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Anne es una huerfana que quedó a cargo del convento, su camino era volverse una monja, ya se había resignado a su destino, pese a que soñaba ser una enfermera y tener una familia. Alphonse Roux es el ministro de justica, un hombre serio y distante, que, por alguna extraña razón visita el hospital muy a menudo. La joven mujer se ha encargado de curar y cuidar del ministro siempre que acude en su ayuda, durante ese tiempo, ambos han desarrollado un inusual lazo, que, para ojos de Anne... es algo prohibido, pero no para él. Acompaña a esta pareja por un viaje oscuro y siniestro, que se desarrolla en las frías y peligrosas calles de París.
Todavía recuerdo aquella noche, en donde la conocí, cuando la tuve entre mis brazos sentí la necesidad de protegerla a toda costa, sin importar que ocurra, quería estar a su lado siempre que pudiera, pero desafortunadamente las cosas cambiaron drásticamente cuando cumplí mis diez años, no quería dejarla, pero sabía que tenía que hacerlo para poder convertirme en un buen cazador y protegerla de todo...
o al menos ese era mi objetivo principal, pero con el tiempo las cosas cambiaron, ya que dejé de verla y casi me olvidé de su existencia o eso hubiera ocurrido si no tuviera ese sueño tan recurrente, en donde estoy bajo esa tormenta de nieve y escucho un bebé llorar, pero es tan débil su llanto que apenas es perceptible, menos mal que mi oído es bastante agudo y puedo escuchar cosas que los humanos no pueden.
Ese sueño me estuvo persiguiendo hasta que tuve los dieciocho, ya que decidí dejar ir ese sueño porque mis padres me habían comprometido con una mujer, Simone, su familia y la nuestra eran muy cercanas hasta que ocurrió lo inesperado. Un grupo de vampiros atacó nuestra carroza cuando íbamos de regreso a nuestras casas luego de una fiesta, por mi arrogancia casi perdemos la vida ambos, ya que, al ser un Dhampir la sangre de un vampiro y humana corre por mis venas, además de que somos cazadores natos de nuestros padres, esto se me subió a la cabeza, más de lo que pensaba, sufrí heridas bastante graves y perdí mi ojo izquierdo, menos mal que mi padre apareció para ayudarnos.
Debido a la gravedad de mis heridas, mi prometida me ofreció un poco de su sangre para poder recuperarme, era la primera vez que bebía la sangre de un humano y debo decir que sabía exquisito, afortunadamente estaba mi padre ahí para detenerme, de lo contrario, seguramente la hubiera matado.
La culpa pudo conmigo y decidí volver al camino del Señor y empecé a ir más seguido a la iglesia, buscando la respuesta a mi pesar, fue en una de mis visitas que la vi otra vez, a esa niña de tres años convertida en toda una joven muy hermosa de cabellera negra reluciente, era la más radiante de todas, pero sabía que no estaba bien que posara mis ojos en ella, porque era una iniciada y hasta donde sabia, dentro de poco se convertiría en una monja.
Era imposible para mí apartar la vista de su presencia, era tan hermosa y radiante que no pude dejar de verla, ella había captado toda mi atención, así que decidí levantarme e irme, pero una conversación entre ella y la madre superiora llamó mi atención. Al parecer, Anne está estudiando medicina ya que quiere convertirse en una enfermera, pero esto podría perjudicarla en sus labores como monja en el futuro, aun así, ella está decidida a hacerlo y está haciendo sus prácticas en el hospital Nueva Esperanza.
Desde en el momento en que tuve esta información, estuve yendo a ese hospital solo para poder verla y afortunadamente ella era quien me atendía cuando estaba herido y es verdad que puedo curar mis heridas sin necesidad de recibir atención médica, pero mi necesidad por verla y estar cerca de ella eran demasiado grandes que solo por eso acudía al hospital.
Durante una de mis visitas, noté que uno de los doctores veía con otros ojos a Anne, parecía que estaba dispuesto a hacer que cambie de opinión con respecto a sus votos; normalmente no soy un hombre celoso, pero en este caso, mi sangre hervía cada vez que ese doctor estaba cerca de ella, la forma en como la trataba hacia que me llenara de celos y hasta cierto punto envida.
Como una de tantas noches, llegó al hospital, para ser más específico, al área de emergencias, escabullirme por el lugar es sencillo y siempre lo he hecho. Camino por uno de los pasillos en busca de Anne y no es difícil buscarla, porque puedo sentir su aroma que es inconfundible, ella siempre tiene un olor dulce y delicado.
