Trilogía Destinados. Libro I Maddison Cadwell está de vuelta en el lugar que considera su hogar, después de todo un año evitándolo. Se culpa por su ausencia prolongada, pero era necesario mantener las distancias si quería sobreponerse a sus últimas decepciones amorosas. La esperanza de una promesa cumplida, la hace creer que esta vez, todo será diferente. Pero está equivocada. El pasado regresa una y otra vez, para hacerle saber que cuando quedan cuentas pendientes, no es fácil escaparse. Y Aiden Reed, está dispuesto a recordárselo. El chico de oro de Santa Marta quiere redimirse, su insistencia por dar una explicación, no deja que Maddie conserve su fiel objetivo de mantenerse alejada. Una noticia impactante. Una confesión dolorosa. Otra promesa, de tantas. Todos los caminos conducen al otro. Ahora deberán decidir, si seguirá siendo solo dos veces al año. Orden de lectura de la trilogía: 1. Solo dos veces al año 2. Solo un: ¡Sí, acepto! 3. Solo un para siempre Sígueme en mis redes: Instagram: @clau_perez_escritora Facebook: Historias para soñar/Claudia Pérez Cruz
«¡Estoy aburrida!».
Llevo tres horas sentada en este autobús y no veo la hora de llegar a mi destino. Estoy camino a casa de mi tía Aurora, para pasar con ella, como siempre, mis vacaciones de invierno. Y digo como siempre, porque ya casi se ha convertido en una tradición, que justo el día después de Navidad; yo emprenda un largo viaje al otro lado del país, para pasar Noche Vieja con otra parte de mi familia. La razón, mis padres cada año hacen una gira nacional por su empleo; ambos trabajan de representantes legales de numerosas productoras musicales y generalmente, tienen mucho trabajo en estas fechas. Están tan ocupados con sus asuntos laborales que ya olvidé la última vez que pasé un "Feliz año nuevo" con ellos.
Miro mi reloj y suspiro, aún quedan tres horas de viaje y yo ya no siento mis piernas. Decido colocarme los audífonos y abro el reproductor de mi celular, un poco de ritmo vendría bien en estos momentos. Escojo el tema "Company" de Justin Bieber y cierro los ojos, con la intención de poder dormir algunas horas y parar con este aburrimiento.
Despierto de forma repentina y al mirar por la ventanilla, logro ver que estamos pasando el cartel que anuncia la llegada a mi destino. Este paisaje me es tan familiar, se siente mío. Y cómo no lo va a ser si desde hace catorce años, recorro el mismo camino, dos veces al año; cada invierno y cada verano. Y sí, en verano también me convierto en la hija prestada, esa de la que sus padres no se pueden ocupar por sus tan complicados trabajos.
Veo como nos acercamos a la terminal de autobuses y, al llegar, todos se levantan a la vez. Es un comportamiento tan común que decido quedarme sentada hasta que todos los pasajeros estén abajo. Una vez que el pasillo del autobús se ha desocupado un poco, recojo las maletas y me dirijo hacia la puerta. Puedo ver desde allí a mi tía Aurora y a mi prima Andrea. Ambas llaman mucho la atención, tienen esa belleza delicada que te hace admirarlas; rubias, de piel bronceada y ojazos verdes. Y no sólo eso, desprenden un aura de calidez y amor que te mantiene enganchado desde el primer momento.
Una vez que tengo los pies en el suelo, corro hacia ellas y me reciben como cada vez: una sonrisa enorme y un abrazo de oso. Yo puedo ser un poco seca y arisca, pero me reconforta mucho formar parte de esta familia que, año tras año, me recibe con los brazos abiertos. Puedo decir, que volver aquí, es volver a mi lugar en el mundo. Aun cuando eso suponga, también, la vuelta de constantes recuerdos.
-Llevamos un buen rato esperando, creo que el autobús se atrasó más de lo normal -dice mi tía, cuando termina con los abrazos y los besos.
-Ya tenía ganas de que llegaras, hay tanto que hacer en estos días, que te necesito mucho más que años anteriores -interviene Andrea. Me coge del brazo para empezar a caminar y de paso, sin movilidad para arrastrar mis maletas.
-Sí, tía, se atrasó un poco -explico, con un tono de queja evidente-. Fue un infierno de viaje, realmente, ya no hallaba cómo sentarme para aliviar el entumecimiento de las piernas. Además, qué aburrimiento, ¡por Dios!, creí que no llegaba.
