporada, claro, si es que eso es posible, ya que a mi padre le gusta enviarme a expediciones muy seguidas. Últimamente hemos tenido que venir a saquear varias aldeas sin descanso, al punto que no puedo dormir ni un poco, gracias a los dioses eso no me ha afectado en lo más mínimo, pero no puedo decir lo mismo de los otros guerreros, que desvarían en algunas ocasiones por el cansancio.
Antes de entrar a mi carpa, mi padre me intercepta, dejo caer un poco los hombros y me giro hacia él, seguramente quiere hablar sobre conseguir alguna esposa o algo por el estilo, ya que es lo único que le preocupa en estos momentos, que deje mi descendencia en el mundo. Nos miramos directo a los ojos, él toma una gran bocanada de aire y se pone a darme el discurso de siempre, que es importante para un vikingo dejar a su descendencia en Midgard para que esta prospere a lo largo de los años, que es mi deber como guerrero mantener mi linaje y que ya estoy demasiado grande para seguir postergando mi deber ante la comunidad.
Cuando escucho sus palabras, me recuerda mucho a mi madre, que no para de repetirme que Dagny es una excelente mujer y que ella podría ser la candidata perfecta para ser mí esposa. Para ser honesto, no tengo anhelos por casarme ni tener familia, no me veo teniendo esa vida, estoy demasiado acostumbrado a estar siempre de viaje, peleando, siendo un guerrero, pero al ser el único hijo de nuestro jefe, es mi deber y mi obligación dejar a mis hijos en este mundo, aunque no quiera.
-Entiendo tu preocupación, padre- Siempre he sido un hombre bastante serio, incluso a la hora de hablar.
-Me alegro que lo entiendas, pero no necesito que solo me escuches, necesito que hagas algo al respecto- De forma furtiva, mira por encima de su hombro. -Si no te gusta ninguna mujer de la aldea, aquí hay varias, puedes elegir una, pero lo digo enserio Ragnar, ya tienes treinta años y todavía no has considerado ningún prospecto, es algo que se debió ver apenas cumpliste los quince.
-Lo sé padre- Suspiro con ligereza. -Y no, no hay ninguna mujer en este lugar que me llame la atención- Desvío la mirada por unos instantes. -Cuando volvamos a casa, buscaré una prometida, lo prometo.
- ¡Bien! - Exclama alegremente mientras me da unas palmadas en el brazo con fuerza. -Ese es mi muchacho.
Una vez que me he librado de mi padre, entro a mi carpa, dejo mis cosas sobre una mesa que está ahí y después me encamino hacia el pequeño baño improvisado. El agua corre por mi cuerpo, llevándose consigo todo el estrés y pesadumbre que he cargado en todo el día, un suspiro de alivio se me escapa. Me hacía mucha falta sentir este inmenso alivio, aunque sea por unos instantes, ya que mañana será un nuevo día, lleno de trabajo.
Después de mi ducha, me puse mis pantalones de algodón y me he sentado sobre la orilla de la cama; por insistencia de mi padre, me prepararon una cama, pero en realidad no me molesta dormir sobre heno en el suelo. Observo la oscuridad por un largo rato y justo cuando estoy por acostarme a dormir, alguien entra a mi tienda, enseguida poso la mirada en la persona, pero por su complexión y su diminuto tamaño, debe ser una mujer.
-J-Joven R-Ragnar- Su voz me lo confirma.
- ¿Si?
La joven se acerca a mí y toma mis manos, colocándolos sobre su cuerpo, que no para de temblar como si fuera una hoja, al notar esto, aparto casi enseguida mis manos y hago para atrás mi cuerpo, la poca luz de la luna que entra, me deja ver los rasgos de la chica, tendrá como unos quince años.
Durante muchos siglos, las cosas entre Zeus y Hera han sido muy dificil, al punto de ser insostenibles, pero repentinamente ambos dioses decidieron apartarse de todo y todos, creando un palacio en los confines del Olimpo. Muchos dioses se sentian curiosos por saber que les sucedia, pero nadie se atrevia a meterse entre ellos, por miedo a la represalias de la diosa Hera. Una noche, el llanto de un bebé pone en alerta a todos los dioses, pero los únicos en tener el valor de ir a investigar son Atenea, Artemisa y Dionisio. Los tres buscan por todo el Olimpo el origen del llanto, hasta que encuentran el palacio de los gobertantes supremos. Tratan de llegar al fondo de la situacion e intentan entrar al palacio, pero son detenidos por unos guardias, Zeus al ver el alboroto decide hablar con sus hijos y les dice que nadie es bienvenido y que los dejen tranquilos. Quince años después, todos los dioses son invitados a una fiesta de cumpleaños.
Ella vive en el inframundo, rodeada de muerte y almas en pena, pero siempre ha creído que la muerte no es el fin, sino el comienzo de algo hermoso. Hades, Dios del inframundo y rey de los muertos, posa sus ojos sobre aquella ninfa que es capaz de ver la hermosura del infierno.
