Ellar, un niño de familia humilde se ve forzado a abandonar su hogar al hallar a su madre muerta. Esta decisión le llevará a tomar una espiral de odio y venganza que podría hacer temblar los mismisimos pilares que sustentan el mágico mundo de Ranacoth.
Caminaba encorvado y lentamente, hundiendo sus pesadas botas de color púrpura hasta casi las rodillas en la gruesa capa de nieve. Aunque hacía unas cuantas horas que la fuerte tormenta había amainado, se cubría como podía con una roída y oscura capa de piel de lobo del gélido viento que soplaba levantando nubes de polvo y hielo. Al llegar al punto más elevado de la colina, se detuvo a observar el espectáculo que ofrecía la mágica y letal noche invernal de Ranacoth, el mundo que parecía agonizar con los últimos envites de la dura estación.
La esperada primavera debía estar ya próxima o al menos eso querían todos creer, pero mientras tanto, a los habitantes de aquel infierno helado les quedaba por pasar lo peor de esta terrible temporada, la más cruenta que recordaban haber sufrido en los últimos treinta años.
Las dos lunas, Silune y Osline, asomaban tímidas entre los resquicios de unos pocos nubarrones que amenazaban con descargar de nuevo su ira a lo largo y ancho de aquellas antaño fértiles tierras. Debajo de la empinada cara del montículo donde se encontraba, justo a la orilla de un fino arroyo con las aguas congeladas por las bajas temperaturas, dormía una pequeña aldea cuyos moradores debían estar sobreviviendo gracias a las reservas de víveres del lejano verano. Las sombras de un espeso bosque en la lejanía danzaban con brusquedad empujadas por los soplos del vendaval. En el horizonte, tras hileras e hileras de etéreas montañas, el tenue resplandor que precede al alba comenzaba a desvanecer los destellos de las estrellas que habían sido sus silenciosas acompañantes durante todo el viaje. De repente, una inmensa nube ocultó la pareja de lunas, dejando las tierras envueltas con un manto de penumbra e impidiéndole el contacto visual de su objetivo. Su antiguo hogar. El lugar que le vio nacer.
Exhausto como estaba por el largo viaje que había emprendido, se sentó sobre una roca que sobresalía de entre la nieve y que la naturaleza parecía haber puesto allí para tal fin. Como era su costumbre, esperaría al momento en que el sol asomara por la línea que separaba tierra y cielo para iniciar el descenso hacia el pequeño poblado erigido en el valle, y mientras tanto, en silencio y soledad, pensaría una vez más en el sentido de sus actos. ¿Podía llevar tantos años equivocado?
El hombre del que os hablo era alto y de complexión fuerte. Aparentaba unos cincuenta años, aunque su edad real no llegaba a los cuarenta. De piel blanca como la nieve que daba a su semblante la sensación de ser el de alguien no del todo vivo. Una larga melena de color oscuro caía lacia por su espalda como una negra cascada. Pequeñas cicatrices surcaban su rostro acompañando a las arrugas que se le habían empezado a formar, dejando ver a simple vista que su vida tenía que haber sido un cúmulo de aventuras y desventuras. Debajo de la vieja capa iba ataviado con una armadura completa de «Purpurita», el metal precioso color púrpura más liviano y resistente conocido, la cual daba a entender que en algún momento de su intensa vida había pasado por sus manos una gran cantidad de dinero, aunque ahora solo pareciera un pordiosero. En su espalda, sujeta con unas gruesas correas de cuero, colgaba una enorme y envejecida espada de excelente factura. Pero para cualquiera que se cruzara con él, lo que de verdad destacaba de su figura, eran sus ojos.
Eran de un profundo azul que hacía caer a todo aquel que los mirara en un pozo donde parecían estar encerrados el cielo y el mar en perfecta armonía. Y es que las vueltas que había dado su vida habían sido impredecibles como esas dos imponentes fuerzas de la naturaleza, manteniendo la calma durante su niñez para tornarse tempestad años más tarde, cuando piedra a piedra en el camino descubrió el auténtico significado de la vida. Todo eso eran capaces de desvelar sus ojos a quién los mirara, aunque a efectos prácticos poco importaba conocer sus más profundos secretos, ya que cualquiera que tuviese el valor de cruzar la mirada con él condenaba su vida al instante. Porque él era aquel del que corrían rumores por todo el país fruto del miedo. Él era Ellar, más conocido como «la muerte púrpura», y su mera presencia en las inmediaciones de cualquier lugar significaba la aniquilación de todo ser vivo.
Pero en aquella ocasión ocurrió algo extraño. Al sentarse sobre la roca y mirar desde lo alto de la colina tupida de nieve los paisajes que habían albergado su niñez, notó un sentimiento que creía extinto en su interior. Un sentimiento que poco a poco hizo que se formara una película de lágrimas en sus ojos, haciendo que el mundo que le rodeaba se deformara como esbozos de un cuadro a medio terminar. ¿Podría tratarse de nostalgia por la vuelta al hogar? Con un rápido movimiento de sus manos, apartó las lágrimas de su rostro por temor a que estas comenzaran a congelarse como el resto del mundo, y empezó a dar vueltas una vez más al pasado que le perseguía siempre como una implacable maldición.