-Bueno, lo importante es que llegaste y que todo fue bien. ¡Feliz Navidad, mi niña! -exclama tía Aurora con una expresión feliz; vuelve a abrazarme-. En la casa están todos esperándote, incluso, algunas sobras de la comidita de ayer. Este año hice la panetela que te gusta. Aunque tuve que esconderla de ciertas personitas.
Me divierte la cara que pone mi tía y cómo mira a Andrea con los ojos torcidos. Mi prima, a su vez, me mira con una disculpa en sus ojos y se ríe inocentemente.
-Yo le dije que iba a dejar -declara y levanta los hombros, en un gesto despreocupado. Pero yo no le creo, en cuanto a dulces, puede llegar a ser muy golosa.
-Sí, claro. No te conocemos ya -río y decido molestarla-. ¿O no te acuerdas de lo que pasó el año anterior, o el anterior a ese, o el...?
-Ya, ya, está bien -interrumpe y se ríe, mortificada.
Seguimos caminando y, de pronto, Andrea me mira seria y me abraza. Casi caemos al piso por la sorpresa de su gesto.
-Te extrañé mucho. -Tiene la voz compungida.
-Yo también -murmuro, casi sin voz, de la emoción. M semblante cambia por completo, porque la verdad, el resto del año en mi casa, me siento muy sola.
Miro a mi tía y tiene los ojos llorosos, pero trata de disimularlo mirando hacia otro lado.
-Ya, niñas, vamos. En la casa nos están esperando -farfulla, con un carraspeo-. Y, Maddie, este año creo que te vas a llevar una gran sorpresa.
Las palabras de mi tía, acompañadas de una risita pícara, me hacen voltearme para intentar entender a qué se refiere; su expresión complacida llama mi atención, pero no comprendo nada. Con la mirada despistada, le pregunto a Andrea, pero también se niega a adelantarme algo o al menos, darme una pista. No me gusta sentirme perdida.
-Ya lo verás, prima, creo que te va a gustar tu regalo de Navidad. -Es su respuesta, además de una despampanante sonrisa plantada en su rostro.
Desconfío, porque de ellas puedo esperar cualquier cosa. Sin embargo, cuando subimos al auto y nos encaminamos rumbo a la casa de la familia, me olvido por un instante de lo que sea que me espera y me concentro en los días que pasaré aquí. Llevaba todo un año sin pisar este lugar.
(...)
El barrio donde vive mi familia es muy tranquilo, no hay muchas casas. Es una zona residencial, los terrenos abarcan casi una manzana; es por eso que son pocos los vecinos que se encuentran en la misma calle. El estilo colonial es predominante, techos altos, portales por todos los alrededores, enormes jardines rodeados de cercas blancas. Es un ambiente limpio en todos los sentidos, muy raro de ver y sentir en la casa que "comparto" con mis padres, en la ciudad. Es por eso que me gusta tanto venir aquí, porque, aunque extraño a mis padres y añore su compañía, no hay nada como la tranquilidad y la paz que aquí se respira.
Llegamos a nuestra calle y, nada más doblar la esquina, veo la casa. Y, como siempre, mi abuela aguarda mi llegada sentada en su sillón, acompañada de su fiel gata, Lucy.
Sonrío dulcemente porque me lleno de felicidad al verla. Mi abuela Nora, es la mamá de mi padre y de mi tía Aurora. Los crio sola después que mi abuelo Máximo muriera cuando apenas mi tía tenía dos años y mi padre cuatro. Es una mujer fuerte e independiente que ha sabido salir adelante sola, es muy sincera, así como amorosa, es el pilar y la jefa de mi familia. Me bajo del auto corriendo para abrazarla, ella me recibe con su habitual cariño. Respiro su olor a jazmín, a amor, a paz. Cuando estoy entre sus brazos sé, con seguridad, que estoy en casa.
«Es mi persona favorita en todo el mundo».
-¡Mi niña! -exclama, mientras la achucho todo lo que puedo.
-Te quiero tanto, abuela, tenía muchas ganas de verte. -La abrazo más fuerte, si eso es posible.
-Cómo has crecido, mi niñita, ya eres toda una mujer -declara, orgullosa.
