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Como futbolista de élite, mi vida era perfecta: fama, fortuna y Sofía, mi prometida. Tras un robo en nuestra finca que la dejó traumatizada y embarazada, juré protegerla y acepté al bebé como mi deber. Creía en nuestro amor, un pacto incondicional forjado en la adversidad. Pero un día volví a casa y escuché risas desde mi dormitorio. Eran Sofía y mi hermano Javier. "¿En serio se creyó lo del embarazo?", se burló Javier. "Es tan noble, tan predecible," respondió Sofía. "El robo fue una genialidad. La boda estaba asegurada y, con el bebé, su fortuna es nuestra." Mi mundo se desmoronó. Cinco años de engaños. Mi boda, mi futuro hijo, todo era una farsa orquestada para robarme. Fui un tonto, un peón en su cruel juego. No había rabia, solo un vacío helado. ¿Cómo pudo el amor que creí real ser una traición tan profunda? ¿Cómo me engañaron mi propio hermano y la mujer que amaba? La ilusión se hizo añicos, pero la venganza apenas comenzaba. Con la calma gélida de quien lo ha perdido todo, convertí una grabadora en mi arma secreta. Y el cumpleaños de mi abuela sería el escenario perfecto para que la verdad saliera a la luz. Ellos querían mi vida; yo me aseguraría de que no les quedara nada.