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Máximo, el arquitecto más prometedor de Sevilla, iba a ser mi esposo después de seis años juntos. Pero esa noche, un descuido suyo con el portátil me reveló la verdad más dolorosa. Una carpeta llamada "Proyectos Personales" escondía un diario digital que destrozó mi mundo. Cada recuerdo, cada gesto de cariño, cada aniversario que yo creí mágico, no era más que un cálculo enfermo para reconquistar a su exnovia, Sofía. Mi amor incondicional fue un simple peón en un juego cruel que ni siquiera sabía que jugaba. La traición me revolvió el estómago, el frío se instaló en mi pecho, y la dulzura de mis pasteles se volvió amarga bilis. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Cómo se atrevió a usarme así durante media década? Ya no había amor, solo un inmenso vacío y una rabia fría que pedía acción. El anillo de compromiso encontró su lugar en el inodoro, y mi huida de esa farsa sin amor comenzó.