La verdad es que he cambiado mucho desde la última vez que vine. El verano pasado estuve en un campamento para jóvenes interesados en la redacción y edición de libros. Es mi pasión, por lo que no me pude negar. Además, tenía otros motivos más profundos para no dejar pasar esa oportunidad.
-Estás muy linda, vas a romper muchos corazones, mi Maddie. Ya verás -asegura y me guiña un ojo. Yo me sonrojo de pies a cabeza.
-Gracias, abue -respondo a su halago, sonriente-. Tenía muchas ganas de llegar y verlos a todos, hace un año que no venía. -Y aunque fue por algo que me apasiona, extrañé mi hogar.
-Ay, sí, Maddie. Recuérdame, por qué fue que no quisiste venir -pregunta mi abuela, con el ceño fruncido.
-Mami, ya te he dicho mil veces, que Maddie estuvo en un campamento para aprender de lo que más le gusta, ¡escribir! -interrumpe tía Aurora, quien llega hasta nosotras. Andrea la sigue, con mis maletas a cuestas.
-Vamos, ayúdame a subirlas a tu habitación, que yo no puedo sola.
Resoplo y corro a ayudarla. -Sí que están un poco pesadas.
Cojo una de las maletas, le doy un beso a la abuela y me dispongo a entrar a la casa.
-Por cierto, Maddie. ¡Feliz Navidad! -dice la abuela antes de que abra la puerta y entre. Le agradezco con una sonrisa y le lanzo un beso.
En la sala me reciben tío Alfredo y mi primo Leo. Ambos estaban sentados en el inmenso sofá, viendo un juego de futbol. Se levantan en cuanto me ven entrar.
-Hola, Maddie, bienvenida, ¡Feliz Navidad! -saluda tío, mientras me abraza torpemente.
Tío Alfredo es un amor de persona, amigo de la infancia de mi padre y enamorado locamente de mi tía desde siempre. Es un hombre humilde que vive y se desvive por su familia, alto, trigueño y con unos ojos increíblemente azules, para su edad se mantiene bien y se nota que, en su juventud, debe haber sido muy apuesto. Mis tíos llevan casados veintiséis años y profesan su amor como unos recién enamorados.
-¡Hola, primita! ¿Cómo has estado? -pregunta Leo, mientras me abraza fuertemente y me besa en cada mejilla.
Él es la copia de mi tío Alfredo, alto, musculoso y súper apuesto, lo único que heredó de mi tía fueron sus ojos de color verde claro, los que combinan perfectamente con su piel trigueña y su pelo castaño oscuro. Yo adoro a mi primo, es el hermano que no tuve y, para mayor satisfacción, lleva esa labor de hermano mayor conmigo de la misma forma que lo hace con Andrea, ahuyentando a cuanto muchacho se nos acerca. Resulta gracioso ver cómo amenaza a los moscones babosos que nos llegan a rodear en alguna fiesta, pero no lo es tanto cuando los blancos de su sobreprotección, son los chicos que nos interesan a Andrea y a mí. Llega a ser muy frustrante.
-Muy bien, Leo, ya llegué y estoy lista para hacer un infierno tus últimos días del año -aseguro, con una sonrisa torcida.
Leo frunce los labios, pero luego, su gesto cambia y comienza a reír tan fuerte, que creo que se volvió loco. Entrecierro los ojos cuando veo a Andrea poner los ojos en blanco y a mis tíos dirigirse una mirada cómplice.
«Aquí hay gato encerrado», pienso y lo confirmo, cuando Leo vuelve a hablar.
-Puede ser, pero en este viaje no voy a estar solo, mi compañía está en camino. -Y se va, con las manos metidas en los bolsillos de sus jeans y silbando alegremente.
«¿Qué se traerá entre manos esta vez?».
Subo las escaleras dándole vueltas a lo que dijo Leo, pero por más que lo pienso, no le hallo sentido. Andrea tampoco es de mucha ayuda, ella solo me mira y se ríe, me está sacando de quicio.
-Andie, porfa, dime qué quiso decir tu hermano -ruego, con un puchero que no cumple función alguna.
-No, ya pronto sabrás -exclama ella, sonriendo aún más, mientras abre la puerta de mi habitación. Murmura unas palabras que por los pelos logro entender-. Van a ser unas vacaciones muy divertidas.
Lo dejo estar, para no volverme loca, cuando entramos en la habitación que ocupo desde que tengo ocho años. Todo está exactamente igual a la última vez que estuve aquí.