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Hannah es una adolescente algo problemática y caprichosa, su madre se divorció de su padre cuando ella tenía ocho años y se volvió a casar con un hombre rico llamado Henry Evans. Hannah se enamora de su padrastro, al punto de encapricharse y obsesionarse, pero nunca intenta nada ya que respeta la relación de su madre, pero una noche, las cosas entre ellos dos cambian por completo y Henry se ve envuelto en un extraño triángulo amoroso.
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Anne es una huerfana que quedó a cargo del convento, su camino era volverse una monja, ya se había resignado a su destino, pese a que soñaba ser una enfermera y tener una familia. Alphonse Roux es el ministro de justica, un hombre serio y distante, que, por alguna extraña razón visita el hospital muy a menudo. La joven mujer se ha encargado de curar y cuidar del ministro siempre que acude en su ayuda, durante ese tiempo, ambos han desarrollado un inusual lazo, que, para ojos de Anne... es algo prohibido, pero no para él. Acompaña a esta pareja por un viaje oscuro y siniestro, que se desarrolla en las frías y peligrosas calles de París.
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Durante tres arduos años, Emily se esforzó por ser la esposa perfecta de Braiden, pero él todavía se mantenía distante con ella. Cuando él le pidió el divorcio por otra mujer, Emily desapareció. Sin embargo, cuando reapareció más tarde, se convirtió en su última fantasía. Despidiendo a su ex con una sonrisa burlona, ella le desafió: "¿Te interesa una colaboración? ¿Quién te crees que eres?". Los hombres no le servían para nada; Emily prefería la independencia. Mientras Braiden la cortejaba sin descanso, descubrió las identidades secretas de Emily: hacker de alto nivel, chef, médica, talladora de jade, corredora clandestina... Cada descubrimiento aumentaba el desconcierto de Braiden. ¿Por qué los conocimientos de Emily parecían ilimitados? El mensaje de Emily era claro: destacaba en todos los aspectos.
Eden McBride pasó toda su vida siguiendo las pautas de la sociedad. Pero cuando su prometido la dejó un mes antes de su boda, Eden deja de seguir las reglas. Una furia insaciable es justo lo que recomienda el médico para su corazón roto. No, en realidad no era así. Sin embargo, era lo que necesitaba Eden. Liam Anderson, el heredero de la empresa de logística más grande de Rock Union, era el tipo perfecto. Apodado el Príncipe de los Tres Meses porque nunca estaba con la misma chica por más de tres meses, Liam había tenido una buena cantidad de aventuras de una noche y no espera que Eden sea nada más que eso. Cuando se despertó y la encontró con su camisa de mezclilla favorita, Liam comenzó a estar irritado, pero extrañamente intrigado. Ninguna mujer había abandonado su cama voluntariamente ni le había robado. Eden había hecho ambas cosas. Necesitaba encontrarla y arreglar las cuentas. Pero en una ciudad de más de cinco millones de habitantes, encontrar a una persona era como buscar una aguja en un paja. No se vieron hasta que el destino los volvió a reunir dos años después. Eden ya no era la chica ingenua que era cuando saltó a la cama de Liam; en ese momento tenía un secreto que proteger a toda costa. Liam estaba decidido a conseguir todo lo que Eden le robó, y no fue solo su camisa.
Quien diría que los amores prohibidos son los mejores, que desear a la persona que no debías se volvería una obsesión. Hay un secreto que he descubierto y prometo que aprovechare este secreto al máximo a mi favor, solo espero que las cosas no se me salgan de las manos y termine enamorándome.
Rhonda era una chica que amaba demaisado. Después de que su novio de varios años perdiera su trabajo, ella no dudó en apoyarlo económicamente. Incluso lo mimó, para que no se sintiera deprimido. ¿Y qué hizo él para devolverle el favor? ¡Engañó a Rhonda con su mejor amiga! Ella estaba tan devastada. Para hacer que su ex infiel pague, aprovechó la oportunidad para casarse con un hombre que nunca ha conocido. Eliam, su esposo, era un hombre tradicional. Él le dijo que él sería responsable de todas las facturas de la casa y que ella no tendría que preocuparse por nada. Rhonda se rio de él y concluyó que era uno de esos hombres a los que les gusta presumir de su habilidad. Pensó que su vida de casada sería un infierno. Al contrario, Eliam resultó ser un esposo cariñoso, comprensivo y hasta un poco pegajoso. Él la animó a ascender en la escala profesional. Además, la ayudaba con las tareas del hogar y le daba carta blanca para decorar su hogar. No pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a apoyarse mutuamente como un verdadero equipo. Eliam sabía cómo resolver los problemas de la vida. Nunca dejaba de acudir en ayuda de Rhonda cada vez que ella estaba en un aprieto. A primera vista, parecía un hombre común, por lo que Rhonda no pudo evitar preguntarle cómo podía poseer tantos conocimientos acerca de diferentes áreas. Pero Eliam siempre ha logrado esquivar esta pregunta. En un abrir y cerrar de ojos, Rhonda alcanzó la cima de su carrera gracias a la ayuda de su esposo. La vida les iba bien hasta que un día, Rhonda encontró una revista de negocios global. ¡El hombre de la portada se parecía exactamente a su marido! ¡Qué significaba eso! ¿Eran gemelos? ¿O le estaba ocultando un gran secreto todo este tiempo?