Estoy por doblar una esquina y me encuentro de frente con ella, que suelta un pequeño jadeo de sorpresa, me disculpé por haberla asustado, que no era mi intención tomarla desprevenida, se río de forma nerviosa y negó levemente con la cabeza.
-Descuide, señor Alphonse- Contestó en tono suave. -¿Qué necesita? ¿Otra vez se ha herido? - Me reprochó casi enseguida.
No le dije nada, simplemente la miré directo a los ojos, me dedicó una pequeña sonrisa y me dijo que en un momento me atendía, agradecí su comprensión y me fui la cuarto de siempre seguido de ella, quien no paraba de reprocharme por no cuidarme; es algo que escucho siempre que vengo a verla, ya que ella no sabe a qué me dedico, para Anne, siempre estoy metido en peleas innecesarias y que debo cuidarme, pero lo cierto es que, enfrentarse a vampiros por la noche no es algo que quiera hacer, sino que debo hacerlo.
Acomoda sus cosas sobre una mesita y mientras ella saca lo que necesita, yo tomo asiento en un banco y me quito el saco junto con la camisa; debo admitir que me gusta mucho presumir mi cuerpo bien esculpido y noto en los latidos del corazón de Anne que no pasó desapercibido para ella, aunque se muestre seria y reacia a mí, su cuerpo me indica lo contrario.
Cuando termina de atenderme, me despido de ella y le agradezco la atención prestada, antes de irme, Anne me reprocha suavemente por mi descuido y me pide encarecidamente que me cuide, que le preocupa mi salud, que espera que no me siga poniendo en riesgo, pero no puedo prometerle nada, París debe estar a salvo para que ella pueda tener una vida tranquila.
Salgo del hospital y enciendo un cigarro, observo por unos momentos el cielo y me encamino hacia mi casa montado en mi caballo, sentir la brisa helada sobre el rostro ayuda a que piense mejor y sé que debería alejarme de Anne ya que, dentro de poco, hará sus votos de castidad y se volverá monja, pero no puedo y no quiero alejarme de ella.
Como era lo esperado, apenas regreso a la mansión y mi padre me está esperando en la sala con la chimenea encendida, no tarda ni un segundo y me pregunta porque no me confieso a Anne, si tanto la quiero, le dije que no era algo sencillo, ya que dentro de poco hará sus votos, al oír esto, él me miró de una forma extraña para luego empezar a reírse.
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Ella vive en el inframundo, rodeada de muerte y almas en pena, pero siempre ha creído que la muerte no es el fin, sino el comienzo de algo hermoso. Hades, Dios del inframundo y rey de los muertos, posa sus ojos sobre aquella ninfa que es capaz de ver la hermosura del infierno.
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Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
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Valentina, una mujer hermosa y exitosa, tiene un encuentro amoroso con un hombre misterioso en una noche de pasión y romance. Sin embargo, al amanecer, el hombre desaparece sin dejar rastro, y Valentina se queda con más preguntas que respuestas. Un mes después, Valentina recibe la noticia que cambia su vida para siempre: está embarazada. Sintiéndose avergonzada y confundida, Valentina decide viajar a otra ciudad para empezar de nuevo y evitar el escándalo. Años después, Valentina regresa a la capital para pasar las Navidades con su abuela. Mientras explora la ciudad, se encuentra con la boutique más famosa de la ciudad, propiedad de la esposa de un poderoso magnate. Al entrar en la tienda, Valentina se sorprende al ver la reacción de la señora al ver a su hijo. Martina se queda atónita al ver el parecido entre el niño y su esposo, el magnate Gabriel. Furiosa y celosa, decide enfrentar a su esposo y exigirle una explicación. Gabriel, sin embargo, sigue declarándose inocente y fiel a su esposa. Los hijos de la pareja, Benjamín y Jazmín, tratan de calmar la situación y pedir una explicación a su padre. Sin embargo, Gabriel sigue negando cualquier relación con Valentina o su hijo. Mientras tanto, Valentina se siente confundida y asustada por la reacción de Martina. Aún así, continúa con su vida. Pero todo se complica cuando frente a ella aparece toda la familia Milano, reclamando y acusándola como la amante de Gabriel. Furiosa decide revelar el único recuerdo que tiene de aquel hombre con el cual se acostó y producto de eso nació su hermoso hijo, Valerio. ¿Qué pasó realmente aquella noche? ¿Es Gabriel el padre de su hijo? La verdad es más complicada de lo que parece, y Valentina deberá enfrentar sus miedos y dudas para descubrirla.