El juego de habitación es de color blanco contemporáneo e incluye una cama personal, un gavetero mediano con un espejo en la parte superior y dos mesillas de noche a cada lado de la cama, con sus lámparas de cristal estilo industrial. Las paredes, de tonos azul y verde pastel, combinados con los almohadones, cubrecamas y cortinas, le dan un toque de color increíble. Este lugar siempre ha sido mi refugio y guardo tantos recuerdos, que me resulta acogedor solo admirarlo.
La habitación también tiene un cuarto vestidor y un baño personal. El vestidor está a tope de ropa que he ido acumulando al cabo de los años, puesto que paso largas temporadas aquí y no es cómodo viajar en autobús con tantas maletas. Andie lo utiliza muy a menudo, dice que es muy cool tener una provisión de armario doble. El cuarto de baño es mi lugar de relax preferido, donde puedo tomar baños relajantes por horas sin que nadie me esté apurando. En él, también he ido creando una colección de sales de baño, cremas y maquillajes exquisita, que otra vez, Andie utiliza de forma frecuente alegando que van a caducar de no usarse y que sería una verdadera lástima. Ruedo los ojos al pensar en mi prima y sus cosas.
Dejo las maletas a un lado de la cama y me tiro de espaldas sobre ella.
-Andie, estoy súper cansada. -Suspiro y cierro los ojos.
-Me imagino, Maddie, es un viaje muy largo. -Siento el peso de Andrea cuando se acomoda a mi lado en la cama.
-Demasiado. -Resoplo.
Se hace el silencio por unos minutos y me provoca abrir los ojos para ver qué está haciendo Andrea. Ella me observa, divertida, antes de hacerme una pregunta.
-Entonces, ¿no vas a querer salir esta noche?
-Yo no he dicho eso -exclamo, con una nueva actitud y una media sonrisa-. Puedo estar cansada, pero mi cuerpo siempre pide fiesta.
Me levanto de un salto de la cama y hago un pequeño movimiento de caderas. Andrea se ríe con mis locuras.
-¡Ja! Estás loca. Yo me paso seis horas de viaje sentada en un incómodo asiento de un autobús y, por lo menos, duermo un día entero.
Sus palabras me hacen reír, pero a la vez, me hacen ser consciente de algo.
-Supongo que lo llevo en la sangre, ¿no? -pregunto, irónicamente, recordando desde cuándo estoy haciendo estos viajes.
-Sí, supongo -responde y alza los hombros-. Por cierto, ¿cómo están mis tíos preferidos?
-Por favor, Andie, que son los únicos que tienes -digo, entre risas.
-Pues por eso -devuelve ella, riendo también.
-Nah, están bien, o eso creo -farfullo, con tono desinteresado-. La verdad, no he hablado con ellos.
Andie se acerca y me abraza, me conoce tan bien que sabe cuándo necesito de su apoyo y cariño. Es duro que tus padres no se preocupen en absoluto por tu bienestar, pero ya estoy curada, duro era cuando tenía solo ocho años. Creo recordar, que el primer viaje lo hicimos en el auto y mi papá conducía. Fue un viaje aburrido, pero vamos, que eso no era nada nuevo. Pero al siguiente año, fue mi primera vez en un autobús, tenía solo nueve años; incluso, una persona de la agencia de viajes tenía que velar por mí. Fue muy triste y, a día de hoy, lo sigue siendo. Pero como ya dije antes, estoy curada. O eso, es lo que quiero creer.
Sacudo la cabeza para despejar mi mente de pensamientos desagradables, no es el momento ni el lugar. Ahora ya estoy en casa, mi verdadera casa.
Andrea sale del cuarto pidiéndome que descanse para esta noche. La verdad, no entiendo qué quiere decir y me entretengo pensando en eso.
«¿Qué les pasará a todos hoy? Están muy extraños», pienso, mientras recuerdo la respuesta de Leo, la risa de Andie y las miradas conocedoras de mis tíos y la abuela. Profundizo tanto en mis cavilaciones, que me quedo dormida y sueño algo muy extraño, algo relacionado con unos ojos grises que me confunden y me tranquilizan a la vez, pero lo olvido en cuanto caigo en un sueño profundo.