En el año 2114 la totalidad de la población terrestre vive en el interior de "Mayyuws Minh", una megalópolis abovedada. Allí, bajo la atenta supervisión de Adrastea casi todos gozan de puesto de trabajo y servicios de ocio para poder disfrutar del momento. El día que a Vidar, un ingeniero informático, se le comunica el despido por motivos organizativos decide darse una fiesta de lujo con el importe del finiquito. Fiesta durante la cual conoce a Danna, una joven recién salida del centro de formación que no acepta el rango y puesto de trabajo que se le ha asignado al finalizar los estudios. A raíz de tal encuentro, ambos se ven envueltos en una serie de acontecimientos que les llevarán a conocer una realidad que nunca habían llegado a imaginar.
Un virus letal amenaza la existencia de la humanidad. Cuando los gobiernos se dan cuenta de que la extinción de toda vida en la Tierra es inminente, deciden poner en marcha un plan desesperado que habilite la posibilidad de perpetuar la especie humana en algún otro lugar del universo. Los elegidos para hacer brillar esa tenue esperanza, se embarcan en un viaje sin destino a través de las estrellas con consecuencias imprevisibles. ¿Lograrán que esa esperanza sea realidad tangible? “La esperanza, al igual que el miedo o la locura, habita en el interior de todos nosotros”
"Estuve enamorada del CEO dominante, Credence Scott, durante diez años. ¡Y finalmente me casé con él! Se suponía que yo era una mujer feliz que se casaba con la persona que amaba. Sin embargo, Credence me odiaba. En nuestro matrimonio de cuatro años, rara vez se acostó conmigo y me culpó por matar a su padre. Nunca hice eso. ¡Fue mi hermana, Rosalie, quien me había tendido una trampa! La parte más desconsolada fue que Credence nunca creyó en mí. Bien, será mejor que acabe con mi vida. Pero fue entonces cuando Credence me reveló su ternura... "
Él es el director del hospital más grande de Shine Empire. Ella es la hija del director del hospital Chengyang. Cuando el frío, despiadado y orgulloso Álvaro Gu se tope con la traviesa, simpática e impulsiva Ángela Si. ¿Qué química saldrá entre ellos?
Belinda pensó que, tras el divorcio, separarían sus caminos para siempre: él podría vivir su vida como quiera, mientras ella podría dedicarse a disfrutar el resto de la suya. Sin embargo, el destino tenía otros planes. "Cariño mío, estaba equivocado. ¿Podrías volver conmigo?". El hombre arrogante, al que una vez ella amó profundamente, bajó humildemente la cabeza. "Te ruego". Belinda apartó con frialdad el ramo de flores que él le había regalado y respondió fríamente: "Es demasiado tarde".
Andres tenía fama de insensible y despiadado hasta que conoció a Corinna, la mujer cuyo único acto heroico descongeló su frío corazón. Por culpa de la conspiración de su padre y su madrastra, Corinna estuvo a punto de perder la vida. Afortunadamente, el destino intervino cuando rescató a Andres, el heredero de la familia más influyente de Driyver. El incidente les llevó a trabajar juntos, y su ayuda mutua se convirtió rápidamente en un romance inesperado que dejó a todo el mundo boquiabierto. ¿Cómo es posible que un soltero tan distante se haya convertido en un hombre tan enamoradizo?
Ella cayó en la trampa que la tendieron su prometido y su mejor amiga. Lo perdió todo y murió en la calle. Sin embargo, ella renació. En el momento en que abrió los ojos, su esposo estaba tratando de estrangularla. Afortunadamente, ella sobrevivió a eso. Firmó el acuerdo de divorcio sin vacilación. La joven estaba lista para su miserable vida. Para su sorpresa, su madre en esta vida le dejó una gran cantidad de dinero. Ella dio la vuelta a las tornas y se vengó. Todo le salió bien cuando su ex marido apareció en su vida.
Amar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único que Debbie quería era el divorcio. Llevaba tres años casada con Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera había visto la cara. Cuando por fin decidió poner fin a su irónico matrimonio e ir en busca de la felicidad verdadera, apareció su supuesto marido y le pidió que lo intentaran de nuevo. A partir de entonces, Carlos se sentía increíblemente atraído por el espíritu libre y salvaje de Debbie y se enamoró de ella. Él comenzaba a mimarla. Poco a poco, lo que había entre ellos se iba a convirtiéndose en una atracción irrefrenable. Esto es una extraordinaria historia de amor donde descubrirá que, a veces, el amor no está muy lejos de cada uno de nosotros.