Alessandra Cavani, una actriz que siempre se ha visto rodeada de escándalos, se ve envuelta en una extraña situación de la que no entiende mucho, pero de la que puede beneficiarse, cuando Dylan O' Conell, un play boy millonario de alta alcurnia, le hace una propuesta que no puede rechazar. Un matrimonio fingido los marca a ambos. Para él, es la solución a las constantes presiones de su familia. Para ella, es la tranquilidad que espera su abuelo antes de morir. Un divorcio inminente, que no se completa del todo. Dylan, se reencuentra con un viejo amor. Alessandra, recupera recuerdos que ni sabía que portaba. Una relación repleta de resentimientos, secretos, malentendidos y traiciones. En una sociedad donde la imagen lo es todo, encontrarse a sí mismos podría ser la solución. ¿Podrán lograrlo de una vez por todas o serán víctimas siempre de esa falsedad que los rodea? Un amor por contrato no era lo que buscaban, pero, ¿será la solución?
Trilogía Destinados. Libro III ¿Es verdad eso que dicen que las experiencias del primer amor no se olvidan nunca? Digo, porque debe existir una razón para que a estas alturas me siga afectando aquello que viví hace tantos años. Algo que explique, por qué los hechos que me llevaron hasta donde hoy estoy, me persigan sin cansancio. Desde que todo comenzó, o acabó, depende de cómo se mire, no he podido avanzar. No realmente. Siempre hay algo que me hace regresar atrás. Una frase. Un lugar. Una fecha. Todo me lleva hacia él. A mi supuesto "para siempre". La frustración y la rabia me llenan cuando recuerdo cómo sucedió todo. Cómo fue capaz de mirarme a los ojos mientras besaba a otra, mientras tocaba a otra. Cómo fue capaz de culparme de todo cuando lo enfrenté. El dolor de la traición fue horrible. No solo por lastimar mi orgullo, mi dignidad, sino también, por todo lo que provocó en mi posterior vida. Me prometió un para siempre. Y nunca lo cumplió. No, al menos, de la forma que esperaba. Orden de lectura: 1-Solo dos veces al año 2-Solo un: ¡Sí, acepto! 3-Solo un para siempre
Trilogía Destinados. Libro II A Leonardo Rowe le han roto el corazón. Después de varios años amando sin límites a la mujer que pensaba era su alma gemela, fue traicionado de la peor forma posible. Ahora se refugia en el sexo y el alcohol, buscando ese momento de nirvana en el que todo se vuelve nada. Sin embargo, cuando la noche acaba y los días pasan, esa piedra continúa molestando en su zapato. Mary Brown era su redención, pero se convirtió en su castigo. Una oportunidad de trabajo lo lleva lejos. Y con ello, la salida que tanto ansiaba. Un encuentro. Un viaje. Una coincidencia. Pero también, el eterno recordatorio de lo que sus ojos no pueden ocultar. Y que otros pueden ver. Jenny Parker puede ser su solución y él, está dispuesto a negar todo aquello que le hace tanto daño; para entregarse de una vez a lo que tanto ansía. Ahora Leo siente que la vida le sonríe, que comienza a ponerlo todo en su lugar. Y por unos años, está convencido de eso. Hasta que todo vuelve a cambiar y el giro, no puede ser más inesperado. Un compromiso que se siente obligado. Una antigua promesa que sale a la luz. Un trámite que no se completó. ¿Será que podrá al fin, pasar página? ¿O existirá algo más fuerte que lo unirá a eso de lo que tanto huye? Cuando en el pasado quedan cuentas pendientes por resolver, el presente mismo se encarga de ponerlo todo en su lugar. Orden de lectura de la trilogía: 1. Solo dos veces al año 2. Solo un: ¡Sí, acepto! 3. Solo un para siempre
Para Ashley Moon, el viaje a Italia marca un antes y un después en su relación con William; no solo porque durante su estancia en Roma, abre su corazón y expone sus sentimientos y expectativas de una vez, sino porque al fin se decide a vivir su amor y acepta la petición de William de ser su novia. Pero el regreso, no resulta ser tan glorioso como se piensa. Por motivos profesionales, ella debe regresar sola a la ciudad, mientras William vuela directamente a New York. Pero correspondencia proveniente de la redactora de la columna de chismes de Bright Eternity' s Magazine para confirmar un suceso, pone a Ashley al tanto de los verdaderos motivos que llevaron a su reciente novio hasta la ciudad que nunca duerme. William O' Sullivan no cabe en sí de gozo con su recién adquirido estatus de novio, no quisiera romper sus planes e ir hasta New York, pero debe hacerlo. Su viaje no resulta ser tan tranquilo y mucho menos rápido, los sucesos más increíbles se desarrollan justo en sus narices y él puede hacer poco o nada para detenerlos. Con su vuelta a la ciudad, espera poder olvidar todas las desgracias y enfocarse en lo verdaderamente importante: Ashley. Pero en su lugar, solo se encuentra con un muro impenetrable de frialdad e indiferencia. ¿Tendrá William explicaciones válidas para todo lo sucedido? ¿Podrá Ashley creer en su palabra? ¿Se podrá reconstruir la confianza perdida? A veces, solo una mentira, por pequeña que sea, puede cambiarlo todo.
Ashley Moon es una chica tranquila. Vive con su madre en un pequeño pueblo, a tan solo treinta kilómetros de distancia de la ciudad. Trabaja a medio tiempo en una cafetería-librería, para pagar sus estudios y la educación de su hermano menor. Su vida no tiene nada de interesante, realiza la misma rutina, día a día, sin una mejora a la vista. Pero todo cambia cuando Steph, su mejor amiga, intenta romper su monotonía. Y lo logra. William O' Sullivan no esperaba que la chica tímida y trabajadora que se había acostumbrado a visitar, estuviera haciendo tales ofertas. Llevaba más de un mes planeando la mejor forma de acercarse a ella, cuando un cartel con colores llamativos, expuso su verdadero carácter. «Una oportunista». Ahora se encuentra en la disyuntiva de si avanzar o no. Su obsesión por esa chica podría ocasionarle graves consecuencias; pero tampoco logra, por ningún medio, alejarse del todo. Un encuentro casual, no tan casual. Los hilos del destino no se mueven solos. A veces, simplemente hay alguien, que tiene ganas de cambiar el mundo. Todo comenzó con un: ¡Se busca un millonario! Ahora sólo debemos averiguar cómo terminará.
Amaia Leyva es una bailarina exótica en un lujoso club de striptease. Su impresionante cuerpo y su preparación física, más algunos conocimientos de baile clásico y contemporáneo, fueron sus únicas oportunidades para no terminar en la calle, sin tener qué comer o con qué alimentar a su hija. De nada sirvieron sus estudios en su país natal. De nada sirvieron las palabras que le dijera aquel hombre, que fingía amarla, para luego irse sin mirar atrás. No hubo mejoras, entre lo que era su vida en otro país y lo que es ahora. Ni un avistamiento del dichoso “sueño americano”. Mucho menos, del “juntos para siempre”. Ahora, mientras baila aferrada al tubo que se ha vuelto su sostén, lo hace con ira y con desprecio. Odiándose a sí misma cada noche, cuando debe entregarse a los ojos de todos esos hombres que desean tocarla; aunque ninguno puede. Cuando cierra sus ojos y se imagina lejos; cuando llora lágrimas de rabia que todos malinterpretan. Amaia es la mejor en lo que hace, porque esa es su naturaleza. Todos piensan que lo disfruta; pero nadie conoce, en realidad, su verdadera historia sufrida. ¿Será que alguien podrá ver más allá de su máscara de perfección, alguna vez? ¿Podrá Amaia entregar esa confianza que ha sido arrebatada tantas veces? A veces, solo debemos encontrar el motivo, para decidirnos a crecer. ¿Ella lo hará?
Hace dos años, Ricky se vio obligado a casarse con Emma para proteger a la mujer que amaba. Desde el punto de vista de Ricky, Emma era despreciable y recurría a artimañas turbias para asegurar su matrimonio. Por eso mantenía una actitud distante y fría hacia ella, reservando su calidez para otra. Sin embargo, Emma amaba a Ricky de todo corazón durante más de diez años. Cuando ella se cansó y consideró la posibilidad de renunciar a sus esfuerzos, Ricky empezó a tener miedo de perderla. Solo cuando Emma estaba muriendo, embarazada, él se dio cuenta de que el amor de su vida siempre había sido Emma.
Para el público, ella era la secretaria del CEO. A puerta cerrada, era la esposa que él nunca reconocía oficialmente. Jenessa estaba eufórica cuando se enteró de que estaba embarazada. Pero su alegría se vio reemplazada por el temor cuando su marido, Ryan, se reunió con su primer amor. Con el corazón encogido, decidió dejarlo libre y marcharse. Cuando volvieron a encontrarse, Ryan se fijó en el vientre prominente de Jenessa. "¿Quién es el padre del niño?", le preguntó. Pero ella se limitó a burlarse. "¡No es asunto tuyo, mi querido exmarido!".
Fue engañada vil mente por su prometido y su hermanastra. Por lo que se vio obligada a contraer matrimonio forzado con el prometido de su hermanastra, a quien su hermana había rechazado porque estaba atado de por vida en una silla de ruedas de por vida. -No tuve más remedio que aceptar ser su sustituta porque ella está enamorada y embarazada de mi actual ex prometido y no quiere casarse contigo -dijo ella, mientras que el hombre en silla de ruedas se limitó a mirarla con el rostro desprovisto de cualquier emoción. -Supongo que no tengo opción -dijo el hombre fríamente. Cogió un expediente y se lo deslizó sobre la mesa. Ella sacó el documento y se quedó sin aliento cuando se dio cuenta de que era un contrato.
Sinopsis: Dorian Langdon es un influyente político de 43 años, conocido por su carisma y su habilidad para navegar en el complejo mundo de la política. Su mejor amigo, Gideon Marlowe, es un empresario exitoso que ha construido un imperio desde cero. Ambos han sido inseparables desde sus días en la universidad y han compartido muchos logros y fracasos juntos. Elektra, la hija de Gideon, acaba de cumplir 20 años, vivía sola con su madre, desde el divorcio de sus padres. En un accidente fallece la madre y vuelve a vivir con su padre. Pero ya no es una niña y Gideon no lo entiende. Así que, finalmente, se fuga para buscar independencia y nuevas experiencias, comienza a trabajar en un exclusivo club nocturno, donde se convierte en una de las bailarinas más populares. Este club es frecuentado por diversas figuras del poder, incluido Dorian. Quien, al no reconocerla, se interesa en ella y al descubrir que es la hija perdida de su amigo, se debatirá entre hacer lo correcto o lo que su corazón desea.
Morgan's Technology y Smart Fox Technology, dos de mayores fabricantes de juegos de computadora y software en Nueva York. Una fusión entre las dos empresas no sólo liberaría a la Morgan de la quiebra ya que cumpliría el sueño del presidente de Smart Zorro. Sin embargo, sólo la fusión entre las empresas no fue la sufciente. Además, un contrato establecía el matrimonio entre los herederos Isabella Morgan y Trevor Fox. Isabella no entendía por qué el rico, guapo y sexy Trevor para casarse con ella. Él podría tener cualquier modelo a sus pies y todavía casarse con una persona como ella: gorda! No es que tuviera un problema con su físico, pero la sociedad tenia! La solución del misterio tuvo lugar en un conversación con sus amigos: Trevor era gay. Y ahora cómo sobrevivir a este matrimonio si ella se enamoró de Trevor a primera vista?
Todo el mundo decía que Selena era una cazafortunas, y Kenneth era de la misma opinión. Selena se esforzó mucho para que su matrimonio funcionara. Pero después de que Kenneth le rompió el corazón innumerables veces, finalmente se rindió. Ella le entregó un acuerdo de divorcio y declaró: "Estoy harta de ti. Fírmalo. ¡Dividamos la riqueza y tomemos caminos separados!". Encantado de obtener lo que ansiaba, Kenneth lo firmó sin pensar dos veces. Volvió a ser soltera, Selena le dio un buen uso a su indemnización millonaria. Invirtió en muchos negocios y construyó un imperio fuerte en tan solo unos años. El dinero sabía su nombre, al igual que muchos hombres guapos. Se congregaron a su alrededor como moscas. Kenneth apenas podía creer lo que veía. ¿Cómo esa esposa sumisa suya se convirtió en una jefa a quien mucha gente veneraba? Pronto, empezó a molestarla de nuevo. Esto no le cayó nada bien a Selena. Cuando él la arrinconó un día, ella le espetó. "¿Estás loco, Kenneth?". Su inesperada respuesta la dejó atónita. "Sí, estoy loco. Casémonos de nuevo. Deberíamos tener un hijo juntos y fusionar nuestros imperios. Cuando yo muera, todas mis riquezas serán tuyas".